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martes, 28 de abril de 2015

La homosexualidad: punto de vista científico y teológico (III)



¿Habla la Biblia que los pecados sexuales son muchísimo más graves que otras transgresiones de la Ley de Dios? No. Debemos reflexionar.
Por. José Manuel González Campa, España.
En el anterior capítulo tratamos el tema de la HOMOSEXUALIDAD desde el punto de vista teológico en su primera parte. Concretamente analizamos lo que, respecto del mismo, se nos dice en el capítulo primero de la carta a los Romanos, y llegamos a la conclusión, después del análisis exegético y hermenéutico realizado, que la condena de conductas y prácticas homosexuales, que en dicho capítulo se apuntan, no afecta a todos los homosexuales, sino solo a aquellos que siendo normales desde el punto de vista anatómico, fisiológico y hormonal, y habiéndose devenido sexualmente como heterosexuales, durante muchos años de su vida, decidieron, conscientemente, cambiar su comportamiento sexual en contra del que debían tener por naturaleza. Ahora vamos a tratar sobre la segunda parte de la problemática homosexual, teniendo en cuenta lo que sobre la misma se nos revela en otros libros del Nuevo Testamento. Pero antes de seguir adelante volveremos a considerar los contenidos inconscientes que albergamos en la parte más profunda de la esfera de nuestra intimidad; es decir: en nuestro corazón, como elemento no material de la estructura o tectónica de nuestra personalidad.
La denominada “caída”, o desestructuración amártica del ser humano, supuso la represión de la Imago Dei (imagen de Dios) en la esfera más profunda de nuestro ser a nivel anímico o psicológico.
Cuando una persona se convierte es cuando ese Dios, que tenemos sepultado en lo más profundo de nuestro corazón, asciende a nuestra conciencia e inunda nuestra esfera yoica haciéndonos conscientes de su realidad neumática y trascendente: Se ha producido el fenómeno de nuestra conversión. Pero los seres humanos en la medida que ampliaron el campo de su conciencia, y accedieron al árbol del conocimiento del bien y del mal, empezaron la nefasta carrera del Super-Hombre expulsando a Dios de su campo anímico consciente (reprimiendo la imagen de Dios) aspirando a convertirse en dioses, rindiendo y dando culto a las criaturas antes que al Creador. Fue de esta manera que se gestó la filosofía alienante de la Muerte de Dios. Federico Nietzsche en su obra “Así hablaba Zaratustra”, anuncia la muerte de Dios y el nacimiento del Superhombre. Cuando el existencialista Jean Paul Sartre toma conciencia de esta realidad existencial, comenta: Dios ha muerto, alegría, lágrimas de alegría. Trágica aseveración que deja al ser humano totalmente huérfano de trascendencia y esperanza. El hombre cuando transgrede los límites que Dios le había marcado realiza, según el psicoanalista Eric Fromm, el mayor acto de libertad de todo su devenir existencial y se rebela contra el PADRE CELESTIAL, que solo es una proyección del padre terrenal, según el eminente discípulo de Freud. Aquí encontramos elementos suficientemente claros y rigurosos para explicarnos la ontogénesis de la idolatría y de la egolatría consiguiente.
Cuando en la carta a los Romanos, en su capítulo primero se afirma “que la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen (reprimen) con injusticia la verdad” (Rom. 1:18), quizá se pudiera estar hablando del tercer paso de la curva de corpusculización, o paso de la reflexión, de Tehilard de Chardin. Antes de la caída el hombre reflexiona (Rom. 1:21), piensa, y considera la oferta que le hacen y le parece aceptable e ilusionante para alcanzar su propia deificación. Evidentemente, el hombre amplió el campo de su conciencia con la transgresión de la caída, pero cayó en la trampa, que es como definió el filósofo italiano Sciacca la nueva situación existencial del ser humano después de sus desestructuración amártica. La desestructuración integral del antropos supuso la ruptura de su homeostasis somática, anímica y pneumática. A partir de esta realidad el hombre se deviene tanáticamente hacia la muerte en todos los aspectos (físicos, morales y espirituales). También se crea la esfera inconsciente con todos los contenidos instintivos tanto individuales como colectivos. Y desde entonces hasta hoy permanecemos prisioneros en esa trampa.
La represión de la Imagen de Dios favorece que desde los estratos más profundos de nuestro ser el deseo de deificación ascienda a nuestra conciencia y nos aliene. “Y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre (en griego término que significa tanto varón, como mujer), por lo cual Dios los entregó a la inmundicia y a la depravación en la concupiscencia de sus corazones”. (Rom. 1:23). El término concupiscencia (gr.=epitumias) expresa el yo con todos sus deseos contrarios a la voluntad de Dios. Se podría argumentar: si su conducta es contraria a la voluntad de Dios ¿no fue Dios quién los entregó a ella? Si analizamos el término entregó (gr=paradoken) podemos esclarecer esta cuestión. Dicho término significa: dar permiso para, conceder o permitir, por consiguiente el hombre es responsable de la desestructuración de su vida y de todas las decisiones volitivas y aberraciones de su conducta. Dicho de otra manera que no es Dios el que introduce al hombre en la corrupción, sino que el hombre toma sus decisiones y tiene que afrontar las consecuencias que se devengan de las mismas. La Escritura en Romanos uno, sigue diciendo : “por lo cual Dios los entregó a la inmundicia, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos”.
Ya estamos inmersos en el tema de la homosexualidad. Ahora bien, esta realización del instinto sexual es el resultado de una decisión consciente y por consiguiente responsable. Pero el homosexual que está convencido que nació con esa condición y que es como es y se comporta como se comporta en función de un trastorno en su código genético o una alteración de determinada estructura de su cerebro, ese no realiza ningún cambio volitivo, consciente, que sea responsable de la canalización instintiva de sus impulsos o prácticas homosexuales. En la mayoría de las Iglesias se condena al homosexual sin tener en cuenta si está emocionalmente enfermo. No se tiene la visión que Jesús de Nazaret dejó claro cuando afirmó: “los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos”. Las superestructuras de las Iglesias deberían tener en puestos de responsabilidad a hermanos/as con la suficiente preparación, y la información adecuada, para saber cómo pueden ayudar a las personas con una problemática homosexual y saber en qué dirección tienen que orientarles. Dios no hace acepción de personas y en las Iglesias tampoco se debería hacer. Pero ¿quiere decir Romanos 1, cuando se condena a dichas personas, que éstas están condenadas eternamente? ¡De ninguna manera¡ “Dios quiere que todos los hombres (gr= seres humanos) sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1ª Tim. 2:4).
