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lunes, 27 de mayo de 2013

¿Quien fue Dietrich Bonhoeffer?

Por. Todd A. Kappelman, EE.UU*
Desde su muerte en 1945, y especialmente en los últimos diez años, los escritos de Bonhoeffer han estado despertando un interés notable entre los cristianos de todas las edades. Así que vamos a examinar los méritos de leer las obras de Dietrich Bonhoeffer. Lo haremos analizando al hombre y su lugar específico en el canon de escritores cristianos, su trasfondo y contexto histórico y, finalmente, tres de sus obras más importantes e influyentes. La importancia de Bonhoeffer comienza con su oposición al partido nazi y la influencia del partido en la iglesia alemana durante el surgimiento de Hitler. Este interés lo llevó a áreas de cuestiones ecuménicas cristianas que posteriormente serían importantes como fundamento de los movimientos ecuménicos contemporáneos. Muchas facciones denominacionales y diversos grupos lo reclaman como su vocero, pero es su vida notable y su autoría de difíciles obras devocionales y académicas que le han ganado un lugar en la historia de la teología del siglo veinte.
Bonhoeffer nació el 4 de febrero de 1906 en Breslau, Alemania (hoy parte de Polonia), y tenía una hermana melliza llamada Sabine. En 1933, antes que Hitler llegara al poder, Bonhoeffer, un ministro de la iglesia luterana, ya estaba atacando a los nazis en transmisiones radiales. Dos años después, era líder de un seminario subterráneo con más de veinte jóvenes seminaristas. Ese seminario es visto a menudo como una especie de monasterio protestante, y es responsable de muchas de sus consideraciones acerca de la vida cristiana en lo que se refiere a la comunidad. Más tarde el seminario fue cerrado por la policía secreta. En 1939, gracias a arreglos hechos por Reinhold Niebuhr, huyó a Estados Unidos, pero volvió a Alemania luego de una breve estadía. Él creía que era necesario sufrir con su pueblo si quería ser un ministro efectivo luego de la guerra. Los últimos dos años de su vida las pasó en una cárcel de Berlín. En 1945 fue ejecutado por su complicidad en un complot contra la vida de Hitler.
Durante el tiempo en que Bonhoeffer estuvo en prisión escribió un libro llamado Cartas y escritos desde la prisión. El manuscrito fue sacado de contrabando de la cárcel y publicado. Estas cartas contienen la consideración de Bonhoeffer sobre la secularización del mundo y el alejamiento de la religión en el siglo veinte. Según Bonhoeffer, la dependencia de la religión organizada había minado la fe auténtica. Bonhoeffer solicitaba un nuevo cristianismo sin religión, libre del individualismo y el sobrenaturalismo metafísico. Dios, argumentaba Bonhoeffer, debe ser conocido en este mundo mientras opera e interactúa con el hombre en la vida cotidiana. El Dios abstracto de la especulación filosófica y teológica es inútil para el hombre promedio de la calle, y éste forma parte de la mayoría de los que necesitan escuchar el evangelio.
Analizaremos tres de las obras más influyentes e importantes de Bonhoeffer en las siguientes cuatro secciones. La primera obra a considerar será El costo del discipulado, escrito en 1939. Esta obra es una interpretación del Sermón del Monte. Exige una vida radical para el cristiano que quiere ser un auténtico discípulo de Cristo. Ética, escrito entre 1940 y 1943, es la exposición teológica más técnica de Bonhoeffer. Detalla los problemas de intentar construir un fundamento ético sobre bases filosóficas o teóricas. Luego analizaremos en mayor profundidad Cartas y escritos desde la prisión, uno de los logros más personales y conmovedores de Bonhoeffer.
El costo del discipulado
La obra más famosa de Bonhoeffer es “El costo del discipulado”, publicado inicialmente en 1939. Este libro es una exposición e interpretación rigurosa del Sermón del Monte y Mateo 9:35-10:42. La mayor preocupación del Bonhoeffer es la gracia barata. Esta es una gracia que ha sido tan diluida que ya no se asemeja a la gracia del Nuevo Testamento, la gracia costosa de los evangelios. Con la expresión gracia barata, Bonhoeffer significa la gracia que ha traído caos y destrucción; es el asentimiento intelectual a una doctrina sin una verdadera transformación en la vida del pecador. Es la justificación del pecador sin las obras que deben acompañar el nuevo nacimiento. Bonhoeffer dice de la gracia barata: “Es la predicación del perdón sin requerir arrepentimiento, el bautismo sin la disciplina de la iglesia, la comunión sin la confesión, la absolución sin la confesión personal. La gracia barata es la gracia sin discipulado, la gracia sin la cruz, la gracia sin Jesucristo, vivo y encarnado”.{1} La verdadera gracia, según Bonhoeffer, es una gracia que le costará la vida a un hombre. Es la gracia hecha costosa por la vida de Cristo, que fue sacrificada para comprar la redención del hombre. La gracia barata surgió del deseo del hombre de ser salvado, pero sin convertirse en discípulo.
El sistema doctrinal de la iglesia, con sus listas de códigos de comportamiento, se convierte en un sustituto para el Cristo vivo, y esto abarata el significado del discipulado. El verdadero creyente debe resistir la gracia barata e ingresar a la vida de discipulado activo. La fe ya no puede significar quedarse quieto y esperar; el cristiano debe levantarse y seguir a Cristo.{2} Es aquí donde Bonhoeffer hace uno de sus reclamos más perdurables sobre la vida del verdadero cristiano. Escribe que “sólo el que cree es obediente, y sólo el que es obediente cree”.{3} Losnhombres se han vuelto blandos y complacientes en la gracia barata y, por lo tanto, están aislados de la gracia más costosa de la abnegación y la humillación personal. Bonhoeffer creía que la enseñanza de la gracia barata provocaba la ruina de más cristianos que cualquier mandamiento de realizar obras.{4}. El discipulado, para Bonhoeffer, significa una adhesión estricta a Cristo y a sus mandamientos.
Es, también, una estricta adhesión a Cristo como el objeto de nuestra fe. Bonhoeffer discute esta firme obediencia en el capítulo tres de El costo del discipulado. En este capítulo, el llamado de Leví y de Pedro se usa para ilustrar la respuesta adecuada del creyente al llamado de Cristo y el evangelio.{5} El único requisito que entendieron estos hombres fue que, en cada caso, el llamado era confiar en la Palabra de Dios y aferrarse a ella como algo que ofrece una mayor seguridad que todas las seguridades del mundo.{6}
En el capítulo 19 del evangelio de Mateo, tenemos la historia del joven rico que pregunta acerca de la salvación, al que Cristo le dice que debe vender todas sus posesiones, tomar su cruz y seguirlo. Bonhoeffer enfatiza la perplejidad de los discípulos que preguntan: “¿Quién, pues, podrá ser salvo?”.{7} La respuesta que reciben es que es sumamente difícil ser salvo, pero que con Dios todas las cosas son posibles.
Bonhoeffer y el Sermón del Monte
La exposición del Sermón del Monte es otro elemento importante de El costo del discipulado. En él, Bonhoeffer asigna un énfasis especial a las bienaventuranzas para entender al Cristo encarnado y crucificado. Es aquí que los discípulos son llamados “bienaventurados” por una lista extraordinaria de cualidades. Los pobres en espíritu han aceptado la pérdida de todas las cosas, especialmente la pérdida del yo, para poder seguir a Cristo. Los que lloran son las personas que viven sin la paz y la prosperidad de este mundo.{8} El lloro es el rechazo consciente del regocijo en lo que el mundo se regocija, y encontrar la propia felicidad y realización sólo en la persona de Cristo.
Los mansos, dice Bonhoeffer, son quienes no hablan en defensa de sus propios derechos. Subordinan continuamente sus derechos y a ellos mismos a la voluntad de Cristo primero y, en consecuencia, al servicio de los demás. Asimismo, quienes tienen hambre y sed de justicia también renuncian a la expectativa de que el hombre puede llegar a hacer del mundo un paraíso. Su esperanza está en la justicia que sólo puede traer el reino de Cristo. Los misericordiosos renuncian a su propia dignidad y se consagran a otros, ayudando a los necesitados, los enfermos y los marginados. Los de limpio corazón ya no están afligidos por el llamado de este mundo; se han resignado ellos mismos al llamado de Cristo y a los deseos de él para su vida. Los pacificadores aborrecen la violencia que se usa tan frecuentemente para solucionar problemas. Este punto será de importancia especial para Bonhoeffer, que escribía en vísperas de la segunda guerra mundial.
