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viernes, 31 de agosto de 2007

Martín Luther King: Premio Novel de la Paz



1929-1968. Pastor bautista estadounidense, premio Nobel de la Paz, uno de los principales líderes del movimiento para la defensa de los derechos humanos y un modelo a seguir la no violenta ante la discriminación racial y la injusticia social. El dijo:


“‘Yo tengo un sueño'. Sueño que algún día los valles serán cumbres, y las colinas y montañas serán llanos, los sitios más escarpados serán nivelados y los torcidos serán enderezados, y la gloria de Dios será revelada, y se unirá todo el género humano.”[i]

“Mi boca será la boca de todos los desdichados que no tienen boca; mi voz, la voz de la libertad de los que se pierden en el calabozo de la desesperación. Mi cuerpo y alma, que no se os ocurra cruzados de brazos en la actitud estéril del espectador, pues la vida no es un espectáculo, ni un mar de dolor un escenario, ni un ser humano que grita un oso que baila (…)”
[ii]

El Futuro es la Paz:

Un día los jóvenes aprenderán palabras que no comprenderán
Un día los niños de la India preguntaran: ¿Qué es el hambre?
Un día los niños de Alabama preguntaran ¿Qué es la segregación racial?
Un día los niños de Hiroshima se asombraran ¿Qué es la bomba atómica?
Finalmente un día los niños de la escuela preguntaran ¿Qué es la guerra?
Tú responderás, tú les dirás: Son palabras que no se usan, como las diligencias, las galeras o la esclavitud. Palabra que ya nada quieren decir. Es por eso que se las ha retirado del Diccionario.
[iii]


Martín Luther King es un ejemplo de los bautistas por los derechos humanos, sociales y religiosos de una nación. Anheló una patria libre de todo germen ideológico racista y excluyente. Ante tanta barbarie que viven muchos pueblos latinoamericanos que debemos hacer, ¿Vale la pena luchar por los marginados y excluidos de nuestra sociedad? Nosotros debemos ser la voz de los que no tienen voz. No me molesta la maldad de los malos, pero si me indigna la actitud pasiva e indiferente de algunos cristianos, estamos mas preocupado por vivir nuestra propia religiosidad, que no nos conmueve el dolor ajeno, la injusticia social; me indigna también de aquellos que viven del discurso del proletariado, de los marginados, han hecho de ellos un objeto del disfrute económico, pero, en el fondo no hay nada solo una moda más para sobrevivir en esta selva, llena de elefantes, monos, caballos, leones, leopardos, etc. Todos comen de esta cadena. Ante esta realidad ¿Qué podemos decir? ¿Nos mueve hacer algo por nuestra gente? Recuerda que la Biblia nos dice que no debemos conformarnos a este siglo…


[i] Manuel Carretero, Msn Noticias / EFE
[ii] Notas del editor, “Martín Luther King” en revista La voz valdense, Vol. XLIX, mayo # 424 (1998), p. 9.
[iii] Notas del editor, “Martín Luther King” en op., cit

domingo, 19 de agosto de 2007

¿QUÉ SIGNIFICA SER PROTESTANTE HOY?