En el evangelio de Lucas ( Lucas 7: 36-50 ) hay un pasaje donde se ilustra la actitud de Jesús frente a aquellas personas que pecan en la esfera de la psico-sexualidad: es un sábado y Jesús ha tenido una predicación en la Sinagoga. Un rico fariseo le invita a comer a su casa. Normalmente los pobres no podían entrar en las viviendas de estos personajes, pero en ocasiones excepcionales, como la que estamos ilustrando, sí se les permitía hacerlo y sentarse a los pies de los convidados. Una mujer, que Lucas afirma que era pecadora (es decir una prostituta) se entera donde está Jesús y acude al domicilio del fariseo. Se sienta a los pies del Maestro. Lleva un perfume, la emoción que la embarga la sume en un sentido llanto. Sus lágrimas caen sobre los pies de Jesús y ella los seca con sus cabellos. El fariseo al ver la relación de esta mujer empieza a dudar de que Jesús sea profeta : “ Este si fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que le toca, que es pecadora”. Entonces respondiendo Jesús le dijo: Simón, una cosa tengo que decirte. Y él le dijo: Di Maestro. Un acreedor tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios y el otro cincuenta; no teniendo ellos con qué pagar, perdonó a ambos. Di, pues, ¿cuál de ellos le amará más? Respondiendo Simón dijo: Pienso que aquel a quién perdonó más. Y él le dijo: rectamente has juzgado. Y vuelto a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves esta mujer? Entré en tu casa y no me diste agua para mis pies; mas ésta ha regado mis pies con sus lágrimas, y los ha enjugado con sus cabellos (lit: beso de paz) y no ha cesado de besar mis pies. No ungiste mi cabeza con aceite ésta ha ungido con perfume mis pies. Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; mas aquel a quién se le perdona poco, poco ama. Y a ella le dijo: Tus pecados te son perdonados (Lucas 7:36-48).
Considerando una traducción más exacta y literal, Jesús le dice a Simón, respecto de la mujer que está a sus pies: “sus muchos pecados le han sido (tiempo pasado) perdonados, por eso ahora muestra tanto amor. Si nosotros nos colocamos en el lugar del fariseo ¿qué actitud tomaríamos con la prostituta? Creo que solo hay una postura correcta, éticamente, que podríamos tomar: La postura que tomó Jesús. ¿Habla la Biblia que los pecados sexuales son muchísimo más graves que otras transgresiones de la Ley de Dios? No. Debemos reflexionar. Si tuviéramos que calificar un pecado de la mayor trascendencia no encontraríamos otro, mayor, que el de la mentira. Fue por una mentira, según se nos enseña en Génesis 3 y en Juan 8 que se produjo la entrada de la muerte y la desestructuración antropológica y cósmica. Pues tomemos en cuenta que si hay algo que predomina en el medio secular y en el eclesiástico es la mentira. A esta se la tolera y se la justifica, y sin embargo una desviación de la heterosexualidad hace que la mayoría de creyentes y no creyentes se rasguen las vestiduras. ¡Cuánta hipocresía reina en nuestra vida!
Los pecados sexuales, especialmente la homosexualidad, son los que no tienen perdón; así que echemos a todos los homosexuales al infierno; mientras tanto sigamos robando, adulterando, deshonrando a los padres, profanando la Ley de Dios y rindiendo culto idolátrico a nivel universal: generando, de esta manera, una sociedad preñada de injusticia y desigualdades que, al servicio de unos pocos depredadores privilegiados, convierten a tres cuartas partes de la humanidad en esclavos para toda la vida. La disciplina (excomunión) que se practica en las Iglesias no debe servir para arrojar a nadie a la perdición eterna, sino para ayudar a que las personas tomen conciencia de sus errores, empatizar con su fracaso y orar para que se reconcilien con Dios. La disciplina tiene una finalidad salvífica. Y debe de aplicarse con amor “perdonando a los hermanos, como Cristo nos perdonó”. En el capítulo 5 de la 1ª Carta a los corintios se juzga un pecado incestuoso, se amonesta al que lo comete, se le invita al arrepentimiento, se arrepiente y se le perdona volviéndole a la comunión plena con la iglesia, como Pablo constata al escribirles una segunda carta.
En el capítulo 5 de la 1ª Carta, Pablo les dice : “no os juntéis o mezcléis con los fornicarios (aquí la palabra fornicación implica cualquier tipo de aberración sexual, incluida la homosexualidad), no absolutamente con los fornicarios de este mundo, ni con los avaros, ni con los ladrones, pues en ese caso os sería necesario salir del mundo. Pablo, continua diciendo: Más bien os escribí que no os juntéis o mezcléis con ninguno que, llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón; con el tal ni aún comáis. (1ª Cor. 5:9-11). Pero el evangelio es para los pecadores. El Señor Jesús dijo: yo no he venido a llamar justos, sino pecadores al arrepentimiento. Llegados a este punto tenemos que preguntarnos: ¿Qué es el pecado? El pecado es algo más que la transgresión de la Ley: es el rechazo de las normas de Dios contenidas en esa Ley. Por consiguiente los que no tendrán salvación son aquellos que no aceptaron, ni aceptarán, el Plan de la Salvación de Dios, el Plan económico de Dios, elaborado antes de que este mundo existiese. Pues bien, en el capítulo siete de esta carta a los corintios se dice: “¿No sabéis que los injustos no heredarán el Reino de Dios?, ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones”.
¿Se dan cuenta que se está escribiendo de dos tipos diferentes de personas homosexuales? Es importante tener en cuenta esta diferenciación que la misma Palabra de Dios hace de las personas con una problemática homosexual. Para los que se acuestan con varones se emplea, en el griego, una terminología que implica una relación coital. Estos son los homosexuales por excelencia. No todos los homosexuales tienen o mantienen una relación de este tipo. No todos los homosexuales tienen una relación con penetraciones anales. El 50% lo que realizan es una masturbación mutua, sin penetración de tipo alguno. Esta realidad habría que considerarla desde una perspectiva especial a la hora de evaluar una conducta homosexual. Se le ha aplicado a la masturbación unos calificativos, peyorativos, absolutamente inapropiados. Además la Biblia no trata el tema de la masturbación. En el ámbito religioso se ha condenado el onanismo y éste nada tiene que ver con la masturbación. El onanismo podría caer en el campo de los métodos anticonceptivos, pero nunca en el de la masturbación. En realidad se trata de una actividad sexual que se corresponde con lo que se denomina coitus interruptus. La finalidad de este tipo de relación sexual solo pretende evitar un embarazo, y consiste en que el semen masculino se vierta fuera de la vagina de la mujer (Gén. 38:4-10).
Para los afeminados y para los que se echan con varones se emplean, en los originales, términos diferentes. Los que se echan con varones aparecen como seres depravados, que actúan de una manera consciente y premeditada y generalmente practican la pederastia. Estas personas sí son condenadas en la Escritura; pero si reconocen su pecado y se arrepienten reciben el perdón de Dios, como cualquier otro pecador. Ahora bien, ¿los afeminados y los que se echan con varones son iguales?. No. Vamos a analizar lo que la Palabra de Dios dice sobre los afeminados y lo que decimos algunos de nosotros desde una postura científica y teológica. El término que se emplea en griego para afeminado significa blando, flojo, suave y dulce. Este término se encuentra solo cuatro veces en el Nuevo Testamento. Y en tres de estas ocasiones se trata del mismo término que Jesús de Nazaret emplea para referirse a las vestiduras de Juan el Bautista. Jesús se dirige a las gentes de su tiempo, y a algunos de sus dirigentes, hablándoles de Juan el Bautista y les dice: “¿Qué salisteis a ver a un profeta?, y yo os digo que más que profeta. ¿Qué salisteis a ver a un hombre con vestiduras delicadas? (Mateo 11:7-9). El término que aquí se aplica para delicadas es el mismo con el que se describe a los afeminados, y se traduce por blando, flojo, dulce y aún se podría traducir por enfermedad. Esta verificación es más que suficiente para hilar muy fino a la hora de realizar una evaluación y un diagnóstico de la homosexualidad.
