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domingo, 29 de julio de 2007

ANDREA SANTORO NOS MUESTRA QUE SER CRISTIANO IMPLICA SER CONSTRUCTOR DE PUENTES…

Ignacio Simal hace rato escribió una reflexión titulada el pecado imperdonable es creer diferente. En ella nos hablaba de un hombre que tuvo que romper con su propia estructura mental y religiosa, para poder ser un constructor de paz. No es fácil ser constructores de paz en un medio hostil como es Turquía, ya que en ese país confluyen diversos grupos religiosos como el Islam, judaísmo y el cristianismo. No es malo que exista una diversidad de grupos, no serlo estaríamos en contra de la filosofía contemporánea, que permite la flexibilidad y la convivencia en materia religiosa. Cosa que no entienden la gran mayoría de fieles de una comunidad religiosa, al no romper ciertos moldes terminan siendo mercenarios en nombre de lo que creen, y la única forma para defender su creencia no es el dialogo sino la eliminación física, social. Esa es la razón de lo que vivió el sacerdote católico Andrea Santoro, él sabia lo que hacia, pero a pesar de todo se la jugó como todo aquel que busca construir caminos y puentes de paz entre grupos religiosos, Santoro por ser cristiano, asumió que la vida en Cristo se vive en acción por el Otro, por lo que sufren y luchan por un mundo mejor, ese mundo mejor es vivir unido en medio de la diversidad. Santoro como persona sabia que en la vida hay tres tipos de personas: “Las que no saben lo que esta ocurriendo, las que observan lo que esta ocurriendo y las que hacen que ocurran las cosas”

No se a que tipo de persona pertenece usted, tal vez al primero que no sabe lo que ocurre en su lugar ni en su País. O es del segundo tipo de los que ven y no se mueven por cambiar el curso de la situación de su iglesia, ciudad, etc. O tal vez usted es del tercer tipo, de ese grupo que da su vida por los amigos y por los otros, de ese grupo fue Santoro, porque los hombres del camino hacen teología en el caminar, en sus vivencias y sobre todo construyen puentes entre diversos grupos, como lo hicieron los grandes hombres de fe que nuestra historia cristiana guarda como legado; Santoro es un legado, porque fue un constructor de puentes entre “el Islam, el judaísmo y las iglesias cristianas”, los hombres de fe sabemos que la fe siempre nos lleva a la acción, no se puede creer en la pasividad, no se puede vivir en medio del caos como viven millones de colombianos, no se puede predicar en los pulpitos la ortodoxia de una comunidad que solo se limita a religar y manipular una congregación, con el pretexto que solo Cristo puede remediar la situación. Los hombres de acción han sido hombres de fe. Es importante saber que la acción del creyente demanda fe, ésta demanda acción. El planear un programa de constructores de paz y el esfuerzo por lograr esa paz demanda un acto de fe.

Richard Wolfe, en su libro Man at the Top, dice: que cuando Dios crea a un líder le da la voluntad para la acción. De este modo, Dios obra en el pueblo Filipenses 2: 13. Esto nos interpela como lideres, ministros, pastores y creyente, que representamos a Cristo en nuestras comunidades de fe, valdría la pena preguntarnos ¿Qué cosa asumimos en medio de la situación actual? ¿Qué desafío nos deja el perfil de liderazgo de Santoro? ¿Qué clase de puentes estamos construyendo en medio de una sociedad conflictiva como es Colombia? ¿Qué clase de cristianismo estamos compartiendo en Francia, España u otro con respecto a la ola de persecución con los latinoamericanos? ¿Qué puentes estamos construyendo con los grupos gay, indigenismo y afroamericano? ¿Qué pasa con los pastores y líderes colombianos que observan la situación de hermanos y compatriotas que sufren y mueren por la ola de violencia? No se que clase de cristianismo usted aprendió, pero Santoro nos muestra que ser cristiano implica se constructor de puentes con otras religiones, con otros géneros con el objetivo de vivir en paz.

viernes, 13 de julio de 2007

LUCAS 1 Y 2 BAJO UNA PERSPECTIVA FEMINISTA

El artículo es interesante en su marcado énfasis feminista, a pesar de los posibles errores que uno pueda encontrar, por la poca profundidad exegética que nos acostumbran los especialistas en exégesis bíblica. Este documento es importante porque nos muestra el proceso histórico del plan de Salvación que Dios materializa desde el anuncio, nacimiento de Juan y Jesús. La autora en estos pasajes hace una relectura desde una visión feminista y mediada por el contexto social e histórico de sus personajes. Con estos ingredientes, la autora nos muestra una fuerte discriminación (que un lector común no percibe) “de la estéril anciana y del confinamiento de la virgen dentro de las estructuras sociales y eclesiásticas patriarcales”. Ahora paso a resumir de la siguiente manera:

Lc 1 – 2 – Según nuestra autora – se ha comprendido como una prehistoria del evangelio, el cual, en una unidad propia presenta el ciclo del nacimiento de Juan Bautista y de Jesús. Solamente después de esto, a partir de 3, 1 “comienza entonces el evangelio en el sentido tradicional de Marcos, con el anuncio del Bautista”, cita otro a Rodríguez (1998), dice que estos autores conciben este relato comienza en la fase adulta de Jesús. Esto denota problemas teológicos que están ligados a la concepción racionalista, la cual discrimina la participación de otras personas consideradas como retardadas. Richter Reimer desea que sus lectores comprendan que Lc 1 – 2, desde el inicio del evangelio de la anunciación, como del nacimiento y la infancia de Juan Bautista y de Jesús ya están presentes las características históricas – teológicas de la toda la obra lucana. Lc 1 – 2 es evangelio pleno, concretización de la historia salvífica del Emanuel. No podemos reducir las experiencias que son ya vivencias de la Buena Nueva a pre – historia y descalificarlas igualmente por el hecho de estar construidas con elemento de la tradición veterotestamentaria – judaica (…); ellas sencillamente son historia salvifica de Dios junto a su pueblo. Dios salva a todo un pueblo y a la humanidad; Dios salva refiriéndose al feto no solo a una persona, sino a toda la creación (…). Dios salva en su relación – presencia con mujeres portadoras de Su vida.

El protagonismo de las mujeres es elemento fundamental de esta historia. Lucas inicia su obra con ellas, y el testimonio de ellas, es referente también para cerrar su evangelio. Por lo tanto, Lc 1 – 2 y Lc 24, establecen las bases teológicas, histórico – sociales sobre las cuales se construye el camino de Jesús y de las comunidades originarias con la participación decisivas e igualitarias de las mujeres. Lo cotidiano de la historia. La historia de Dios se hace realidad en la historia cotidiana y vivida en el cuerpo de mujeres y de hombres. Esta historia se hace inmanente, trascendiendo, además, la concepción y la comprensión limitadas y limitantes de la condición humana al interior de esta historia. Esta historia personal aparece relacionada con la historia general. Y la cronología de las anunciaciones y de los embarazos aparece colocada junto a la cronología de la historia de Israel.

La conexión de las historias. La composición final del evangelio, demuestra un hermoso trabajo literario y teológico. Interrelaciona las historias de Juan y de Jesús. No pretende apenas relatar dos leyendas, sino más bien las conecta de tal forma que cada anuncio y nacimiento, suceden paralelamente. Se da una simetría en dos movimientos principales. El primer movimiento concluye con el encuentro de las dos mujeres embarazadas en la casa, celebrando y vivenciando el anuncio de la liberación. El segundo, termina con el encuentro de la familia y la comunidad en el templo, celebrando la Pascua de liberación. Aunque, Richter Reimer estudia solamente el primero, en el cual analiza el paralalelismo de la narración y los puentes construidos en la estructura de los pasajes mencionados (…). Según ella, estas narraciones pertenecen al material propio de Lucas, construidas con una belleza estética y una profundidad teológica sin par. De lo anterior, pasa al análisis de esta pieza que comparto en brevedad:

A 1, 5 – 25 Anunciación I
A´ 1, 26 – 38 Anunciación II
B 1, 39 – 56 Visita y alabanza en la casa
Maria recibe la bendición de Isabel
C 1, 57 – 80 Nacimiento I
C´ 2, 1 – 40 Nacimiento II
D 2, 41 – 52 Maria queda maravillada con Jesús.

Concluye Richter Reimer que Lucas narra la historia de Isabel y Zacarías, haciendo un middrash de la historia de Sara y Abraham, utilizando las narraciones de Gn 16 – 18 en relación a la esterilidad de Sara y la edad avanzada de ambos. La presentación de Isabel y Zacarías abre la narrativa de Lucas, situándola histórica – políticamente y teológica – tradicionalmente. (…). En la presentación de Sara y Zacarías la esterilidad de ella en primer plano, es causa de su sufrimiento y discriminación de las mujeres. El primer testamento destaca la esterilidad de las mujeres dentro del plan salvífico de Dios, que transforma la situación personal de esas mujeres, colocándolas como referencial y punto de partida para el Nuevo Testamento que marcará la historia de todo el pueblo (…). La discriminación de personas ancianas es afirmada tres veces como motivo de no poder tener hijos, junto a las dos afirmaciones sobre la esterilidad de Isabel. Por lo tanto, las personas ancianas de nada sirven para la ideología del Estado y sistemas romanos; asi los hijos que nacieran de mujeres ancianas eran rechazados por la sociedad en general. Esta visión del contexto ideológico – legal y medico, evidencia una radical oposición ofrecida por la narración y la experiencia contenidas en el texto de Lucas, invierte el orden establecido en ese contexto, privilegiando que lo radicalmente nuevo, fuerte, grande y liberador nazca de la mujer y del hombre ancianos, descartados en su dignidad, placer y participación, y que ya no sirven más al sistema ideológica y culturalmente establecido y mantenido por las élites romanas. Esto nuevo es concebido subversivamente como “grande” con función liberadora, cuestionando la practica romana del abandono de las criaturas nacidas de personas ancianas.

Todo esto demuestra que Dios penetra todos los niveles de la vida cotidiana. Lo divino se manifiesta en el Santísimo en el templo, pero se realiza en el espacio de lo cotidiano que se torna sagrado (…). Esta dos historias enlazada en la problemática social de mujer, ancianidad. A partir de esa marginación y discriminación comienza una nueva historia de participación, de subversión de valores en la casa y en la sociedad, de restauración de la dignidad de todos los cuerpos hambreados de pan y de felicidad. Richter Reimer, en RIBLA, 44 (2003) pp. 32 – 52.