Es una pregunta que debe mirarse desde las nuevas formas de concepción de fe, de construcción de iglesia… Hoy en un mismo tren o metro viajan de sur a norte y viceversa bautistas, católicos, carismáticos, pentecostales, neopentecostales, etc. Algunos por razones de fe, del caos y otros por cuestiones económicas se levanta hacer proselitismo religioso. Cada uno refleja la opción que muchos protestantes de hoy tienen al creer en lo que se la enseñado, de que la única alternativa para cambiar el mundo es presentar el mensaje cristiano. Otros aprovecha el caos económico para vender formulas curativas y links para salir de la pobreza.
Me pregunto que ha pasado con el legado bíblico, de la reforma luterana, calvinista u otros (…). ¿Dónde quedan sus ideas de ser protestante? Responder a la pregunta que significa ser protestante hoy ha cambiado y está cambiando con el devenir de la historia de las luchas de nuestros pueblos, en el caso latinoamericano por ejemplo: En los años 60 y 70 del siglo pasado, debido al gran auge de la teología de la liberación en América Latina, se notaron cambios también en Colombia, en especial Medellín. Las iglesias evangélicas fueron desafiadas a plantearse nuevos modelos junto al proyecto de liberación propuesto: una identidad latinoamericana. Esto trajo como consecuencias divisiones internas en varias denominaciones históricas entre ellas la presbiteriana e interamericanas.
Hoy las divisiones son entre comunidades de características neopentecostales, que pueden ser de modalidades diversas con tendencia a la expulsión de demonios, cultos de sanación, apostolado y teología de la prosperidad en las iglesias con tradición conservadora. Todo ha sido impulsado por la globalización. Hoy se dice que vivimos en un mundo globalizado, es decir que somos parte de un contexto que a través de la información y las comunicaciones ya no reconocen barreras geopolíticas (…). Esto ha eclipsado la razón de ser protestante.
Hoy parece que el protestantismo está más preocupado por recuperar un nuevo protagonismo en la historia, volviendo a los rudimentos del pasado, no importando mezclar su doctrina (bautista, presbiteriana, etc.) con los grupos neopentecostales. Por ello la tendencia de estos grupos, por lo general tienden a recuperar la estructura jerárquica, la sanación, la teología de la prosperidad, de la unción, etc. Todos estos agregados han provocado en definitiva, divisiones ideológicas y no estructurales de nuestras iglesias evangélicas latinoamericana (…). Esta realidad me ha llevado a repensar el ser protestante hoy, pienso que hay que pensar ser protestante fuera de su espectro, de su esencia, porque ser protestante va mutando a través de los diálogos ecuménicos, movimientos religiosos, etc. Ahora bien, negarse avanzar al diálogo sin olvidar la memoria histórica es estar bajo amenaza de desaparecer como grupo que camina al lado de otras culturas, etc. Concluyo que ser protestante hoy no es una esencia, más que una identidad es una tarea que debemos hacer, nuestra tarea es recuperar como evangélicos las demandas del Reino de Dios y cumplir con nuestro mandato profético: Liberar a los cautivos, etc. [1]

[1]Luís Eduardo, Cantero, “Desafíos teológicos para una eclesiología bautista contextual. Elementos fundamentales para hacer misión.” Revista signos de vida, CLAI, Quito, Ecuador, # 39 marzo (2006), p. 7 ss.