Muchos especialistas en salud mental, en el mundo, estamos convencidos de que bastantes homosexuales son personas que están emocionalmente enfermas aunque no quieran saberlo, ni reconocerlo. El término para los que se acuestan con varones se emplea también en la 1ª Carta del apóstol Pablo a Timoteo (1:8-10), donde dice que la Ley no fue dada para los justos, sino para los injustos, para los adúlteros, para los sodomitas, (que son los que se acuestan con varones, y se emplea el término arsenocoitais, que es un término compuesto de: arsen=varón y coitais del que se deriba el vocablo coito). Para afeminados se emplea el término malacoi para el que ya dimos anteriormente sus diferentes significados (flojos, suaves, blandos, faltos de ánimo, débiles y enfermos). Claramente la Biblia habla de dos tipos diferentes de homosexuales masculinos. Fijémonos en esto ¿la Iglesia de los Corintios por quienes estaba formada? Quizá algunos piensan que estaba formada por santas mujeres y santos varones, pero no era así. Por eso el apóstol les escribe: “ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores heredarán el Reino de Dios …..y sigue diciéndoles y esto erais algunos de vosotros, más ya habéis sido lavados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios” (1ª Cor. 6 :9-11).
¿Quién puede decir: aunque de nada tengo mala conciencia, no por eso me siento justificado? Pablo sabía que solo Dios conoce las profundidades del corazón humano, y solo Él nos puede absolver o condenar. Había en la Iglesia de los corintios personas que, antes de su conversión, habían sido afeminados y sodomitas, pero la profunda transformación que el Espíritu de Dios había producido en lo más recóndito de su ser, les había liberado de una esclavitud a la que habían estado expuestos durante una parte su vida. Si los apóstoles seguidores cercanos de Jesús tenían conceptos claros sobre la problemática homosexual, ¿cómo es que 2000 años después la mayoría de los cristianos los tienen tan obscuros? El Evangelio del Reino de Dios y sus contenidos no deben de suponer una postura opresora y represora para los hombres y mujeres de nuestro tiempo, sino una posibilidad liberadora de la alienación, angustia y frustración que padecen.
Por consiguiente hay aspectos que la Palabra de Dios condena respecto a una homosexualidad premeditada, que conscientemente, y en un acto volitivo, un ser humano, decide practicar; cambiando la Verdad por la Mentira, y dando culto a las criaturas antes que al Creador. La filosofía hedonística no es cristiana, y sustituye a Dios por el placer; placer que le llevará a vivenciar su vida como un camino de frustración alienante, y a interrogarse, a sí mismos, en cuanto el placer: “¿de qué sirve esto?” (Ecle. 2:2). Pero los homosexuales que son afeminados, amanerados y están emocionalmente enfermos hay que considerarlos y tratarlos de otra manera. Hay que tratarlos como el mismo Jesús de Nazaret lo haría, tratarlos con amor, con misericordia, con comprensión y llevarles el conocimiento del Evangelio, para que la Palabra de Dios aplicada, por el Espíritu de Dios, a lo más profundo de su ser les ayude a resolver su problemática y conozcan que aunque los hombres les desprecien y vilipendien, Dios los ama.

Fuente: Protestantedigital, 2015.

domingo, 26 de abril de 2015

EL NT Y SU ENSEÑANZA SOBRE HOMOSEXUALIDAD II



Vamos a ver como se devienen estos contenidos del corazón del hombre e intentar interpretarlos a la luz de Revelación de Dios: que es Cristo.
Por. José Manuel González Campa, España
El primer libro que habla de que los seres humanos somos bisexuales, es la Biblia. En la estructura o tectónica de la Personalidad, nos encontramos con las siguientes instancias psíquicas, el superyó (o conciencia ético-moral), el yo (conciencia de la realidad) y el ello, inconsciente o subconsciente (del que se derivan las demás estructuras anímicas). Dentro de esta última esfera nos encontramos con un inconsciente individual idiosincrásico y un inconsciente colectivo común a todas las etnias humanas. (C.G. Jung, en mi criterio, el científico que más ha profundizado en el conocimiento del hombre, demostró que no había solo un inconsciente individual, sino, también, un inconsciente colectivo). Y dentro de ese inconsciente colectivo se encontró que existían unos complejos psicológicos arquetípicos, que constituyen los tipos psicológicos más antiguos de la esfera de nuestra intimidad. Son complejos e imágenes eidéticas que todos los seres humanos tenemos en común, seamos de la etnia que seamos. La Biblia habla de la bisexualidad humana y lo hace en el libro del Génesis escrito hace miles de años. Sin embargo en 2000 años de Cristianismo muy pocas personas, leyendo y estudiando la Biblia, se han dado cuenta de esta realidad, que es muy ¡importante! no solo para el tema de la sexualidad, sino también para la vida y las relaciones humanas. Pero volvamos con el tema, el tema de la homosexualidad. Tenemos que examinar todos los contenidos del instinto sexual (ya que no hay un instinto sexual único, sino un instinto sexual predominante y varios instintos sexuales componentes). El predominante es el instinto heterosexual en un varón o una mujer. Y los componentes, lo constituyen: el instinto homosexual, el instinto narcisista, el instinto masoquista, el instinto sádico, y los diversos instintos componentes que informan todas las conductas sexuales que se pueden dar en la vida de un ser humano.
Vamos a ver como se devienen estos contenidos del corazón del hombre e intentar interpretarlos a la luz de Revelación de Dios: que es Cristo. Hay que entender todo lo que hay en la Escritura desde Cristo, incluido el problema de la sexualidad. Y si lo entendemos así: pensemos si en una predicación de Jesús de Nazaret apareciesen, mayoritariamente, personas homosexuales. ¿Qué les diría el Señor? Sencillamente: la verdad. Les invitaría a que escudriñasen la Escritura, porque en ella encontrarían la respuesta a todos sus interrogantes. Veamos lo que pensaba Jesús de Nazaret sobre la sexualidad en general y sobre el instinto sexual en particular. Para ello iremos al Evangelio de Marcos, capítulo 7, donde se trata de lo que contamina, ética y moralmente, al hombre. El Señor Jesucristo, a aquellos que pensaban que el hombre se contaminaba con lo que venía de afuera de su cuerpo, les dice lo siguiente: “pero decía que lo que del hombre sale, eso contamina al hombre. Porque de dentro del corazón, de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones (inmoralidades sexuales, pornografía, prostitución, etc.), los homicidios, los hurtos, las avaricias.
(Ansia de tener más y más), las maldades, el engaño (lo doloso), la lascivia (el desenfrenado instinto sexual, desvergüenza, libertinaje, quitar el freno, quitar la vergüenza), la envidia (el mal de ojo), la maledicencia, la soberbia, la insensatez (lo inconsciente, la locura). Todas estas maldades de dentro salen y contaminan al hombre”. Marcos 7:20-23. Reflexionemos y no seamos como los hipócritas ¿Hay alguna iglesia que pudiese decir que entre sus miembros no hay, algunos, con malos pensamientos? ¿Emprendemos alguna cruzada contra estos hermanos/as? ¿Proponemos que se excomulgue a quien tiene malos pensamientos? Los adulterios, desgraciadamente, también se dan en medios cristianos evangélicos y tampoco, en muchos casos, se toma medida alguna contra los tales. Se corre un tupido velo para que eso no trascienda; y si es posible, que no se entere absolutamente nadie. Y se pasa página. Veamos si con los homosexuales se toma la misma postura. Mi respuesta es un rotundo no.