Los pacificadores mantienen la comunión donde otros encontrarían una razón para romper una relación. Estas personas siempre ven otra opción.{9} Quienes padecen persecución por causa de la justicia están dispuestos a sufrir por causa de Cristo. Cada causa justa se convierte en la causa de ellos, porque forma parte de la obra general de Cristo. El sufrimiento se convierte en la forma de comunión con Dios.{10} A esta lista se agrega la bendición final pronunciada sobre quienes son perseguidos por causa de la justicia. Estos recibirán una gran recompensa en el cielo y serán comparados a los profetas que sufrieron también. El énfasis de Bonhoeffer en el sufrimiento está relacionado directamente con el sufrimiento de Cristo. La iglesia está llamada a llevar toda la carga de Cristo, especialmente en lo tocante al sufrimiento; si no, se desplomará bajo el peso de la carga.{11} Cristo ha sufrido, dice Bonhoeffer, pero su sufrimiento es eficaz para la remisión de pecados. Nosotros podemos sufrir también, pero nuestro sufrimiento no es para propósitos redentores. Sufrimos, dice Bonhoeffer, no sólo porque es lo que le corresponde a la iglesia, sino para que el mundo pueda vernos sufrir y entender que hay una forma en que los hombres pueden llevar las cargas de la vida, y que ese camino es sólo a través de Cristo. El discipulado, para Bonhoeffer, no estaba limitado a lo que
podemos comprender; debe trascender toda comprensión. El creyente debe sumergirse en las aguas profundas, más allá de la comprensión y la enseñanza cotidiana de la iglesia, y esto debe hacerse individualmente y colectivamente.
La Ética de Bonhoeffer
Ética, la obra de Dietrich Bonhoeffer, fue escrita entre 1940 y 1943. Escrita en forma de conferencias, ésta es su obra más madura, y es considerada como su principal contribución a la teología.{12} La ética cristiana, dice, debe ser considerada con referencia al hombre regenerado, cuyo principal deseo debería ser agradar a Dios, y no con relación a un sistema filosófico hermético. El hombre no es, ni puede ser, el árbitro final del bien y del mal. Esto está reservado sólo a Dios. Cuando el hombre trata de decidir lo que está bien y lo que está mal, sus esfuerzos están condenados al fracaso. Bonhoeffer escribió que “en vez de conocer sólo al Dios que es bueno para con él y en vez de conocer a todas las cosas en él, el hombre sólo se conoce a sí mismo como el origen del bien y del mal”.{13} Con esta declaración, Bonhoeffer ingresó en uno de los problemas filosóficos y teológicos más difíciles de la historia de la iglesia: el problema del mal. Bonhoeffer creía que el problema del mal sólo podía ser entendido a la luz de la caída de la humanidad. La caída causó la desunión entre el hombre y Dios, con el resultado de que el hombre es incapaz de discernir el bien y el mal.{14} Los hombres modernos tienen una vaga inquietud acerca de su capacidad de conocer el bien y el mal.
Bonhoeffer aseveró que esto es, en parte, debido al deseo de certeza filosófica. Sin embargo, Bonhoeffer instó al cristiano a ocuparse de vivir la voluntad de Dios antes de buscar un conjunto de reglas que uno pueda seguir.{15} Y, si bien Bonhoeffer no abogaba por una revelación directa e individual en cada dilema ético, sí creía que el hombre puede tener conocimiento de la voluntad de Dios. Dijo que “si un hombre se lo pide a Dios humildemente, Dios le dará conocimiento cierto de su voluntad; y entonces, después de toda esta búsqueda ferviente, habrá libertad para tomar verdaderas decisiones, y esto con la confianza de que no es el hombre, sino Dios mismo, que, a través de esta búsqueda, pone en efecto su voluntad”.{16} Tal vez nuestra primera respuesta a Bonhoeffer es que parece ser una especie de místico. Sin embargo, es imperativo entender el tiempo en que estaba escribiendo, así como algunos de lo problemas específicos que estaba tratando. La segunda guerra mundial estaba en curso, y las grandes preguntas éticas del siglo estaban confrontando a la iglesia.
Los hombres buenos, y aun los cristianos comprometidos, se encontraban en lados opuestos de la guerra. Sería ridículo suponer que el bien y el mal, en niveles individuales o nacionales, fueran obvios, y que había un acuerdo universal entre los cristianos. En medio de toda esta confusión, un joven pastor-teólogo y miembro de la resistencia sólo podía aconsejar que los creyentes se volvieran a Cristo con la expectativa de que era posible obtener verdaderas respuestas. Este tipo de confianza es sumamente necesaria entre cristianos que enfrentan un mundo desprovisto de respuestas. La fortaleza de la Ética de Bonhoeffer radica, no es su resolución sistemática de los problemas que enfrenta la iglesia, sino más bien en el reconocimiento de que la vida es compleja y que todos los sistemas fuera de la humilde sumisión a la Palabra de Dios están condenados al fracaso. Por perturbador que sea la Ética de Bonhoeffer, es un llamado refrescante a la iglesia contemporánea a arrepentirse y volver a una vida caracterizada por la oración, la marca tradicional de la iglesia primitiva.
La correspondencia de Dietrich Bonhoeffer desde la cárcel
Nuestra consideración final de la obra de Dietrich Bonhoeffer, que fue ahorcado en 1945 por su parte en un intento de asesinato de Hitler, se centrará en sus Cartas y escritos desde la prisión, que comenzó en 1942. Estas cartas representan parte de la obra más madura de Bonhoeffer, así como observaciones perturbadoras relacionadas con la iglesia en los turbulentos años de la mitad del siglo veinte. El ensayo inicial se titula Luego de diez años. Aquí Bonhoeffer se identifica con el mal de los tiempos, y especialmente con la guerra. Habla de las situaciones irrazonables que deben enfrentar personas razonables. Advierte contra quienes son engañados por el mal que está disfrazado como el bien, y clama contra los fanáticos morales equivocados y los esclavos de las tradiciones y las reglas.
Al contemplar los horrores de la guerra, Bonhoeffer nos recuerda que lo que despreciamos en otros no está completamente ausente de nosotros mismos.{17} Esta advertencia contra el desprecio por la humanidad es muy importante a la luz de autores como Ernest Hemingway, Jean Paul Sartre y Albert Camus, cuyo desprecio por la guerra se convirtió en desilusión con la humanidad. Este es un contraste llamativo entre varios testigos de la guerra que llegaron a conclusiones muy diferentes. Las conclusiones de Bonhoeffer fueron el resultado directo de una relación personal con Cristo. Las conclusiones de Hemingway, Sartre y Camus, las observaciones pesimistas de quienes no tienen una esperanza final. Bonhoeffer enfrentó la muerte a diario durante muchos años, y arribó a conclusiones osadas con relación a qué postura podrían adoptar los creyentes ante este suceso último. Él argumentaba que uno podía experimentar el milagro de la vida enfrentando la muerte a diario; la vida podía llegar a considerarse como el don de Dios que es. Somos nosotros mismos, y no nuestras circunstancias externas, quienes hacemos que la muerte sea potencialmente positiva.
La muerte puede ser algo aceptado voluntariamente.{18} La pregunta final planteada en este ensayo inicial es si es posible que hombres comunes y sencillos vuelvan a prosperar luego de la guerra.{19} Bonhoeffer no ofrece una solución clara, que puede ser vista como una perspectiva de los verdaderos horrores de la guerra así como una pregunta abierta ideada para provocar la participación individual en el problema. Mucho antes que películas como La lista de Schindler, Salvar al soldado Ryan y La delgada línea roja, Bonhoeffer informó sobre las atrocidades de la guerra. Algunas de las cartas tratan la brutalidad y los horrores de la vida en los campos de concentración, y uno puede sin duda asegurar la expectativa de ejecución en muchas de sus cartas.
Lo que hace que las cartas sean mucho más importantes que las películas populares es que son indudablemente las confesiones de alguien que está mirando la guerra como cristiano. Bonhoeffer pudo simpatizar con los problemas que enfrentaron los cristianos que vivían en tiempos tan turbulentos. La importancia de Bonhoeffer es difícil de evaluar completamente y precisamente, pero hay dos observaciones que pueden ayudarnos al llegar al final del análisis de su obra.{20} Siempre tenemos que tener en cuenta el momento de sus escritos. Esto explica mucho que podríamos no entender inicialmente. Finalmente, a todo cristiano le haría bien leer las obras de una persona que dio su vida en conexión directa con sus convicciones cristianas. Ha habido muchos mártires en este siglo, pero pocos que hayan registrado tan vívidamente las circunstancias que llevaron a su martirio con sagacidad teológica junto con una visión para la posteridad futura.
 