jueves, 16 de agosto de 2007

KARL BARTH: 'EL TEÓLOGO DE LA PALABRA ENCARNADA: CRISTO

Por. LUÍS EDUARDO CANTERO, Argentina.
Autografía:
Karl Barth, es considerado uno de los más influyentes teólogos del siglo XX. Nació en Basilea, 1886 1968), su padre Fritz Barth, fue profesor de Nuevo Testamento e historia de la iglesia primitiva. Autor de una obra conocida y útil acerca de los problemas principales relativo a la vida de Jesús. Estudió en las universidades de Berna, Berlín y Tubinga. Una vez graduado, sirvió como pastor durante doce años en un pequeño poblado agrícola-industrial en Suiza.[1] No es por accidente su teología se halla íntimamente unida a la predicación. Su teología surgió de un sentimiento profundo de los misterios y perplejidades que supone la tarea del predicador. Intervino en los conflictos entre patronos y obreros y organizó la acción sindical.
Profundamente afectado por el desastre que había significado en Europa la Primera Guerra Mundial, y desilusionado por el derrumbe de la ética del idealismo religioso, empezó a cuestionar la teología de sus maestros alemanes y sus raíces en el racionalismo y el historicismo.[2] Esto lo llevó a unirse al Partido Social Demócrata, lo que provoco que los obreros de Safenwil le llamaran “el compañero o camarada pastor.” Y sus enemigos lo tildaran de “el pastor rojo”.[3] En febrero 14 de 1915, ofreció una conferencia bajo el titulo de Guerra, socialismo y cristianismo cuya tesis se resumía en que “un verdadero cristiano debe hacerse socialista, si realmente está por la renovación del cristianismo; y un verdadero socialista debería hacerse cristiano si seriamente apoya una renovación del socialismo.” Como vemos, Barth mantuvo una relación muy estrecha entre su teología y su ética con contenido social y político.[4]
En 1919 se publica en Berna, su obra principal, Carta a los Romanos, y en 1922 reaparece una versión totalmente reformada que señalaba ya su orientación teológica futura. En el año 1921, Barth es invitado a llenar la cátedra de Teología Reformada en la Universidad de Gotinga y cuatro años mas tarde fue a la Universidad de Münster (1925). En 1930 fue nombrado profesor de la Universidad de Bonn, y a partir de entonces empiezan a aparecer los primeros tomos de su Dogmática eclesial.[5] En la cual reflexionó sobre el contenido de la palabra evangelio como fuerza de Dios para salvación de quien en Él cree, como buena noticia eficaz para el ser humano angustiado y perdido entre dos guerras mundiales. Pero en 1935 es separado de su cátedra por el Gobierno Nazi, por no aceptar el juramento de lealtad al Füher, pasando a ser profesor en Basilea, donde permaneció hasta su muerte. Para Barth, la teología es servicio de la Palabra de Dios.
Su tarea es la de escudriñar el mensaje de la iglesia, viendo su concordancia o discordancia con la revelación cuyo testimonio se halla en la Biblia; y corregir tal proclamación cuando se haya apartado del camino debido.[6] Como dice Calvino, todo verdadero conocimiento de Dios nace de la obediencia. Y la dogmática es un acto de fe obediente, un acto que ocurre a la vista de Dios[7]. No hay técnica alguna para convertirse en maestro efectivo de esta dogmática. Solo cuando Dios desea revelárnoslas es que podemos conocer las cosas divinas. Solo en actitud de ovación puede llevarse a cabo la verdadera tarea dogmática.
En su obra y pensamiento, Karl Barth manifiesta una gran independencia. Su labor teológica lleva la impronta de un retorno a la Biblia, de un contacto vivo con los problemas actuales de la iglesia y la sociedad, y de una labor continua en contacto inmediato con el pueblo. Su doctrina está en constante evolución. En su trato con la Biblia, Barth descubre a Cristo como el centro de la Revelación. Su teología será cristología. Veamos algunos puntos claves de su teoría:
Barth descubre pronto que toda la teología liberal allí adquirida no lo capacitaba para hablar de “la Palabra de Dios”, para aplicarla a la realidad cotidiana. Como lo expresamos en su la biografía, la ruptura categórica con las facetas más liberales de la teología evangélica se hacen efectivos por medio del Comentario a la Epístola a los Romanos, escrita en 1919. La actitud de Barth será también de confrontación cuando el poder nazi pretendió transformar la raza aria en la culminación de la revelación. En este caso, el no de Barth es rotundo; y se hace también manifiesto en el Sínodo de Barmen. En el mismo se pronuncia: “Jesucristo, según el testimonio que de él nos dan las Sagradas Escrituras, es la única Palabra de Dios”[8] A partir de su “Introducción a la Teología Evangélica”, la teología Barthiana será tachada de “dialéctica”, “neo-ortodoxa”, y como “teología de crisis”[9]
Para Barth, la gracia es aquella Palabra que nos hace reconocer como pecadores, que abre luz sobre nuestras almas y deja ver el pecado. Sólo por gracia de Dios, es que vemos nuestro error, y por su misma sola Gracia es que estamos invitados a “volvernos al Señor”. Barth la comprende como el mensaje que nos hace ver como pecadores, aún en nuestros momentos de mayor gloria. Incluso cuando el hombre crea estar actuando con mayor justicia estará incurriendo en pecado, y allí también se introduce la Palabra del Señor, recordándonos que como seres humanos, somos pecadores por naturaleza. Pero aún así, Dios no deja de poner su Palabra en nosotros, de proyectar luz en la oscuridad, de hacernos ver como verdaderos pecadores. Como sabemos, el perdón divino viene con el arrepentimiento del hombre; pero este arrepentimiento no sale del ser humano, sino que es puesto por Dios en nosotros. Ergo; sólo por la Gracia de Dios nos conocemos a nosotros mismos, vemos nuestra falencia y nos reconocemos como pecadores.[10]
En 1934 escribió un ensayo (Nein! Antwort an Emil Brunner-¡No! Respuesta a Emil Brunner), en el que denunciaba a los antisemitas "Cristianos Alemanes," que intentaban pervertir el cristianismo histórico por medio de adaptar la teología a la nueva ideología nazi. Mientras el lema de éstos era "Cristo y Hitler", Karl Barth interviene decisivamente oponiendo el señorío absoluto de Cristo en su doctrina de la relación Iglesia-Estado. Desde la ascensión de Hitler al poder, Barth mantuvo una verdadera lucha por la iglesia. Contra los esfuerzos del régimen nazi de establecer una iglesia 'cristiana alemana', Karl Barth funda junto con otros (Dietrich Bonhoeffer) la llamada Iglesia Confesante como reacción vigorosa e indignante contra el régimen nazi. En 1934 tiene lugar el Sínodo de Barmen, cuya Declaración, preparada por Karl Barth, expresa la convicción de que el único modo de ofrecer resistencia a la secularización y paganización de la Iglesia en la Alemania nazi es adherirse firmemente a la doctrina cristiana.
Aunque era ciudadano suizo, Karl Barth no pudo ser inmune a la persecución; su rechazo a una alianza incondicional con el Führer le costó en 1935 la cátedra de teología en Bonn. Sin embargo, rápidamente le fue ofrecida la cátedra de teología en su ciudad natal, Basilea. Desde entonces hasta el final de la guerra, Karl Barth continuó luchando por la causa de la Iglesia Confesante, la causa de los judíos y la de los oprimidos en general. Después de la guerra, siguió manteniéndose muy interesado en la teología de su tiempo, y su autoridad y prestigio ejercieron una profunda impresión cuando dirigió su discurso inaugural en la Conferencia del Concilio Mundial de Iglesias celebrado en Ámsterdam en 1948. También, años más tarde visitó Roma para seguir el Concilio Vaticano II (1962-1965), acerca del cual escribió con característica gracia y humor Ad limina apostolorum.
En 1957, el teólogo católico Hans Küng efectúa su tesis doctoral en teología en la Sorbona de París con el tema: Justificación. La doctrina de Karl Barth y una reflexión católica. En su autobiografía Libertad Conquistada, Hans Küng explica por qué elige para su tesis doctoral a Karl Barth:
“Ningún teólogo protestante de este siglo cuenta, por razón de su lucha contra el nazismo, con una autoridad más grande; ninguno con una obra más amplia y más profunda por amor de su ingenio y su incansable trabajo. Personalmente me siento ampliamente pagado por mi trabajo sobre la justificación de 1957: me aporta cosas decisivas para toda mi vida, para mi espiritualidad y mi concepción de la libertad del cristiano. No hay cosa más emocionante que conversar con una persona de su carácter, sabiduría y fe, de su humanidad y humor.
De un golpe aparece en mi vida entera lo liberador y consolador de este mensaje que espero conservar siempre: la fe confiada del cristiano. Que al final y definitivamente yo sea justificado no depende de lo que decidan sobre mí mi entorno o la opinión pública. Tampoco depende de la facultad o la universidad, ni del Estado o de la Iglesia. No depende tampoco del Papa; y menos todavía de mi propio juicio. Sino de una instancia totalmente otra: del propio Dios oculto, en cuya misericordia puedo, a pesar de todo, yo, que no soy un hombre ideal sino una persona humana e incluso demasiado humana, tener hasta el final una confianza absoluta. "In te, Domine, speravi, et non confundar in aeternum", como se dice al final del himno Te Deum: "En tí Señor, puse mi esperanza; que no me vea confundido para siempre."
[11]
Quiero concluir con una frase de Karl Barht:
"¿Buena fe? Nunca me la permitiría. Cuando sea llamado ante mi Dios y Señor, no me voy a presentar con una cesta a la espalda llena con mis obras completas; todos los ángeles se echarían a reír. Ni tampoco diría para mi justificación: siempre tuve buena intención, 'buena fe'. No, me presentaré allí con las manos vacías y solo me parecerá oportuno decir: 'Dios, ten misericordia de este pobre pecador'"