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En la estructura o tectónica de la Personalidad, nos encontramos con las siguientes instancias psíquicas, el superyó (o conciencia ético-moral), el yo (conciencia de la realidad) y el ello, inconsciente o subconsciente (del que se derivan las demás estructuras anímicas). Dentro de esta última esfera nos encontramos con un inconsciente individual idiosincrásico y un inconsciente colectivo común a todas las etnias humanas. (C.G. Jung, en mi criterio, el científico que más ha profundizado en el conocimiento del hombre, demostró que no había solo un inconsciente individual, sino, también, un inconsciente colectivo). Y dentro de ese inconsciente colectivo se encontró que existían unos complejos psicológicos arquetípicos, que constituyen los tipos psicológicos más antiguos de la esfera de nuestra intimidad. Son complejos e imágenes eidéticas que todos los seres humanos tenemos en común, seamos de la etnia que seamos. La Biblia habla de la bisexualidad humana y lo hace en el libro del Génesis escrito hace miles de años. Sin embargo en 2000 años de Cristianismo muy pocas personas, leyendo y estudiando la Biblia, se han dado cuenta de esta realidad, que es muy ¡importante! no solo para el tema de la sexualidad, sino también para la vida y las relaciones humanas. Pero volvamos con el tema, el tema de la homosexualidad. Tenemos que examinar todos los contenidos del instinto sexual (ya que no hay un instinto sexual único, sino un instinto sexual predominante y varios instintos sexuales componentes). El predominante es el instinto heterosexual en un varón o una mujer. Y los componentes, lo constituyen: el instinto homosexual, el instinto narcisista, el instinto masoquista, el instinto sádico, y los diversos instintos componentes que informan todas las conductas sexuales que se pueden dar en la vida de un ser humano. Vamos a ver como se devienen estos contenidos del corazón del hombre e intentar interpretarlos a la luz de Revelación de Dios: que es Cristo. Hay que entender todo lo que hay en la Escritura desde Cristo, incluido el problema de la sexualidad. Y si lo entendemos así: pensemos si en una predicación de Jesús de Nazaret apareciesen, mayoritariamente, personas homosexuales. ¿Qué les diría el Señor? Sencillamente: la verdad. Les invitaría a que escudriñasen la Escritura, porque en ella encontrarían la respuesta a todos sus interrogantes. Veamos lo que pensaba Jesús de Nazaret sobre la sexualidad en general y sobre el instinto sexual en particular. Para ello iremos al Evangelio de Marcos, capítulo 7, donde se trata de lo que contamina, ética y moralmente, al hombre. El Señor Jesucristo, a aquellos que pensaban que el hombre se contaminaba con lo que venía de afuera de su cuerpo, les dice lo siguiente: “pero decía que lo que del hombre sale, eso contamina al hombre. Porque de dentro del corazón, de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones (inmoralidades sexuales, pornografía, prostitución, etc.), los homicidios, los hurtos, las avaricias (ansia de tener más y más), las maldades, el engaño (lo doloso), la lascivia (el desenfrenado instinto sexual, desvergüenza, libertinaje, quitar el freno, quitar la vergüenza), la envidia (el mal de ojo), la maledicencia, la soberbia, la insensatez (lo inconsciente, la locura). Todas estas maldades de dentro salen y contaminan al hombre”. Marcos 7:20-23. Reflexionemos y no seamos como los hipócritas ¿Hay alguna iglesia que pudiese decir que entre sus miembros no hay, algunos, con malos pensamientos? ¿Emprendemos alguna cruzada contra estos hermanos/as? ¿Proponemos que se excomulgue a quien tiene malos pensamientos? Los adulterios, desgraciadamente, también se dan en medios cristianos evangélicos y tampoco, en muchos casos, se toma medida alguna contra los tales. Se corre un tupido velo para que eso no trascienda; y si es posible, que no se entere absolutamente nadie. Y se pasa página. Veamos si con los homosexuales se toma la misma postura. Mi respuesta es un rotundo no. Pero si pensamos que estas cosas, que salen del corazón del hombre, a nosotros no nos afectan para nada. Si pensamos que hemos tenido toda la vida un corazón limpio que nunca tuvo malos pensamientos, que nunca tuvo problemas de adulterio; problemas de adulterio físicamente consumados quizá no, pero si recordamos lo que dice Jesús de Nazaret sobre el adulterio entonces, quizá tendríamos que callarnos casi todos. Porque dice: “Oísteis que fue dicho: no cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón” ¿Quién se puede salvar de esto? La letra por sí sola, dice el Nuevo Testamento que mata; lo que importa es el espíritu que informa esa letra y la interpretación de la Biblia hay que hacerla desde esa perspectiva. El literalismo ha ejercido una acción desestructuradora y tanática para la Iglesia.
Proseguimos con las cosas que salen del corazón: los hurtos, las avaricias, -el ansia de tener más y más, ¿Quién se puede librar de eso? ¿Qué pasa en una congregación? ¿Hay gente que no tenga ansia de tener más y más? ¿Se emprende alguna cruzada contra estas personas, se piensa que hay que disciplinarlas y ponerlas fuera de comunión porque lo único que esperan en la vida es tener más y más? Ahora si el problema es de homosexualidad ya estamos hablando de otra historia. Pero no se emprende ninguna acción contra las aberraciones que se dan en las relaciones sexuales dentro del matrimonio, porque dentro del matrimonio todo está permitido. La respuesta bíblica y la científica afirman: que no todo está permitido. Hay muchas prácticas sexuales que corrompen a los matrimonios (sean creyentes o no) y que les hacen enfermar como pareja. Los médicos, empezando por los psicoanalistas, intentan corregir esas actuaciones para que el matrimonio no se rompa y no termine como el rosario de la aurora. Pero no se aplica ninguna disciplina contra estas prácticas aberrantes y desestabilizadoras del equilibrio psico-emocional de una pareja. Todas estas maldades salen de dentro, y contaminan al hombre. Todo lo que hay en el corazón del hombre, incluido el instinto sexual, es lo que contamina al hombre cuando estas tendencias instintivas se salen fuera de los cauces homeostáticos, dentro de los cuales deben devenirse de manera equilibrada.