Notas
1. Dietrich Bonhoeffer, The Cost of Discipleship, trans. R.H. Fuller, rev. ed. (New York: Macmillan, 1960),
30.
2. Ibid., 53.
3. Ibid., 54.
4. Ibid., 59.
5. Ibid., 87.
6. Ibid., 87.
7. Ibid., 94.
8. Ibid., 98.
9. Ibid., 102.
10. Ibid., 102.
11. Ibid., 102.
12. William Kuhns, In Pursuit of Dietrich Bonhoeffer (Garden City, N.J.: Doubleday, Image Books, 1969),
130.
13. Dietrich Bonhoeffer, Ethics, trans. Neville Horton Smith (New York: Macmillan, 1965), 19.
14. Ibid., 20.
15. Ibid., 38.
16. Ibid., 40.
17. Dietrich Bonhoeffer, Letters and Papers from Prison, ed. Eberhard Bethage, trans. Rehinald Fuller and
others, rev. ed. (New York: Macmillan, 1967).
18. Ibid., 17.
19. Ibid., 17. Alejandro Field
Acerca del autor
*Todd A. Kappelman es un asociado de campo de Probe Ministries. Se graduó en Religión y Griego en Dallas Baptist University, y en Filosofía/Humanidades en University of Dallas. Actualmente está completando su doctorado en Filosofía en University of Dallas. Ha servido como director asistente de Trinity Institute, un centro de estudios dedicado al pensamiento y la indagación cristianos. Ha sido el editor gerente de The Antithesis, una publicación bimestral dedicada a la crítica de películas extranjeras e independientes. Su área de conocimiento fundamental es la filosofía continental (especialmente del siglo XIX y XX) y el pensamiento postmoderno.
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sábado, 25 de mayo de 2013