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[1] Hugo, Mackintosh. Corrientes teológicas contemporáneas. Shleiermacher hasta Barth. Buenos Aires: METHOPRESS, 1964. Pág. 245
[2] Sergio, Arce Martínez. Teología sistemática. Prolegómenos. Quito: Departamento de comunicaciones CLAI, 2002. Pág., 66.
[3] Ibíd., pág. 69.
[4] Ibíd., Pág. 66 – 67.
[5] Mackintosh, op, cit. Págs. 245 – 246.
[6] La teología cristiana, y con ella su servicio a la comunidad, así como su derecho a una existencia peculiar entre otras ciencias, depende únicamente de que, teóricamente reivindique el honor de la autoridad de la Biblia tal como queda definida y prácticamente, la haga fecunda. Kart, Barth. Ensayos teológicos. Traducción Gancho. Barcelona: Herder, 1978. Pág. 188
[7] Karl, Barth. “La palabra soberana de Dios y la decisión de fe”, en la restauración posliberal y la teología dialéctica. Pág. 111.
[8] José Míguez Bonino, “La introducción al texto” Karl, Barth, Introducción a la teología evangélica, Buenos Aires, Aurora, 1986, p. 11 – 12.
[9] Luis Eduardo Cantero, Karl Barth: su aporte a la teología latinoamericana ¿podrá existir una relación entre Barth y hoy?, Buenos, Aires, Material inédito, 2006.
[10] Míguez Bonino, Op, cit. pp. 41 – 49.
[11] Hans Küng, Justificación. La doctrina de Karl Barth y una reflexión católica, Trotta, 2003