Vamos, ya, a la parte más concreta de lo que hemos leído en Romanos 1, pero antes de entrar en esta parte quiero trasmitirles una reflexión: Para discernir un poco la problemática de la homosexualidad recordemos a aquellos que defienden que es una realidad congénita. Veíamos que esto no se ha demostrado científicamente, como tampoco ha podido verificarse que exista un gen de la homosexualidad; por otra parte aquellos que defienden que hay alguna/as alteraciones, en el cerebro, que luego condicionan a la homosexualidad no han podido demostrar que esto sea así, sino más bien todo lo contrario. Se consideran, hoy en día, los trabajos de un prestigioso científico, investigador en el campo de la antropología, de la genética, y de la neurociencias. Que actualmente vive. Él estudió una serie de personas: 9 mujeres homosexuales, 14 o 15 hombres homosexuales y además 16 personas heterosexuales, ¿Qué estudió? Los cadáveres de esas personas. Y buscó en el cerebro de esas personas, en una muestra amplia y variada de diversas razas, si había algo que pudiese apuntar que la homosexualidad era de naturaleza congénita, que se nacía con esa condición, y que la causa responsable de su conducta sexual estaría en una alteración en la estructura de su cerebro. Encontró que los hombres homosexuales y las mujeres heterosexuales tenían determinada zona del cerebro más pequeña. Ahí ya empezaron los defensores de la etiología congénita de la homosexualidad su apologética, dado que los hombres heterosexuales tenían esa zona más grande; pero la comparación es equívoca, porque compara toda esa muestra de homosexuales con una muestra de heterosexuales de los que no conoce su historia sexual. De los 16 heterosexuales que estudió solo se conocía la historia de dos, los otros 14 no sabemos si eran homosexuales si eran bisexuales o que es lo que eran; por lo tanto el estudio no tiene ningún valor científico. Estudió, también, una zona del cerebro, que vamos a denominar X3. Hay determinadas zonas del cerebro que serian X1, X2 y X4. El X3 es el que aparecía en las mujeres y en los homosexuales que se sabía que eran homosexuales cuando fallecieron y era más pequeño que en los supuestos heterosexuales que no se sabía que condición sexual tenían. Salvo en dos encontró que era más pequeño y a partir de ahí se hicieron deducciones elucubrativas que llegaron a un sector público muy amplio. En la revista Newsweek, una revista norteamericana de mucho prestigio, a raíz de todo esto, periodistas científicos, hacían esta pregunta: ¿Los homosexuales son homosexuales porque tienen un X3 más pequeño, como las mujeres, y esa es la razón de su homosexualidad, o el X3 es más pequeño como consecuencia de la acción, sobre su cerebro, de sus sentimientos, de sus pensamientos y de su conducta? Fíjense que la pregunta se las trae. ¿Por qué preguntan eso? Porque sabemos que el medio puede modificar las estructuras cerebrales. Esta es una realidad científicamente comprobada. El medio es capaz de modificar no solo las estructuras cerebrales, sino también el nivel de las hormonas en el organismo, y hasta el propio código genético. El medio tiene una influencia impresionante sobre el homo sapiens, y lo hace a través de la mente y la mente canaliza sus motivaciones a través del cerebro, y finalmente éste actúa sobre el organismo. Se hacían esta pregunta: ¿Por qué son homosexuales? ¿Por qué tienen un X3 más pequeño, por razones orgánicas congénitas o genéticas? ¿O son homosexuales, porque sus pensamientos, sus sentimientos, y su conducta homosexual ha alterado una determinada zona de su cerebro?
Otra revista científica, norteamericana, del máximo nivel, aclara un poco la contestación a estos interrogantes. Habla de que las personas que han sido videntes durante muchos años de su vida y posteriormente se han quedado ciegas y han aprendido a leer en el sistema braille; estas personas tienen la zona de su corteza cerebral correspondiente al dedo índice, que es con el que leen, más mucho más desarrollada que la tenían antes de quedar ciegos o que el resto de las personas videntes. Hagamos una incursión en los pueblos primitivos, a ver si encontramos una homosexualidad del 1 al 4 por ciento entre varones y del 1 por ciento entre mujeres; porque esos pueblos, están todavía enclaustrados en su cultura, y no han sido todavía culturizados por la llamada civilización. Tienen unos códigos éticos distintos a los nuestros. La realización del instinto sexual y el amor en los primitivos, tiene una finalidad común con otros seres vivos, y especialmente con aquellos que filogenéticamente denominamos como superiores, la satisfacción de un deseo que tiene como fin la conservación de la especie. Veíamos que la sexualidad estaba al servicio de dos finalidades fundamentales: la conservación de la especie y la realización de las personas. Ahora fíjense, que fisiológicamente ocurre lo mismo en los seres vivos en general, que en los seres humanos en particular. ¿Será ésta una de las razones por las que tan escasísimas manifestaciones de homosexualidad encontramos en el reino animal? Porque para encontrar homosexualidad en el reino animal hay que buscar como una aguja en un pajar. Y las supuestas manifestaciones de homosexualidad del reino animal, no pasan de ser pseudo manifestaciones, que intentan gratificar sus pulsiones libidinales en época de celo. ¿Y eso se considera una manifestación de homosexualidad?. No hay base sería para contestar de manera afirmativa. Fíjense entre algunos de los pueblos primitivos, los niños y los adolescentes, de ambos sexos, antes que llegue la pubertad se entregan a actos ocultos que nadie osaría calificar de anormales, dentro de sus tribus. No hay en ello nada de vicioso, ni degradante. Puesto que para que haya vicio o pecado es necesario que antes haya Ley moral que sancione. Dice la Escritura en Romanos 5:13: Donde no hay ley no se inculpa de pecado. ¿Y qué pasa? ¿Hay problemas de homosexualidad entre estos chicos y chicas? No. Cuando llega la pubertad tienen sus rituales de iniciación, autorizados por los mayores de la tribu, se casan y no tienen los problemas que los adolescentes tienen entre nosotros. Porque tienen un modelo para cuando son niños y un modelo para cuando son adultos. Y cuando llega la pubertad se les considera adultos y se les incluye en un rol para adultos. Están preparados para eso. Se casan muy jóvenes. Aquí, entre nosotros, hay un vacío porque hay un modelo para niños, y un modelo para adultos, pero no hay un modelo para adolescentes. Y ahí en ese vacío nosotros somos bastante más primitivos que los pueblos primitivos, que no necesitan mandar al adolescente al psicólogo o al psiquiatra, al psicoanalista o al mago del clan o de la tribu porque no tienen los problemas psicoemocionales que nuestros adolescentes padecen.
Pero prosiguiendo con nuestras consideraciones, en cuanto a las perversiones sexuales o inversiones sexuales de los salvajes, encontramos que son excepcionales. Voy a declararles en qué parte se encuentran y por qué. Se han encontrado en algunos puntos aislados de África casos de pederastia, pero casi siempre condicionados por la influencia de los europeos o de los árabes. El medio tiene mucha influencia. Entre los indios de América es extremadamente raro que pueda aparecer un caso de homosexualidad, y hablamos de homosexualidad masculina, porque femenina no existe. Hubo un tiempo en que en las islas Hawai se dieron casos de homosexualidad, limitada a los cortesanos del Rey a quien la ley prohibía contraer matrimonio. Como el instinto sexual es muy poderoso si no puede realizarse de manera heterosexual, intentará gratificar su deseo de manera homosexual. El instinto sexual tiene tanta fuerza que tiene que salir por alguna parte. Es decir no se le puede poner una coraza, la rompe. Pero si aquí había manifestaciones de homosexualidad es porque se les prohibía la realización natural, no solo fisiológica, del instinto sexual. Y una cosa para que se tome nota: a veces somos tan represores, que pretendiendo corregir un mal, terminamos por favorecerlo. En Melanesia, donde hay y hubo misioneros cristianos; los misioneros que fueron allí iban con las mejores intenciones, pero vestidos de puritanos. Intentar llegar a un pueblo que tiene una cultura milenaria, que tiene unas tradiciones para ellos sagradas, vestidos de puritanos, es tan alienante y desestructurado que puede generar una tragedia. El Evangelio no se puede llevar, como se llevó en el descubrimiento de América con la espada o la pistola en el pecho y la soga alrededor del cuello para decir: o te bautizas o te mato. En Melanesia los misioneros intentaron poner fin a la costumbre que reunía, a todos los chicos y chicas antes de la pubertad, cuando no podían concebir y tener hijos, en chozas y hablaban entre ellos y se divertían sin la maldad que se presumía que había en sus corazones... Cuando intentaron prohibir esas reuniones, en las que evidentemente había ciertas manifestaciones de realización sexual, -pero los melanesios no tenían los diez mandamientos, ni estaban sujetos a esa ley, ni tenían ese conocimiento de una moral puritana corrompida, intentando enseñarles qué decía la Palabra de Dios, asegurándoles que sus prácticas constituían un pecado terrible, y por consiguiente estaban abocados a la perdición eterna, ¿saben lo que consiguieron? Generaron un número elevado de casos de homosexualidad. Cuando consiguieron prohibir con mano dura y puño de hierro las prácticas, según ellos nefandas de los aborígenes, desencadenaron una pandemia de homosexualidad. Estas reflexiones son fuertes pero son reales. Se puede afirmar, en suma, desde el punto de vista científico que los vicios contra la naturaleza, como los llamaban los evangelizadores, han sido enseñados a los hijos de la selva por los blancos, quienes les han llevado también el conocimiento y padecimiento del alcoholismo y la sífilis. Esto es históricamente cierto. Establecido esto resultan banales las afirmaciones, de los que afirman que la homosexualidad es absolutamente natural, puesto que los hijos de la naturaleza la desconocen por principio. Los llamados salvajes, mientras esta civilización no les alcanza, no son ni invertidos ni pervertidos. Cuando llega, a algún lugar, la civilización llamada cristiana empieza a aparecer las perversiones y las inversiones.