Creer, ver y cuestionar. Testimonio de un educador teológico

Por. Matthias Preiswerk,  Bolivia*
Las y los educadores teológicos latinoamericanos de una y otra manera fuimos influidos por la famosa trilogía de la revisión de vida acuñada por la mitad del siglo XX en tierras europeas: ver, juzgar y actuar. La usamos, abusamos, adaptamos, trivializamos a nivel pastoral, teológico y educativo. Dejamos frecuentemente de considerar que el ver está profundamente condicionado por nuestras fes, deseos o premisas epistemológicas. Por otra parte cuando nos asaltan dudas sobre la salud de nuestras apuestas, esperanzas y creencias, resulta saludable recordar y expresar convicciones sólidas, visualizar esperanzas persistentes y, paralelamente, desechar lo que perdió sabor y sentido.
Para que esos credos salgan de la esfera meramente individual resulta necesario contrastarlos con la realidad empírica, percibir en qué intersticios incógnitos alojarlos para que sobrevivan y crezcan. La confrontación entre el creer y el ver lleva, río arriba, a un cuestionamiento más general sobre las prácticas de las que somos partícipes, el agotamiento de algunas, la reserva de sentido de otras, lo inédito de muchas. Me expondré a este ejercicio dentro del campo de acción que más me ocupa: la Educación Teológica (ET).
Creo
Nuestros pisos teológicos, ideológicos y políticos no terminan de moverse y de resignificarse, algunos se decantan o pulen también.
- Creo en la necesidad de la teología como reflexión sobre la fe dentro de un mundo confrontado a las guerras, a la exclusión, a la opresión, al empobrecimiento y a la destrucción del medio ambiente. Una teología hecha entre diferentes y capaz de discernir la vida dentro de la muerte.
- Creo en una teología al servicio de la Iglesia entendida como comunión de servicio transformador, de celebración contemplativa y de aprendizaje. Una teología en constante recreación capaz de confrontar sus raíces propias con las otras religiones, espiritualidades, culturas y ciencias.
- Creo que las y los creyentes son todos teólogos en la medida en que buscan dar razón de su fe. Teólogas y teólogos son: la madre o padre de familia cuando explican a sus hijos cómo y porqué orar; la o el creyente que busca y da sentido a su vida; la o el militante que, interpelado por sus compañeros de lucha, comparte por qué su fe lo impulsó a abrazar aquel compromiso medioambiental, social o político; la o el pastor que acompaña a su comunidad, dirige un estudio bíblico o predica; la o el teólogo profesional que investiga, traduce e interpreta tal pasaje bíblico, tema doctrinal, ético; que escudriña la realidad desde la fe con todas las herramientas posibles de análisis e interpretación de la realidad.
Todas y todos son teólogos aunque no con el mismo grado de especialización.
- Creo que todos los tipos de teólogas y teólogos mencionados son todos, a su vez, educadores teológicos; por lo tanto requieren de formación y de herramientas específicas para desempeñar su función propia. La formación de una o un teólogo profesional es diferente de la del pastor y esta difiere de la del militante de base. Si cualquier teólogo requiere una experiencia existencial de fe, no por ello el teólogo profesional tiene que ser pastor, ni este teólogo académico.
- Creo en la necesidad de una ET abierta al silencio y al misterio, solidaria con el destino de las personas, crítica frente a los poderes sexistas, religiosos, políticos y económicos.
- Creo en una ET contextual e interculturada que, a pesar de las condiciones de subordinación en las que se encuentra en AL, tenga voluntad y capacidad para compartir y en su caso confrontarse con las teologías dominantes y universalizantes.
- Creo que la o el teólogo profesional requiere una formación extremadamente amplia que le permita aprender y dialogar con todas las expresiones de la humanidad: del arte a la física, de la ciencia a la sexualidad, de la religión a la ecología.
Veo
Tengo el privilegio de recorrer muchas experiencias e instituciones de ET a lo largo y ancho de América latina y el Caribe y confieso que, en varios casos, mis creencias chocan con la realidad.
- Veo que muchas iglesias, independientemente de su tamaño y de sus recursos se afanan en crear su propia institución de ET en vez de compartir esa responsabilidad con otras.
- Veo que el afán denominacionalista de muchas iglesias empobrece la ET que buscan o reproducen.
- Veo espacios exitosos de ET que desconocen tanto su propia tradición como el contexto y las culturas en las que se desempeñan.
- Veo programas de ET cuya teología y eclesiología siguen apuntando a una iglesia que se piensa y se sirve a sí misma.
- Veo una ET en muchos casos monocultural a pesar de la extraordinaria diversidad de sus actores, y en contra de la polisemia del Evangelio.
- Veo dentro de la ET un déficit pedagógico y didáctico como si las verdades teológicas -¿por reflejar a “la Verdad”?- pudieran transmitirse por sí solas.
- Veo instituciones de ET que tuvieron que abandonar su condición universitaria porque no cumplieron con los requisitos oficiales y mantuvieron un funcionamiento doméstico dentro del modelo del seminario.
- Veo instituciones que abandonaron su proyecto ecuménico y su alcance latinoamericano por falta de apertura y de capacidad de negociar espacios alternativos y autónomos.
- Veo que por falta de referentes y de compromisos políticos mayores y externos, los conflictos interpersonales se agudizan hasta volverse el centro de la atención de la ET misma.
- Veo que las propuestas de ET parten más de necesidades y “sabidurías” de directivos y docentes que de las creencias, demandas y expectativas de las y los educandos del Pueblo de Dios.
Cuestiono
Como los evangelios sinópticos nos lo recuerdan, en medio de la tempestad, el contrario de la fe es el miedo y no la duda. Por ello no vacilo en plantear mis dudas bajo la forma de preguntas. Sé que muchas respuestas obligaran a replantear el credo inicial.
- ¿Cuáles son los espacios educativos donde las y los cristianos de a pie, las y los pastores, las y los teólogos profesionales pueden formarse teológicamente? ¿Cómo hacer para que estos tres tipos diferentes de formación teológica tengan puentes entre sí y se enriquezcan mutuamente?
- ¿Para qué pretende cada espacio eclesial crear su propio centro de formación teológica cuando existe un tronco teológico común entre iglesias, denominaciones y confesiones? ¿Qué mecanismos desarrollar para que la teología preste servicios profesionales específicos a las iglesias y a la sociedad sin ser condicionada por esas?
- ¿Qué tienen que hacer las y los educadores teológicos para re-encantarse con la Iglesia y qué tiene que hacer la Iglesia para encantarse con la teología? ¿Quién le quitará soberbia a los teólogos profesionales y quién le restará arbitrariedad a los poderes eclesiásticos?
- ¿Cómo transitar de la cultura del seminario de iglesia a la cultura de la universidad privada y de la administración pública? ¿Cómo instalar en el mundo universitario y en la sociedad el debate entre teología, ciencias de la religión y otras disciplinas?
- ¿Es posible imaginar proyectos de ET superior con altas exigencias académicas que no estén integrados a las estructuras universitarias tradicionales? ¿Quiénes los acreditarán a nivel global?
- ¿Cómo descolonizar y despatriarcalizar la ET en América Latina y el Caribe? ¿Cómo salir del imperialismo epistemológico dominante para que la ET se vuelva intercultural?
- ¿Cuáles son los frutos que ha dejado la corriente de la Teología de la Liberación en el campo de la formación teológica? ¿Dónde están sus huellas dentro de la ET realmente existente en América Latina y el Caribe?
- ¿Cómo recuperar, sistematizar o reconstruir en la coyuntura actual los proyectos latinoamericanos de ET que fueron los más significativos y liberadores?
Creer, ver y cuestionar: un círculo diferente pero tan virtuoso como el ver, juzgar y actuar.
 
