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martes, 12 de octubre de 2010

Memoria y paz. Una reflexión acerca del 12 de Octubre

Por José Oyanguren, Argentina*

Pensar acerca del 12 de Octubre dentro de la conmemoración del Bicentenario de nuestra nación me genera ciertas incomodidades, como ciudadano, cristiano y acompañante pastoral de iglesias y comunidades indígenas tobas/qom. En primer lugar, el 12 de Octubre evoca la llegada de un pueblo conquistador, ambicioso y opresor a nuestra América Latina. Pueblo ante el cual los primeros habitantes de Argentina estuvieron sometidos. El bicentenario de nuestro país reflota recuerdos de una nación que de oprimida se transformó rápidamente en opresora y conquistadora, es decir, que no aprendió la lección sobre lo que hizo. Desde la mirada de los pueblos indígenas del Gran Chaco Argentino (1), no tiene tanto que ver 1492 como 1884 (2), Colón como Roca o Victorica.
Quiero rescatar dos características del pueblo de Dios que pueden ayudarnos a enmarcar una pastoral indígena que sea sanadora y equilibrada: la memoria y la paz.
El pueblo que no tiene memoria, no tiene identidad. Y sin identidad, no se entiende el presente, y el futuro se torna incierto. Ya en la primera noche fuera de Egipto, Dios ordena guardar ese día como recordatorio para todas las generaciones por venir (Éx 12:42). Luego solicita a cada jefe de familia que relate verbalmente lo que Dios había hecho con ellos (Éx 13:8). Hay fiestas comunitarias que deben ser celebradas con el objetivo de generar preguntas en las nuevas generaciones y así relatar los hechos pasados (Éx 13:10-16).
Vemos así una planificación socio-cultural que alude constantemente a la memoria del pueblo. El autor del Salmo 76 pertenece a la generación intermedia, la que no vio pero sabe por la tradición oral y se encarga de transmitir lo recibido. A la verdad no hay que ocultarla sino saber contarla. En nuestros días existen muchas instituciones y ONGs que realizan actos, eventos y charlas a fin de refrescar la memoria del pueblo indígena y su triste historia de avasallamiento y conquista. Pero allí quedan, promoviendo una conducta de rencor, odio y resentimiento en contra del “blanco” (3), tomando una iniciativa ni siquiera sugerida por las comunidades.
El Salmo 85 nos habla de dos caras de la misma moneda, la justicia y la paz. No se debe hacer justicia a cualquier precio sino buscar los pasos necesarios para acciones reivindicatorias que no alteren el respeto del prójimo y la paz social. Jesús no se acopló a los cananitas aunque la causa por la que ellos luchaban era justa. No estuvo de acuerdo con sus métodos. Aún en aquella noche cuando fue arrestado, estuvo en desacuerdo con Pedro y eligió el camino de la cruz y el perdón (Lucas 22:47-53). Como discípulos de Cristo somos llamados a ser pacificadores (Mateo 5:9) en contextos de desigualdad económica, racial, etc. Debemos ser promotores de reconciliación. Un pueblo que no busca la paz se autodestruye.
No se pueden obviar las atrocidades que han sufrido los pueblos de América Latina, y en especial de Argentina. Que el dolor no nos lleve a un lamento que calme nuestra conciencia sin ninguna acción concreta. Mi desafío es no ser un indigenista que defiende causas sólo por estar unidas a un grupo social o étnico, o para alimentar un ego “mesiánico”. Más bien, busco la ayuda de Dios para ser un discípulo de Jesús en el camino de la cruz, por la memoria y la paz.

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(1) Región geográfica que abarca las provincias de Formosa, Chaco, Salta, Jujuy, Santiago del Estero, parte de Tucumán y Córdoba, y que es parte del Gran Chaco Sudamericano (Paraguay, Argentina y Bolivia) en donde habitan 200 etnias indígenas.
(2) Fecha citada como inicio de la campaña militar al Chaco a cargo de Benjamín Victorica, fecha hasta la cual el Chaco estuvo gobernado por sus habitantes originarios. Luego de más de 300 años de intentos por conquistar el Chaco, surgieron de los gobiernos argentinos.
(3) Conversaciones personales con hermanos tobas/qom.

Fuente: El blo del Dr. René Padilla. Fundación Kairos

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