Bien, una vez dicho esto, el pasaje que hemos leído de Romanos 1 que parece que condena cualquier actividad homosexual, yo entiendo que no puede considerarse así. Planteado de otra manera: ¿El Nuevo Testamento condena algún aspecto de la homosexualidad? Sí. Pero que lo condene ¿quiere decir que condena a las personas eternamente? De ninguna manera. Dios quiere la salvación de todos los seres humanos, pero parece ser que hay algunos que quedan excluidos por ser homosexuales. ¿Las iglesias por quién creemos que están formadas? Las iglesias están formadas por pecadores ¿O es que somos otra cosa? ¿O es que ya porque hemos conocido el evangelio, a nosotros lo del pecado no nos afecta? Y entonces hacemos tal exposición de la gracia que nos olvidamos de cosas que el Señor Jesucristo enseñó como fundamentales. Somos salvos por la gracia, por la fe, esto es verdad, y porque Dios nos ama y porque El nos ha querido regalar en Cristo la salvación. Esto es indiscutible, pero somos salvos ¿para qué? Si recordamos un poco lo que dice Efesios en el capítulo 2 (vs. 9-10): “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”. Solemos argumentar que la Ley murió para nosotros ¿dice la Biblia que la Ley murió? La Biblia dice que nadie se puede justificar intentando cumplir las obras de la Ley, pero no que la Ley esté muerta. La Biblia dice todo lo contrario. La Biblia dice que somos nosotros los que estamos muertos para Ley, no la Ley para nosotros. Y decir esto a la inversa tiene mucha importancia. Nosotros en Cristo hemos muerto, y nuestro cuerpo de pecado fue crucificado con Él en la cruz, hemos muerto nosotros a la Ley, pero la Ley no está muerta. ¿Qué dice Jesús en el sermón del Monte? : Yo no he venido para abrogar la Ley o los profetas, he venido para cumplirla, no para eliminarla; y en otra parte del sermón del Monte añade, que tendrán que pasar el cielo y la tierra antes de que se toque ni una letra ni una tilde de la Ley. Hasta que no pasen, la Ley no está muerta. Porque no podríamos predicar el Evangelio si la Ley estuviese muerta. ¿Con qué base se podría decir a la gente que son pecadores si la Ley está muerta? Dirían, ¿pecadores de qué? Eres un ladrón, eres un adúltero, eres un homicida, y ¿eso por qué? ¿Eso porque lo dice usted? Para mí todo eso de ser ladrón, de ser homicida, de ser homosexual, eso yo no lo veo como usted lo ve. La referencia que tenemos es la Ley de Dios. Y la Ley expresa la voluntad de Dios. No somos salvos por la Ley, pero la Ley es el ayo, el paidogogos, dice el griego, el maestro del niño para llevarnos a Cristo a fin de que seamos justificados por la fe en Él (Gál 3:24); por tanto la Ley no nos salva pero, es como una flecha que nos indica dónde nos podemos salvar, y quién es el Soter, el Salvador. Por otro dalo la Ley nos crea un sentimiento de culpa, necesario para buscar nuestra salvación. Y una vez que somos salvos, ¿Qué es cumplir la voluntad de Dios? Cumplir la voluntad de Dios es cumplir, intentar cumplir aquello que el Señor cumplió Y ¿qué fue lo que el Señor cumplió? La Ley, los diez mandamientos. Y a nosotros, la llamada al seguimiento y a la santificación es a no ser adúlteros, a honrar al padre y a la madre, a no ser ladrones, a no ser homicidas, etc. etc.; es decir, nosotros estamos muertos para la Ley, pero la Ley no está muerta. La Ley será innecesaria, escatológicamente hablando, cuando llegue el tiempo, que Dios tiene reservado, en Su propósito, para el establecimiento pleno de su Reino. Pero en el presente la Ley permanece como un espejo en el que al mirarnos podamos apreciar la fealdad de nuestro rostro.
Muchos piensan que en Romanos capítulo primero se condena todo tipo de homosexualidad. No es verdad. Aquí se condenan muchas cosas, no solo la homosexualidad. ¿Es que los homosexuales son los únicos que tienen una mente reprobada, que hacen cosas que no convienen, que están atestados de injusticia, de perversidad, de malicia, de maldad, llenos de envidia, los únicos que son homicidas, que entran en contiendas, en engaños, en malignidades, los únicos murmuradores, etc. Si solo aplicamos este pasaje a los homosexuales, parece que son solo los homosexuales los aborrecedores de Dios, los odiadores de Dios, los injuriosos, los soberbios, los altivos, los inventores de males, los desobedientes a los padres, los necios, los desleales, que están sin afecto natural, los implacables, los que no tienen misericordia. ¿Y cuando un homosexual da la vida por un ser humano, también es implacable y sin misericordia? Porque estas cosas pasan. Aplicar este capítulo primero, de Romanos, que esta describiendo las consecuencias de la caída y de la represión de Dios en lo más profundo de corazón del hombre, solo a los homosexuales, -yo les digo, y no pretendo ser dogmático- me parece horrible. Los dogmatismos destruyen la comunión entre las iglesias, y a una iglesia dentro de sí misma. Entonces ¿qué homosexualidad es la que se critica y condena aquí? Aquí no que se critica al niño que cuando tiene cinco años empieza a sentirse niña por dentro, y cuando nadie le está imbuyendo ese pensamiento, empieza a cambiar sus costumbres y va desarrollándose, y crece y llega a la pubertad y resulta que se da cuenta de que no le gustan las niñas como pareja amorosa, sino que le gustan los niños. Pero como tiene una conciencia (hay una conciencia y una ética social que reprueba la homosexualidad) se siente culpable. ¿Qué se reprueba aquí? ¿cualquier tipo de homosexualidad? En absoluto. Yo sostengo que muchos homosexuales, no todos, están emocionalmente enfermos y no lo saben. Lo que saben es que es un chico y se siente chica por dentro, o que es una chica y se siente chico, o que no le gusta o no se enamora de una persona del otro sexo sino de una de su mismo sexo, y cuando le llegan los mensajes de que la homosexualidad es igual que la heterosexualidad, que no importa, que eso es natural, que es que ya nació así, que es que tiene un gen que dirige ese proceso, que es que tiene una alteración en el cerebro que informa esa conducta, etc. Para amortiguar los sentimientos de culpa de su propia conciencia, termina aceptándolo, como mecanismo de defensa, para encontrar un equilibrio psicoemocional en su vida. Pero también puede llegar a la adolescencia y no inclinarse ni a una parte ni a otra, y quedarse en una situación preocupante, anímicamente hablando. Pues aquí solo se condena a aquellas personas que siendo heterosexuales durante una parte importante de su vida, decidieron ellas voluntariamente cambiar esa situación. Esto es otra historia. Esto no tiene nada que ver con el homosexual que no sabe por qué es homosexual, que incluso no quiere ser homosexual, y lucha denodadamente, cuando no agónicamente, para superar esa tendencia y no lo consigue. Sufre en lo más profundo de su alma, se desgarra por dentro esperando la liberación que