*Matthias Preiswerk, Suizo boliviano con identidad protestante y práctica ecuménica. Teólogo y pedagogo inserto en los campos de la educación religiosa escolar, de la educación popular y de la educación teológica. Doctor en Teología por la Universidad de Lausanne, Suiza. Fundador en Bolivia del Centro de Teología Popular, del Instituto Superior Ecuménico Andino de Teología y de Servicios Pedagógicos y Teológicos. Autor de Teología de la Liberación y Educación Popular (DEI: San José 1994) y Contrato intercultural. Crisis y refundación de la Educación Teológica (Plural, Visión Mundial, CLAI/Sinodal, Universidad Carlos III 2011)

Fuente: Lupaprotestante, 2013

sábado, 18 de mayo de 2013

IGUALDAD DE CULTOS Y TENTACIÓN PREBENDARISTA

Por. Hilario Wynarczyk, Argentina*
En abril del presente año la Presidente de la Nación, Cristina Fernández, y su equipo de funcionarios del área de Cultos, se reunieron con dirigentes de la FAIE, Federación Argentina de Iglesias Evangélicas. Posteriormente en abril, también con dirigentes de ACIERA, Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la República Argentina.
Las dos federaciones aglutinan a una gran parte de las iglesias evangélicas de la Argentina (en esta nota uso como sinónimos las palabras “evangélicas” y “protestantes”), pero hay notorias diferencias cualitativas entre ellas. Las iglesias de FAIE muestran respetuosas afinidades hacia la agenda de derechos humanos del Gobierno, y hacia los considerados como nuevos derechos humanos. Los últimos incluyen temas de sexualidad y bioética, que los evangélicos de FAIE no comparten plenamente pero respetan por diversos motivos teológicos y filosóficos. Además, han sido en notable medida caminantes junto al Movimiento Ecuménico y la Teología de la Liberación, también conocida como Teología Latinoamericana, a la par de los sectores de la Iglesia Católica que podríamos llamar de progresistas. Mientras tanto, las iglesias de ACIERA, situadas en el otro sector del campo evangélico (y por cierto demográficamente más importantes que las asociadas en FAIE), no se manifiestan demasiado sobre derechos humanos y en cambio son radicalmente conservadoras en todo lo que modifique pautas del derecho positivo y la cultura, acerca de sexualidad y bioética basados en las tradiciones patriarcales de Occidente. Por otra parte, han permanecido mayormente al margen del Movimiento Ecuménico, como históricamente éste ha sido conocido a partir de los cambios asociados al último Concilio Vaticano, mientras que en materia de rechazo a los cambios radicales de aspectos de la moral y el derecho a los que hicimos alusión, transitan por caminos similares a los trazados por las manifestaciones colegiadas de los obispos católicos.
En cualquier variante, a las dos organizaciones, que de hecho son dos frentes de iglesias evangélicas bastante heterogéneas, les interesa el tema de la derogación de la Ley de Culto actualmente vigente desde el gobierno militar presidido por Jorge Rafael Videla, un general retirado, hoy en prisión por violaciones a los derechos humanos. Esta ley sancionada en 1978 fortalece la asimetría del derecho eclesiástico del Estado argentino. Las iglesias evangélicas (pero también cualquier otra manifestación religiosa que no sea la Iglesia Católica Apostólica Romana) no tienen un estatus jurídico propiamente religioso. Son, más bien, asociaciones civiles. Esto no significa que en la Argentina no haya libertad religiosa. Hay completa libertad religiosa si por tal entendemos la manifestación pública de los cultos. Lo cual significa que no hay igualdad religiosa.
Habida cuenta de las circunstancias aquí enumeradas, el acercamiento actual del Gobierno a las federaciones nos permite interpretar, con toda honestidad y con todo respeto, pero también con todo realismo sociológico hacia el funcionamiento de la política partidaria como queda aclarado desde los estudios de Max Weber, un intento de obtención de las simpatías de las iglesias evangélicas (lo que en sociología se llama técnicamente “cooptación”), suponiendo que en el seno de las mismas puede hallarse un respetable caudal electoral (los evangélicos son unos cuatro millones en la Argentina, es decir un 10 % de la población aproximadamente, de fuerte asistencia a las iglesias, y los católicos verdaderamente practicantes no parecen superar estas cifras). Por otra parte, las iglesias evangélicas pueden poner en funcionamiento, como ya lo han demostrado, aunque hoy no lo siguen demostrando, un enorme potencial de protesta cuando sus líderes hablan de derechos conculcados y presentan un reclamo público (1). Para ser más claros finalmente, debemos tener en cuenta que en octubre de este año 2013 habrá en la Argentina elecciones legislativas.
En este contexto existen señales o comentarios de que los funcionarios técnicos del Estado han comenzado una veloz actividad para producir un proyecto de Ley de Culto, alternativo a la norma vigente todavía. Este asunto merece un análisis serio de parte de las iglesias evangélicas para no sucumbir a la “tentación prebendarista”, esto es, a la tentación de recibir favores en términos de estatus jurídico, social y material, sin medir del todo las consecuencias en la sociedad y en la cultura. Ahora bien: ¿de qué prebendas hablo en esta nota? Específicamente me refiero a la posibilidad de que surja algún proyecto de ley pensado a la medida de los evangélicos. Y esto sería realmente una manera de activar en muchos dirigentes de las comunidades cristianas evangélicas la tentación de ser, o aparecer, tan importantes en la sociedad argentina como la Iglesia Católica, cuya impronta en la sociedad y la cultura es muy fuerte debido en gran medida al dinamismo de sus dirigentes episcopales, que siempre se manifiestan sobre la realidad social y política de la nación, hecho constatable con independencia de que coincidamos o no con sus perspectivas. Y eventualmente podemos imaginar además, que podría ser una manera de activar también la tentación de adquirir otros beneficios, quizás, para funcionar en mejores condiciones como organizaciones intermedias de la sociedad civil, a cargo de actividades de promoción del bienestar y la educación, tal como lo podría hacer una ONG. Sin embargo, un rumbo de estas características iría en un sentido opuesto, o al manos divergente, con respecto a un republicano, serio y honesto sentimiento de respeto a la diversidad religiosa y a la pluralidad cultural, que debería entroncarse con el énfasis en la separación de la religión y el Estado, o lo que es lo mismo en otros términos, la laicidad del Estado, un concepto de cuño protestante sólidamente defendido entre los primeros evangélicos por algunas de sus personalidades más ilustradas en la Argentina a partir de finales del siglo XIX, y de ahí en adelante.
(1) Este aspecto de la historia y la realidad contemporánea de las iglesias evangélicas en la Argentina ha sido ampliamente estudiado desde la perspectiva sociológica en el libro que tuve la oportunidad de escribir, “Ciudadanos de dos mundos. El movimiento evangélico en la vida pública argentina, 1980-2001”, editado por la Universidad Nacional de San Martín. Seguido a su vez, por otro titulado “Sal y luz a las naciones. Evangélicos y política, 1980-2001”, publicado por el Instituto Di Tella conjuntamente con Siglo XXI Iberoamericana.
 
*Hilario Wynarczyk, es doctor en sociología y profesor de la Universidad Nacional de San Martín, UNSAM, en la ciudad de Buenos Aires, República Argentina. Reconocido como el sociólogo que más exhaustivamente ha estudiado a los evangélicos y en particular a los pentecostales en la Argentina, escribió dos libros que condensan los principales resultados de sus investigaciones sobre los temas de esta nota: “Ciudadanos de dos mundos. El movimiento evangélico en la vida pública argentina, 1980-2001” (UNSAM Edita, sello editorial de la Universidad Nacional de San Martín, 391 páginas) y “Sal y luz a las naciones. Evangélicos y política, 1980-2001” (Instituto Di Tella y Siglo XXI Iberoamericana, 222 páginas).