Por. LUÍS EDUARDO CANTERO.
Nota: Se me habia olvidado colocarle mi autoria. Gracias por los comentarios.

martes, 14 de agosto de 2007

JESUS Y LAS PRIMERAS COMUNIDADES APOSTOLICAS. PISTAS PARA UNA PASTORAL URBANA

A través de la historia del cristianismo, hemos aprendido a conservar y a mantener una distancia en materia política. No queremos involucrarnos en proyectos de construcción de sociedad, ni mucho menos predicar desde los púlpitos la importancia de ser gestores de una nueva sociedad contemporánea; una sociedad que debería estar libre de toda ideología neoliberal, etc., que no sólo sea construida para el goce mercantilista. Hoy todo gira en torno a un modelo que sólo satisface a un grupo social, comúnmente llamado: “los poderosos” “los ricos”. Pero, que éste grupo sea el que domine, se debe a la negligencia de nosotros los cristianos, de la no participación a los grupos minoritarios y populares que con su pancartas piden un espacio para ser oída. En esta pequeña reflexión queremos buscar pistas que nos sirvan emprender una pastoral urbana. Para ello nos apoyamos en las ideas de Ume Wagner, en su artículo titulado Aspectos de la ciudadanía en el movimiento de Jesús y las primeras comunidades apostólicas.[1] El objetivo que perseguimos es que cada uno pueda hallar pistas que le sirvan a emprender una pastoral y que las compartamos con los demás...

El artículo intenta demostrar que Jesús valorizó y dignificó a las personas, que por su condición social o estigma moral, eran marginadas y separadas de la vida social y religiosa. Teniendo presente esta meta, nos adentramos en el artículo, éste comienza definiendo ¿Qué es ciudadanía? Es definida como potencia humana de hacerse sujeto para hacer historia propia y colectivamente organizada. Para el proceso de formación de esa competencia algunos componentes básicos, como la educación, la organización social, política, cultural y sobre todo el proceso de emancipación (…). El desafío mayor – como nos dice él mismo – está en la pobreza política, que está en la raíz de la ignorancia acerca de la condición de masa del sector obrero. No ciudadano es, sobretodo, quien por estar cohibido de una toma de conciencia critica de la marginación que le es impuesta, no se da la oportunidad de conocer una historia alternativa y organizarse políticamente. Entiende la injusticia como destino. Esto lo que llama la atención a Wagner sobre el hecho de que la ciudadanía por si sola no representa, todavía, una solución efectiva para la construcción de una democracia libre y soberana. Dentro de los ropajes que encontramos la ciudadanía son:

Tutelada. Es aquella que se tiene como concesión desde los sectores superiores. En la reproducción de la pobreza política de las mayorías, no se da suficiente crítica y competencia política para sacudir la tutela. La derecha apela hacia el clientelismo. Esta ciudadanía es propia de una ideología liberal que propone un estado subsidiario y privatizado por las oligarquías… La segunda, la asistida. Cultivada en ciertos círculos de izquierda, que presenta un grado un poco más elevado de conciencia política, caracterizándose por la reivindicación del derecho a la asistencia, derecho reconocido en cualquier democracia. La inserción de la población en un sistema falto de beneficios estatales, este es propio de las ideologías neoliberales, con un estado protector de políticas. Y finalmente, emancipadas. Visualiza la construcción de una sociedad alternativa, con base de sustentación en la organización popular, en la aptitud laboral y en el principio de igualdad de oportunidades. Su preferencia es una política social de desarrollo humano sustentado.

Lo anterior se relaciona con los principios bíblicos de la Palabra de Dios. Porque ella la cuestión de la ciudadanía cobra valor; por ejemplo el N.T nos narra la continuidad de esta historia y luchas. En las páginas que siguen, Wagner procura esbozar los reclamos de la ciudadanía que él encuentra en los sinópticos y las cartas paulinas. También, nos propone en primer lugar entender de qué manera concebir a Dios, la fe y las responsabilidades cristianas y como éstas determinan si el cristianismo se aliena o desalinea de los sistemas imperantes…Y segundo, no hay en la Biblia una separación entre lo religiosos y lo profano. Si su mensaje es favorable a la ciudadanía, lo será tanto con relación a la esfera de lo religioso como también con relación a las demás esferas de la vida, como social, cultural, económica y/o política. Concluye, Wagner que Jesús y su movimiento presenta una tendencia muy fuerte contraria a mecanismos de selección y segregación existentes en los más diversos sectores de la sociedad de su tiempo. Esto explica que Jesús se hace abogado y defensor de las personas o grupos excluidos de los sistemas gubernamentales de su época.

Y nos desafía que ser ciudadano de (x) ciudad implica participar en la construcción de lo nuevo. La palabra participación no tiene hoy la fuerza que tuvo en los años anteriores. La prioridad actualmente está mas en lo individual y subjetivo, fomentados por el postmodernismo. Cuando el asunto de la ciudadanía, sin embargo, la participación asume una importancia decisiva, pues donde no hay participación en la construcción de una sociedad, esta tarea es delegada a terceros que, fácilmente, son motivados por intereses ajenos al evangelio. El resultado es que no se construye una nueva sociedad, sino que se afirma la vieja sociedad excluyente y opresora. Por eso, las iglesias son señal de presencia y actuación del Espíritu entre los cristianos. El Espíritu Santo da cada creyente dones y talentos para que los uses para bien de la comunidad. Ahora, estas personas no solo deben servir dentro de la iglesia, sino que debe expandir su territorio y ese territorio es el espacio secular, donde hay una pluralidad de espacios y oportunidades para que ellos pongan sus conocimientos a favor de una sociedad justa donde todos y todas podamos vivir en igualdad (…).

[1] Wagner, Ume, en RIBLA, 32 (1999) 82 – 94.

domingo, 12 de agosto de 2007

El amor a Dios y al prójimo es la esencia de la ética cristiana. Un Desafío para nuestros gobernantes.