nunca llega. A mi consulta han llegado personas con la siguiente actitud: “Yo creo que soy un chico normal desde el punto de vista físico y desde el punto de vista genital, ¿entonces por qué a la mayoría de chicos como yo, les gustan las chicas y a mí me gustan los chicos?. Cuando a esa persona que busca la verdad, enterrada y reprimida en lo más profundo de su ser, se le somete a un tratamiento de psicoterapia y se descubren las causas generadoras de su homosexualidad, muchas de esas personas se liberan y cambian. Otras deciden que no van ni en una dirección ni en otra. Otros, después de conocer la verdad, deciden seguir el camino de la homosexualidad, pero con una diferencia, ahora ya saben por qué son homosexuales; y el hecho de saber por qué lo son y cómo llegaron a eso, haciendo consciente lo inconsciente, les permite mantener una homeostasis emocional que antes no podían conseguir. No obstante, en estas circunstancias su conciencia seguirá funcionando y no lograrán erradicar completamente las raíces de amargura que sigue habiendo en el fondo de su corazón. En el corazón del hombre hay muchos contenidos que cuando ascienden a la conciencia (al YO) contaminan y desestructuran su vida. Pero además en el corazón del hombre hay un arquetipo, un tipo psicológico universal, de la imagen reprimida de Dios desde la caída. Soy una de las pocas personas en el mundo que defiende esto. Pero les puedo decir que algún psiquiatra eminente de verdad, discípulo de Sigmund Freud, pero que orientó sus conocimientos en un sentido psicoanalítico, muy particular, escribió un libro que se llama LA PRESENCIA IGNORADA DE DIOS. Un libro pequeñito, pero un libro precioso donde dice exactamente lo que yo estoy intentando trasmitirles... LA PRESENCIA IGNORADA DE DIOS de Víctor Franlk sostiene que en lo más profundo de nuestro ser existe una imagen arquetípica de Dios reprimida.
Desde mi punto de vista la conversión consiste en que esa Imago Dei reprimida asciende a la conciencia desde lo más profundo de nuestro corazón. El Dios reprimido se hace consciente, y la persona vivencia su campo yóico inundado por la Trascendencia y toda su realidad y su vida toman una dimensión de realización eterna, de la vivencia por el tiempo indefinido. Cuando una persona se convierte es cuando ese Dios que tenemos sepultado y reprimido en lo más profundo del corazón se hace consciente. Y la civilización humana en la medida que avanza deviniéndose en la filosofía nefasta de Frederic Nietzsche del Superhombre y de la Muerte de Dios, refuerza la represión de la imagen de Dios, que el hombre lleva impresa en lo más profundo de su ser. Cuando en Romanos 1 dice que la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen (gr: reprimen) con injusticia la verdad, quizá se está hablando de aquél paso de la reflexión del que Teilhard de Chardin matizaba en su curva de la corpusculización. Habiendo realizado la interpretación de Romanos 1:18-32, dejaremos la exégesis y hermenéutica de los restantes textos novotestamentarios, que tratan de la homosexualidad, para el capítulo siguiente.

Fuente: Protestantedigital, 2015.

miércoles, 22 de abril de 2015

Alma y cuerpo, resurrección y misión



La primera condición de una evangelización genuina es la crucifixión del evangelista. Sin ella el evangelio se convierte en verborragia y la evangelización en proselitismo.
Por. Juan Stam, Costa Rica
Se ha dicho, con mucha razón, que acostumbramos predicar el evangelio a las personas como si fueran sólo “almas” y no tuvieran cuerpo. ¿Qué significa la resurrección de la carne para la misión y la proclamación de la iglesia hoy?
1) Primero, significa una evangelización afirmativa.
Según 2Cor.1:20 Jesucristo es el Sí y el Amén de Dios. Y en la resurrección de Cristo, y la nuestra, vemos que la vida no termina con un “no”, ni con signo de interrogación. Termina con un “sí” enfático, y desde ese sí afirmativo debe de nacer nuestra evangelización. Debemos ser gente positiva porque Cristo resucitó. Hay mucho de negativo, y tenemos que ser realistas, pero lo negativo nunca debe de prevaler ni en nuestra vida ni en nuestra evangelización. El “amén”, que es el “Sí” de Dios y el “sí” nuestro a Dios, debe de expresar toda la realidad de la resurrección en nosotros.
2) Nuestra misión debe realizarse en el poder de la resurrección.
En una oración verdaderamente sorprendente, cargada de superlativos y sinónimos enfáticos, Pablo pida a Dios que nos permita conocer “la supereminente grandeza del poder de Dios para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos...:” (Ef 1.19s)
¡Qué increíble! El mismo poder con que Dios resucitó a Cristo, nos ha resucitado de nuestra muerte espiritual (2:1) y opera en nosotros ahora, aunque no lo reconozcamos. Pablo pide a Dios abrirnos los ojos (1:18) para darnos cuenta de nuestros recursos poderosos en Cristo. Por eso Pablo afirma que hemos muerto y resucitado con Cristo. En otra oración Pablo expresa su supremo deseo de “conocerle a Él y el poder de su resurrección, siendo partícipe de sus sufrimientos” (Fil 3:10s), que él describe como “la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús” (3.8). El poder de la resurrección de Cristo no es solamente futuro, que en el día final el poder de Dios nos va a resucitar. Ese poder opera en nosotros ahora. Entonces en la fuerza de la resurrección de Cristo llevamos el poder de la vida y de la salvación a otras personas. No tenemos que confiar en poderes nuestros (retórica, medios técnicos, encuestas); el poder de la evangelización tiene que ser el poder que nació en una tumba vacía. Paradójicamente, como indica Pablo en Fil 3.10, el único camino al poder de la resurrección es la Cruz. Antes de entrar en ese poder hay que asumir la cruz.
Es dramático el caso de los dos testigos de Apoc. 11. Mientras soplaban fuego y castigaban la tierra con toda clase de plagas (11.5s), no lograban nada sino atormentar a la gente (11.10). Tenían que morir con Cristo, llevando su vituperio (11.7-10), y resucitar con él a novedad de vida y poder (11.11s). Entonces muchos “dieron gloria al Dios del cielo” (13) [11] Aunque Cristo no figura en el relato (sólo se menciona en 11.8 para identificar a Jerusalén), él es de hecho el personaje central. Si hemos de tener poder en tiempos de tribulación, la pasión de Jesús tiene que “duplicarse” en nuestra propia muerte y resurrección con él.[12]
René Padilla tiene una frase muy impactante en su libro Misión Integral: La primera condición de una evangelización genuina es la crucifixión del evangelista. Sin ella el evangelio se convierte en verborragia y la evangelización en proselitismo (p.25). Hoy día muchos esfuerzos de evangelización comienzan más bien con la exaltación y promoción del evangelista. La evangelización no puede basarse en la imagen de glamour o éxito, elocuencia o importancia, del evangelista.