Fuente: Lupaprotestante, 2013.

martes, 14 de mayo de 2013

Otto Maduro: Maestro de la amistad

Por. Carmelo Álvarez, EE.UU
Al recibir la noticia de la resurrección del buen amigo Otto Maduro, es necesario hacer recuento para evocar una amistad valiosa. Sí, Otto era un maestro de la amistad. Tengo que reiterarlo. Porque, entre otras cosas, Otto nunca olvidaba la fecha de mi cumpleaños. Ello me provocaba una gran alegría, y a la misma vez un asombro lleno de profunda gratitud.
Hemos de recordar al amigo conversador. Por años compartimos en tantas tareas, y en tantos lugares del mundo, particularmente en Latinoamérica y el Caribe. Incluso, participando en conferencias internacionales sobre sociología de la religión, campo en el que El Dr. Otto Maduro es reconocido como autoridad mundial. Siempre apartábamos un tiempo para el conversatorio. Le interesaba saber sobre mi familia, qué hacía cada quien. Mis hijas Margarita y Nina eran tema de conversación. E inmediatamente su Mateo querido, hijo adorado por Otto. Nancy, su esposa, y mi Raquel eran incluidas en la conversación, siempre salpicada de anécdotas, momentos gratos…raptos de alegría y devoción.
Quisiera resaltar tres dimensiones de Otto que se complementan en su dimensión personal y en su trabajo académico. Porque Otto era un intelectual orgánico que buscaba dar consistencia a la teoría y asidero a la verdadera praxis del amor. Por ello, sus estudiantes eran sujetos valiosos en sus manos de artífice intelectual. Hablaba de ellos como tesoros valiosos, y su razón de ser como maestro y amigo. Realmente los veneraba. El interés por el crecimiento intelectual de sus estudiantes era su prioridad. Y el respeto a sus colegas era pilar de su vida y pensamiento. Otto amaba lo que hacía y odiaba la mediocridad y la irresponsabilidad.
Dentro de la gran producción intelectual como escritor de Otto Maduro quiero destacar dos libros muy importantes. En primer lugar, su libro pionero, y lectura obligada a quien se interese por el tema de la sociología de la religión: Religión y lucha de clases (Editorial Ateneo, Caracas, 1979). Este es un aporte definitivo al tema, fruto de serias y profundas investigaciones. El trabajo fue escrito entre la indignación y la convicción. Me explico. Plantea problemas acuciantes fruto de investigaciones detenidas frente a textos cruciales y tomados con gran seriedad. Pero de igual forma, se niega a dar una palabra concluyente. Se siente todavía “en camino”, buscando y buceando una verdad que debe ser constatada en la realidad cotidiana de la injusticia social y la búsqueda de la justicia.
El otro libro es, Mapas para la fiesta (Atlanta, GA: AETH, 1999), que es un interesante recorrido por el tema del conocimiento como búsquedas para entender la realidad, nuestra propia identidad y los desafíos de un mundo en crisis. Son “mapas” que buscan conocer desde el vivir, con las implicaciones de dolor y sufrimiento para superarlos en fiestas que celebren la vida y la afirmen. Subyace a través de todo el libro aquella reiterada afirmación de otro eminente teólogo de la liberación y hermano del alma, Hugo Assmann: Es más importante replantearse y refinar las preguntas que buscar respuestas simples y fáciles. Otto fue un escritor exigente consigo mismo. Podía ser intenso e incisivo en la crítica y el debate, pero nunca agredía o menospreciaba a sus colegas y estudiantes.
Otto fue ampliando su horizonte de conocimientos y de relaciones, abriéndose a experiencias desconocidas, particularmente en las comunidades de fe pentecostal, con las que compartió y a las que investigó con seriedad y honestidad intelectual. Incluso, se hizo miembro de la Sociedad de Estudios Pentecostales, en la que ha militado durante 30 años. En ello demostró una apertura ecuménica que según sus propias palabras, “añadió bendición a mi vida espiritual”.
Otto mostró, además, una gran capacidad administrativa y de conducción académica tanto en la Escuela de Teología de la Universidad de Drew, como director del programa doctoral en religión y sociedad y como director del Programa Hispano de Verano.
Quisiera relatar una anécdota que dice mucho sobre Otto Maduro. Compartíamos en una importante reunión ecuménica y dos colegas se enfrascaron en una discusión acalorada, en la que uno de ellos se sintió profundamente ofendido y herido. El último día de la reunión se programó una eucaristía ecuménica. En el momento de compartir abiertamente nuestros anhelos y visiones, Otto expresó que no participaría de la eucaristía hasta que ese colega ofendido no recibiera una disculpa pública del ofensor. El obispo celebrante urgió a que se reparara la ofensa antes de proseguir. Una vez reconciliadas las partes, Otto expresó, “ahora si participo con alegría porque mis amigos están reconciliados”. Y procedimos al acto eucarístico.
¡Esa es la calidad humana y cristiana de Otto Maduro!
Otto, gracias por las anécdotas, los chistes, las alegrías y sufrimientos que nos compartiste. Contigo la amistad ha sido un inolvidable don de gracia y generosidad. Ya extrañamos tu risa. Pero tu recuerdo del amigo leal, sincero, transparente y cariñoso, queda imborrable.
Un gran abrazo, hermanazo!
 
*Carmelo Álvarez, misionero y profesor de la historia del cristianismo. Es conferencista y asesor teológico como consultor en educación teológica en Latinoamérica y el Caribe, nombrado por la Junta de Ministerios Globales de la Iglesia Cristian (Discipulos de Cristo) y la Iglesia Unida de Cristo en Estados Unidos.
 