Hoy vivimos conmovidos por tanta injusticia de los que rigen nuestra sociedad, hay una ley para el pobre y otra para el rico. Esta ley esta en manos de quienes supuestamente se han formado para hacer cumplir justicia. Pero con tanta injusticia que a diario percibimos en los tribunales, nos preguntamos ¿Cuál es la esencia de la ética para estos juristas? En esta breve reflexión queremos compartir nuestra hipótesis, que la mejor esencia para ejercer una norma jurídica, para el bien de nuestra sociedad es el amor a Dios y al prójimo. Gnilka[1] en su libro nos comparte acerca de la ética de Jesús, que según él, es el amor. Gnilka sostiene que la palabra amor no aparece más que dos veces en la tradición sinóptica (Mt 24, 12; Lc 11: 42, aquí hace referencia al amor de Dios). Sigue diciendo, que faltan por completo posibles equivalencias, pero que tienen acentos distintos a saber eros y Philia. Con más preferencia encontramos el verbo agapan; con menos frecuencias encontramos el verbo philein. El primero (Agapan) aparece con frecuencia en el contexto del amor a los enemigos (Mt 5, 34 – 46/Lc 6, 27, 32 – 35). Aquí se resalta la palabra amor y se suprime el mandamiento relativo a la venganza, formulado así en el Antiguo Testamento: Vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, etc. (Ex. 21, 23 ss; Lev. 24, 20, Deut. 19, 21), y que corresponde una manera exagerada de pensar en la justicia.

Que el amor no haya presidido todas las enseñanzas de Jesús, es cosa que no puede probar, nos dice Gnilka. El amor como principio, como criterio supremo de la acción, incluso de la acción con respecto a la Tora, da transparencia a la enseñanza de Jesús, que algunas veces son duras y no las hace aparecer siempre como razonable. Con esto llegamos a comprender aquella tradición en la que realza como primer mandamiento el amor a Dios y el amor al prójimo (Mc 12, 28 – 34). Cuando el escriba le pregunta ¿Cuál es el primer mandamiento? Jesús le responde citando en primer lugar el sema Israel, que en aquel entonces debía recitar todo varón israelita por la mañana y al atardecer (Deut. 6, 4,5). Pero luego, cita además el mandamiento del amor al prójimo: Amaras a tu prójimo como a ti mismo… (Lev. 19, 18). Como segundo mandamiento y asocia abiertamente ambos mandamientos, el amor a Dios y el amor al prójimo (…).

Pero hay otro vestigio, que nos conduce a Palestina. En esta ciudad se encontró en reducida la Ley, que mantiene el Decálogo y el Escucha, oh Israel. En la respuesta de Jesús – dice Gnilka – encontramos yuxtapuestos el Escucha y el doble mandamiento del amor a Dios y el amor al prójimo como síntesis de las dos tablas. Los tres primeros mandamientos proclaman los derechos de Dios, los restantes, las obligaciones (…). Ahora bien, lo de amor a Dios ¿Cómo se hace? Las experiencias habidas con Dios dan margen a muy variados sentimientos. Ciertamente, amor a Dios significa también andar por sus caminos, confiando de buena gana en él. Que el amor de Dios sea experimentable en Jesús, significa capacitación para eses amor. Por eso, el amor de Dios y el amor al prójimo están ya íntimamente unidos. En el ámbito griego, en cambio, suele hacerse distinción entre ágape y eros, entre el amor que se entrega así mismo y el amor concupiscente. Gnilka menciona que el concepto de eros no aparece en todo el Nuevo Testamento, ciertamente el amor que hace donación de si mismo está en primer Plano (…). Pero el amor concupiscente no queda descartado por completo. También Dios es un Dios celoso.

Concluye nuestro autor diciendo que el amor de Dios y el amor al prójimo, son para Jesús y quintaesencia de la ética, los dos amores están tomados de la Ley y sus mandamientos se pueden leer en Deut. 6, 5 y Lev. 19, 18. Según esto, la síntesis de los dos amores hace que esa Ley aparezca a una luz enteramente nueva. Esta síntesis nos muestra una nueva lectura del mundo. El amor en su síntesis como amor a Dios y amor al prójimo, nos sitúa dentro del movimiento de un vivir histórico. Lo que en la Ley no puede leerse. El amor descubre nuevas ideas, nuevos horizontes; hace que se vean cosas que son necesaria y que habían pasado inadvertidas a la Ley; el amor mira con compasión y entrañas de amor en quien esta caído a la vera del camino y no atiende a que este sea enemigos.

[1] Gnilka, Jachim “Suma de la ética” en Jesús de Nazaret. Mensaje e historia, Herder, Barcelona, 1975, pp. 293 – 303.