De su propia “campaña evangelística” en Corinto, San Pablo dijo que no había ido con elocuencia ni sabiduría sino con debilidad y mucho temor y temblor. Si Pablo hubiera venido así a alguno de nuestros grandes estadios, lo tendríamos por un fracaso y el año entrante invitamos mejor a Apolos. Pero Pablo se propuso no saber nada sino a Cristo y éste crucificado, y el poder de su resurrección. Muy difícilmente se va a manifestar el poder de la cruz y resurrección en un esquema personalista. El poder de la evangelización tiene que ser el poder de la cruz y la resurrección, y sólo eso.
3) Debe ser una evangelización encarnada.
Nuestra Biblia comienza con la creación del cuerpo humano, termina con la resurrección de la carne, y en su centro vital proclama el hecho increíble de que el mismo Creador se hizo carne. Para salvarnos, Dios se manifestó en una vida humana, de carne y hueso como nosotros. La encarnación fue el método supremo de Dios tanto para su propia revelación como para la salvación nuestra (Jn 1:12ss, 16) [13].
Y el Verbo fue hecho carne y habitó entre nosotros, y vimos su gloria como gloria del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad...A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer (Jn 1.14,18). Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros tiempos nos ha hablado por el Hijo (Gr: “en Hijo”)...habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo... (Heb 1:1-3; cf 1Tm 3:16). Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne... (Rm 8:3). Y a vosotros....ahora os ha reconciliado en su cuerpo de carne, por medio de su muerte, para presentaros santos y sin mancha.... (Col 1:21s). El Hijo fue enviado en carne, hecho una vida humana, y de la misma manera él nos envía a nosotros (Jn 20:21). Nuestra evangelización comienza con la presencia manifiesta de Cristo en nosotros, haciendo acto de “residencia” en medio de la comunidad humana y reflejando su gloria, gracia e integridad (Jn 1:14). Evangelizar no es sólo hablar, ni comienza con palabras. Comienza con una vida que encarna el amor y el poder del Crucificado y Resucitado.
 4) La resurrección implica también una evangelización humanizadora, que no deshumaniza sino humaniza.
Esto se basa tanto en la encarnación como en la resurrección. Cristo se hizo humano para hacernos humanos a nosotros. Como hemos visto, el Cristo resucitado era impresionantemente humano en su presencia entre los discípulos. Aun ahora, a la diestra del padre, el sigue siendo el Mediador, “Jesucristo hombre” (1 Tm 2:5). También el evangelio debe hacernos más humanos a nosotros. Nuestra evangelización no siempre ha tenido esta característica. A veces una “conversión” puede convertir una persona en un fanático religioso, menos humano de lo que era antes. Especialmente preocupante es el nivel de prejuicio e intolerancia en algunos círculos cristianos, especialmente fundamentalistas. Eso, en nombre del evangelio, puede deshumanizarnos más bien. Si el evangelio nos hace menos humanos, ¿qué evangelio va a ser? Don Kenneth Strachan, en su brillante libro El llamado ineludible, sugiere que el fundamental punto de partido para toda evangelización es algo que compartimos con todos los demás: nuestra común humanidad. Cuánto más rica y profunda sea nuestra humanidad en Cristo, más auténtica será nuestra evangelización.
5) La resurrección nos convoca a una evangelización en pro de la vida.
La resurrección es una afirmación de la vida humana y del cuerpo. Por eso la evangelización debe promover la salud integral de la persona, pues la resurrección nos librará al fin de toda dolencia. Esa salud perfecta escatológica se prefiguraba ya en los milagros de sanidad de Jesús, que anticipaban la resurrección del cuerpo.[14] Cada sanación que Jesús hacía era ya un signo de la resurrección del cuerpo, libre para siempre de enfermedad y muerte. Y la iglesia debe ser un instrumento de sanidad, un vehículo de salud y de Shalom. Si Dios sana por su palabra poderosa en nombre de Cristo, a su nombre gloria. Si Dios sana por una clínica que levanta una iglesia, a su nombre gloria. Un médico dijo: “Dios es quien sana y nosotros solo cobramos”. Dios cura por la medicina o por su palabra sanadora, a como sea su voluntad. Pero hay también iglesias malsanas, que enferman a la gente, y la iglesia no está para eso. Una vez la esposa de un profesor universitario me preguntó: “Hermano Juan, ¿qué hago? Metí a mi hija en un colegio evangélico y le han atemorizado con eso de la gran tribulación y con el infierno. La pobre grita en la noche y no puede dormir, porque le han inculcado un mensaje patológico”. Una evangelización desde la resurrección es una evangelización por la vida.
En Centroamérica estamos en una lucha entre vida y muerte. Jesucristo es vida y verdad, el diablo es muerte y mentira (Jn 8:44). Dice Julia Esquivel: “Vivo cada día para matar la muerte”. Cristo es “muerte de nuestra muerte y vida de nuestra vida”. Nosotros debemos vivir para darle muerte a la muerte, y vida abundante a todos los que nos rodean:
Vivo cada día para matar la muerte,
muero cada día para parir la vida;
y en esta muerte de la muerte muero mil veces
y resucito otras tantas
desde el amor que alimenta de mi pueblo la esperanza.
6) Como mensaje de la resurrección, nuestra misión es misión esperanzadora.
Los que creemos en la resurrección debemos ser contagiosos de esperanza. La resurrección nos muestra que la escatología cristiana, lejos de ser primordialmente un mensaje de amenaza o terror, es un mensaje profundo de esperanza. La gente que se han encontrado con nosotros no pueden no esperar; el esperar nace naturalmente de la resurrección. La fe en la resurrección será un contagio evangelizador. Hay un himno del himnólogo argentino Federico Pagura, que remacha todos los temas que hemos visto en este capítulo:
Porque El entró en el mundo y en la historia,
porque quebró el silencio y la agonía,
porque llenó la tierra con su gloria
porque fue luz en nuestra noche fría,
Porque El nació en un pesebre oscuro
porque vivió sembrando amor y vida,
porque partió los corazones duros
y levantó las almas abatidas,
Porque atacó ambiciosos mercaderes
y denunció maldad e hipocresía.
Porque exaltó los niños y mujeres,
rechazó a los que de orgullo ardían,
porque El cargó la cruz de nuestras penas
y saboreó la hiel de nuestros males
porque aceptó sufrir nuestra condena
y así morir por todos los mortales.
Por eso es que hoy tenemos esperanza,
por eso es que hoy luchamos con porfía,
por eso es que hoy miramos con confianza,
el porvenir en esta tierra mía y nuestra.
¡Que Dios nos de fe y alegría en la resurrección de nuestro Señor, y mucha esperanza!

Referencias bíblicas:
[11] Es notable que éste es el único pasaje del Apoc donde la gente responde positivamente. En los demás pasajes el resultado es que “sin embargo no se arrepintieron” (9:21; 16:21)
[12] Ver nuestro artículo, “La misión en el Apocalipsis” en Bases bíblicas de la misión, René Padilla ed. (Grand Rapids: Nueva Creación 1998), pp. 368-372.
[13] Cf W. Dayton Roberts, “Encarnación” en Diccionario Ilustrado de la Biblia, Wilton M. Nelson ed (Miami: Caribe 1974), p.197.
[14] Cf Oscar Cullmann, “El rescate anticipado del cuerpo humano según el N.T.” en del evangelio a la formación de la teología cristiana (Salamanca: Sígueme 1972), pp. 135-150.

Fuente: Protestantedigital, 2015.