Fuente: Lupaprotestante, 2013.

domingo, 12 de mayo de 2013

Responsabilidad ecológica


Reproducimos a continuación un artículo que circuló la Comunidad Internacional de Estudiantes Evangélicos con motivo de la celebración del Día de la Tierra el 22 de abril próximo pasado. El artículo recoge una serie de reflexiones escritas por Brittany Ederer, quien trabaja con una organización cristiana que fomenta el cuidado de la creación desde una perspectiva cristiana. Sus reflexiones bosquejan su respuesta (con leves cambios editoriales), sobre una base bíblica, a la pregunta respecto a la responsabilidad ecológica que tenemos como cristianos que reconocemos nuestra vocación de mayordomos de la creación de Dios.
Las Escrituras nos revelan una relación especial entre Dios y su creación, incluyendo los seres humanos:
1. Estamos hechos para cuidar del planeta. Dios ordenó a toda su creación que diera fruto y se multiplicara dondequiera que esté. A su creación especial, a quienes reflejan la imagen de Dios, les dio la responsabilidad de gobernar sobre todo lo que Él había creado. (Génesis 1:20-28, 2:15; Salmo 8:5-8)
2. El planeta debería glorificar a Dios. Dios lo hizo todo para su gloria: las estrellas, la luna, las montañas, los árboles, los pájaros, los animales y los humanos. La creación es testigo de la existencia y la bondad de Dios. (Salmo 8:3-4, 96:11-13; 1 Crónicas 29:11; Levítico 25:23-24; Job 12:7-10; Romanos 1:20)
3. El planeta está caído. La caída de la humanidad en el jardín del Edén conllevó una maldición no solo para los humanos sino también para la tierra en sí; una maldición que afecta a la creación entera. El sufrimiento y la muerte no son experiencias exclusivamente humanas: la creación sufre por la maldad de la humanidad. (Génesis 3:17-24; Jeremías 12:4; Oseas 4:1-3; Romanos 8:22)
4. Estamos llamados a participar en la restauración. A través de la vida, muerte y resurrección de Jesús se abrió el camino para la redención, reconciliación y restauración de todo lo que Él ha hecho. La humanidad puede ahora tener para siempre una relación correcta con Dios. Como co-herederos con Cristo somos agentes de redención, reconciliación y restauración. (Mateo 6:26, 28:18-20; Colosenses 1:15-20; Romanos 8:19-21; 2 Corintios 5:14-19; Apocalipsis 22:1, 2)
¿Qué podemos hacer como cristianos?
¿Pueden los cristianos marcar la diferencia? ¡Algunos ya lo están haciendo! Hace algunos años, algunos estudiantes de postgrado que eran parte de InterVarsity/EEUU se plantearon descubrir la tecnología necesaria para usar la fibra de coco para ganar dinero, aumentar los ingresos de los agricultores y ser buenos mayordomos de nuestro planeta. Juntos formaron Whole Tree, Inc. una empresa que sigue funcionando hoy en día.
En Uruguay, estudiantes cristianos construyeron un puente hacia el Evangelio recogiendo basuras. Fueron el centro de atención cuando la gente pasaba a su lado. Gavin, uno de los cristianos del grupo dijo: "Nadie había visto esto antes... en dos horas, más de 30 personas se detuvieron para preguntarnos qué estábamos haciendo. Les dijimos que somos estudiantes cristianos que nos preocupamos por nuestra ciudad. Cada una de esas personas se marchó sonriendo y un poco confundida. Espero que se hayan sentido animados a no ensuciar. También espero que les sorprendiera relacionar la palabra 'cristiano' con esta acción en beneficio de la comunidad."
Estudiantes de la Asociación de Grupos Evangélicos del Perú observaron los problemas que las minas ilegales habían creado en Puerto Maldonado: prostitución infantil, degradación medioambiental y reacciones violentas a las restricciones gubernamentales contra la minería ilegal. El año pasado 21 pastores y líderes estudiantiles se reunieron para buscar maneras de participar en la búsqueda de soluciones.
Los cristianos también pueden servir como voluntarios en iniciativas a corto plazo dirigidas por otros como Farming God's Way en el Este de África. La deforestación, el suministro errático de agua y técnicas que resultan de una agricultura excesiva y en el deterioro del terreno son problemas que se resuelven mediante proyectos de plantación de árboles, técnicas de cultivo acuático y transformación de las prácticas de cultivo. Muchas otras organizaciones cristianas estarían encantados de contar con la iniciativa y la participación de voluntarios cristianos.
¿Qué tal si reconsideramos nuestra forma de vida consumista? Cada vez estamos más desconectados de las fuentes de los productos que usamos. La electricidad, la electrónica, los muebles, los materiales de construcción, el combustible, los vehículos, la ropa y la comida: todo vino de la creación de Dios en un momento determinado. Los cristianos pueden reconocer que su identidad no es el ser consumidores, sino hijos e hijas de Dios, a quienes, como tales, les importa lo que compran y qué decisiones toman a la hora de comprar.  
El catalizador de una gran parte de la pobre mayordomía medioambiental es el apetito del Norte Global por los bienes de consumo. ¿Y si los cristianos de regiones tales como América Latina o el Sur de Asia produjeran vídeos para enviar a los cristianos de Norteamérica , el Este Asiático y Europa para mostrarles cómo nos obligan a convivir con el daño medioambiental? ¿Y si nos uniésemos en oración y, además de hacer cambios y sacrificios en nuestro estilo de vida, nos involucráramos en nuestras comunidades? La iglesia es, al fin y al cabo, un cuerpo unido y vivo que respira y que está compuesto por muchas partes. ¡Todas las partes están diseñadas para trabajar juntas!

Fuente: Fundación Kairós, 2013

lunes, 6 de mayo de 2013

Protestantismo y crisis

Por. Juan Antonio Monroy, España*
Máximo García, escritor consagrado y persistente, gran trabajador de la palabra como herramienta, está contribuyendo a la historia del protestantismo español con obras que formarán parte del mismo durante siglos, como Lutero en Alemania, como los hugonotes en Francia, como Enrique octavo en Inglaterra, como Calvino en Suiza, como Juan Hus en Checoslovaquia, como tantos grandes hombres de letras comprometidos con las creencias religiosas. Digo lo que digo, lo que puedo documentar. Y para quienes lo ignoren o lo hayan olvidado, ahí están –están aquí, sobre el cristal de la mesa en la que trabajo- algunas de las obras de Máximo: LIBERTAD RELIGIOSA EN ESPAÑA, PROTESTANTISMO Y DERECHOS HUMANOS, CON LOS PIES EN LA TIERRA, LA BIBLIA PERSEGUIDA y así, hasta 22 libros que hacen de este escritor un maestro en los profundos misterios de la Teología y en las edades de la Historia.
Del genial Quevedo es esta frase: “Ha sido preciso decir lo que fuimos para disculpar lo que somos y encaminar lo que pretendemos ser”.
Aquí está reflejada la tarea que Máximo García asume en sus libros: La perpetua lucha entre las ideas y los intereses, dar luz al alma de un pueblo que durante siglos ha sido víctima de discriminación, persecución, violencia.
Me gusta ofrecer las líneas maestras de los libros que comento. El lector de estos artículos ya lo habrá advertido. Lo considero importante para despertar su interés inicial.
Este último libro de Máximo García se estructura en cinco capítulos: Conceptos básicos. Europa, un proyecto en construcción. Protestantismo como factor de cambio. El ascetismo como forma de vida y Retos y esperanzas. Le sigue una conclusión y siete páginas con la bibliografía que le ha servido de apoyo en la construcción del libro.
El autor revela su faceta de economista, bien informado, al discurrir sobre las causas de la crisis que padece Españadesde los Pirineos hasta la cercanía de Gibraltar. Optimista en grado sumo o creyente en las posibilidades sin límites del ser humano, a García le parece posible la regeneración ética de España cuando cierre puertas, ventanas y agujeros a la corrupción y también la restauración de un sistema político y social diferente al que hoy impera. ¡Dios lo oiga! ¡Lo oiga y se digne actuar!
Muy firme, muy convencido, estima que el protestantismo español, en proceso de crecimiento numérico, “puede convertirse en una minoría con suficiente peso social y, consecuentemente, capaz de ocupar un espacio específico en la reconstrucción de este país”. ¡Ojalá! Decía José Cardona que el protestantismo español había hallado su grandeza y su gloria en el yunque de la persecución. En línea similar a la de Cardona, José María Martínez sostiene que cualquier crisis debe convertirse en desafío; cualquier conflicto o dificultad, en victorioso avance.
Máximo García cree firmemente, sin una chispa de duda, que el protestantismo es una fe que puede superar las crisis. Pone como ejemplos el desarrollo político, industrial y económico de algunos países englobados dentro de la tradición protestante.
Hace referencia al recientemente fallecido José Luis Sampedro en una de sus observaciones. Para este escritor, que adquirió reconocimiento internacional, lo más grave y destructivo para la sociedad que ha entrado en crisis es “la pérdida de valores superiores y con ello, de las más altas referencias para la conducta humana”. Pero Máximo García eleva el problema a una altura que no logró llegar Sampedro. Para él, los valores superiores no son los morales o religiosos, pero si los espirituales que provienen de Dios. Los pueblos, España entre ellos, han dado la espalda a Dios. Ni siquiera lo niegan, como ocurría en el siglo de la Razón, simplemente lo ignoran. Pobres desmemoriados, no advierten que el alejamiento de Dios nos hunde en crisis de las que es difícil salir.
¡Qué certero se muestra Pedro Tarquis en las pocas líneas que escribe en Protestante Digital sobre PROTESTANTISMO Y CRISIS ! Dice que el libro constituye “un exhaustivo estudio que gira en torno a un pensamiento central: los protestantes españoles pueden hacer una valiosa contribución a una sociedad en crisis, si son capaces de interiorizar la herencia protestante europea que Max Weber identifica como “ética protestante” y que contribuyó a hacer de algunos países europeos el paradigma de la democracia, de la prosperidad industrial y del Estado del bienestar”.
Ocurre que los políticos que nos gobiernan no han leído a Max Weber, ni conocen, porque no les interesa, la presencia y la fuerza del protestantismo español. Van en carrozas a la Virgen del Rocío, en coches propios a la Moreneta de Montserrat, en avión al Vaticano, pero ignoran, porque no tienen asesores de nuestra fe, que hay en la España de hoy un millón de personas que practican la fe protestante.
¡Gran libro este último de Máximo García! Desde la admiración del lenguaje a la cuidada elaboración literaria, articula un espacio social con mirada intuitiva. Entre tanta hojarasca temática, a lo que algunos llaman la Literatura de Ideas, PROTESTANTISMO EN CRISIS ofrece soluciones razonables y posibles para liberarnos del estrangulamiento económico que aprieta la garganta de millones de españoles.
 
©Protestante Digital 2013

miércoles, 1 de mayo de 2013

¿Cómo se hacen discípulos de Jesucristo? (I)

Por. C. René Padilla, Argentina
Si el propósito central de la misión cristiana es hacer discípulos, según la Gran Comisión que Jesucristo dio a sus discípulos, según Mateo 28:16-20, cabe la pregunta: ¿Cómo se hacen discípulos de Jesucristo? Para empezar, precisamos tomar en cuenta que un discípulo es primordialmente un aprendiz, alguien que está en proceso de formación que tiene como fin que el aprendiz llegue a ser como su maestro. Desde esta perspectiva, el mandamiento a “hacer discípulos” es un mandamiento a formar personas que lleguen a ser como Jesucristo.
Por cierto, esta afirmación no coincide con una enseñanza que se difundió en círculos evangélicos hace unos años, según la cual la tarea del quien realiza la tarea discipular es formar discípulos a su propia imagen y semejanza. No creo que esa haya sido la intención del mandamiento. El Maestro por excelencia a quien todos los cristianos estamos llamados a seguir es Jesucristo. El apóstol Pablo reconoce esto cuando, escribiendo a los creyentes en Galacia, les dice: “Queridos hijos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto hasta que Cristo sea formado en ustedes” (Gálatas 4:19). Eso no niega, sin embargo, que sólo quien toma en serio su propio discipulado cristiano está en condiciones de formar discípulos de Cristo. Es por eso que el mismo apóstol exhorta a los creyentes en Corinto: “Imítenme a mí como yo imito a Cristo” (1 Corintios 11:1). En la tarea de hacer discípulos, como en la de criar hijos, la pedagogía más efectiva es la que depende mucho más del ejemplo que de las palabras.
Volviendo a nuestra pregunta inicial, ¿cómo se hacen de Jesucristo? Ya observamos en el artículo anterior que en nuestro texto el verbo matheteúsate (“hagan discípulos” en modo imperativo) va acompañado por tres formas verbales (gerundios), dos de las cuales responden directamente a esta pregunta: “bautizándolos” y “enseñándoles”.
El bautismo es el rito de iniciación en el discipulado. Este no es el lugar para profundizar en el tema de la tradicional controversia entre quienes practican el bautismo de infantes como señal del pacto y quienes lo practican como un acto consciente de identificación con Cristo por parte de personas creyentes. Para nuestro propósito basta señalar que en la Gran Comisión se da por sentado que el discipulado se inicia con el bautismo y que éste es “en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (v. 19).
Con el bautismo se inicia todo ese proceso al cual nos hemos referido anteriormente: el proceso de formación del aprendiz para que llegue a ser como Jesucristo. Si no se toma en cuenta esto, se corre el riesgo de hacer del bautismo lo único que importa. ¿No fue esto lo que sucedió con la conquista ibérica de nuestro continente? Los conquistadores llegaron con un profundo sentido de misión, con la convicción de haber sido enviados por Dios. La cruz llegó acompañada por la espada, los soldados llegaron seguidos por los frailes misioneros. Y para “convertir” a los aborígenes al cristianismo se esforzaron por bautizar a miles y miles de ellos. Bautizaron pero no hicieron discípulos. Y así nacieron nuestros países: con masas bautizadas pero no evangelizadas. La pregunta es si hoy los evangélicos no corremos el riesgo de hacer lo mismo, impulsados por el afán de incrementar el número de miembros de nuestras iglesias pero sin el debido énfasis en la misión de hacer discípulos.
Sigue en pie la pregunta: ¿cómo se hacen discípulos de Jesucristo? La forma verbal “bautizándolos” es apenas parte de la respuesta, y es inseparable de lo que sigue: “enseñándoles a obedecer todo lo que les he enseñado a ustedes”.
 
Fuente: El blog de René Padilla, Fundación Kairós, 2013