¡Vos podes ayudarnos!

---
;

lunes, 28 de octubre de 2013

Transustanciación literaria de Rubem Alves (II)

Por. Leopoldo Cervantes-Ortiz, México*
Para él, esa es ahora la gran metáfora de la vida, el saber y el placer: la cocina, porque los ojos de la cocinera “son iguales a los ojos de un poeta”
Las ideas del  yo  pensante son aves enjauladas - pertenecen a lo que el yo hace con ellas lo que desea. Las ideas que viven en el cuerpo son aves salvajes - sólo vienen cuando ellas desean. Tienen voluntad e ideas propias.[1]  R.A. Desde que allá por 1981 (hace más de 30 años) Rubem Alves decidió cambiar para siempre su estilo de escritura e indagar en los asuntos de la vida de una manera distinta a la teología que aprendió y que desarrolló tan bien (hay que decirlo), ha ido decantando su estilo y se ha renovado continuamente gracias a una inmersión infatigable en sus abismos personales y en todo lo que le rodea.
Una persona contribuyó a que esa transformación se realizara de modo más formal: su amigo Jether Pereira Ramalho lo invitó, ese mismo año, a escribir textos libres para la revista ecuménica  Tempo e Presença.  El primer artículo publicado allí sería el punto de partida que se concretaría en  Dogmatismo y tolerancia,  luego del feroz ajuste de cuentas con la Iglesia Presbiteriana de Brasil que fue  Protestantismo y represión  (1979; nuevo título:  Religión y represión,  2005). [2]  Ya lejos de cualquier venganza o resentimiento, Alves se transfiguró en un escritor que poco a poco lograría una prosa impactante y concisa, personal y entrañable, al mismo tiempo. Ese oficio lo llevó a incorporarse a la Academia Campinense de Letras, mismo destino de su colega Gustavo Gutiérrez (el fundador católico de la teología latinoamericana de la liberación), miembro, a su vez, de la Academia Peruana de la Lengua.
Pocos años después, él mismo dio fe de su transformación, aunque todavía sin la claridad y la certeza que le permitirían alcanzar sus lecturas de autores como William Blake, T.S. Eliot, Fernando Pessoa, Ludwig Wittgenstein, Cecilia Meireles, Gaston Bachelard, Octavio Paz o Adélia Prado, por citar sólo a algunos. Los años noventa fueron el escenario del nuevo despliegue narrativo y reflexivo del siempre teólogo (a su pesar) que ahora se movía como pez en el agua, ya libre de las amarras doctrinales que atenazaron en otro tiempo su creatividad. El  Libro sin fin,  renombrado ahora como  Variaciones sobre el placer  es una puerta de acceso a su “taller íntimo de producción escritural” porque exhibe sin pudor ni arrepentimiento la manera en que las ideas que brotan de su cuerpo lo poseen a través de una inspiración nada etérea, sensible, pero que se queda sin explicación necesariamente lógica.
Luego de explicar, de modo  divagado,  lo sucedido en su interior y en su experiencia cuando le surgió el deseo de escribir este volumen, Alves mezcla, en su nuevo método de  pesquisa,  todos los elementos que le sirvieron para avanzar en la escritura. Así, se juntan en una misma página Tales de Mileto y Nietzsche, quienes junto a otros autores bombardean al lector/a desde los márgenes para acicatear su imaginación con múltiples rumbos de interacción y búsqueda. El primer capítulo, una amplia digresión, proscrita en los textos académicos, lo muestra de cuerpo entero: “Los textos de saber prohíben que los autores se entreguen a confesiones sobre los caminos o descaminos de sus pensamientos antes de alcanzar su destino de conocimiento. Lo que se exige de un texto de saber es que el autor haga una asepsia rigurosa en sus materiales. Todo aquello que no hable al respecto del camino en  línea recta,  que lleve del problema inicial a una conclusión, debe irse a la basura”. [3] 
Con ese trasfondo, Alves acomete la transustanciación literaria de todo lo que ha fagocitado por ser un antropófago consuetudinario que, en una  labor casi religiosa, convierte en nuevo sacramento lo que brota de su pluma. A eso se refiere el segundo y breve capítulo, “ Hoc est corpus meum”,  esto es, las palabras sacramentales de Jesús de Nazaret. El autor ahora escribe con su sangre y su persona misma, y cada texto lo retrata en la mirada del lector: “Las cosas que digo, igual que las telas de Arcimboldi y la escritura de Borges, trazan las líneas de mi rostro”. [4]  El arte, queda bien claro, “busca la comunión”. Su carne y su sangre nos son entregados en un acto estético-litúrgico que actualiza la vida de quien proceden los textos. Cada lectura es un acto de degustación. Y nuevamente acontece el “ritual antropofágico”, dicho todo esto en un lenguaje que viene del  Manifiesto antropófágo,  de Oswald de Andrade, del ya muy lejano 1928, en los años del surgimiento de la vanguardia poética brasileña…
Los capítulos que siguen, con el título cambiado, “Las metamorfosis de la vejez” (“Después de viejo me volví niño”, era el anterior), “El olvido: Barthes” (“Me olvidé de lo sabido para recordar lo olvidado”, el mismo caso), abundan en la reinterpretación, con las nuevas herramientas, de los caminos recorridos. En “De los saberes a los sabores” y “Los saberes del cuerpo” reinventa la aprehensión del mundo, ahora de una manera gastronómica y extremadamente sensorial, pero sin reducir la experiencia sólo al sentido del gusto. Por eso el capítulo siguiente se llama: “El cuerpo: él sabe sin saber” (antes: “Por una pedagogía de la inconciencia”). Nuevamente, como antaño (en  Hijos del mañana  y  El enigma de la religión)  analiza la función del lenguaje, pero desde fuentes muy diferentes a las de su amigo Paulo Freire. La educación le ha faltado siempre el respeto al cuerpo, a sus deseos de aprender únicamente lo que le sirve y le gusta. Por eso ha fallado la ciencia en imponerse: después de todo, los libros de ciencia son libros “de recetas”.
Ése es el origen de “Variaciones sobre el placer” (“La razón, sierva del placer”), donde relee al obispo de Hipona, y no se engaña: “La experiencia del placer, tan buena, siempre nos coloca delante de un vacío [la “puerta de la mística”, agregaría yo]. La teología de San Agustín se construyó sobre ese vacío que sigue al placer. (No olvida el poema de Heládio Brito sobre los  caquis,  fruta  gostosa… ) Después de agotado el placer, existe, en el alma, la nostalgia por algo indefinible”. [5]
El placer no es lo mismo que la alegría. De ahí que sus “variaciones” sigan el mismo rumbo: San Agustín en teología; Nietzsche, la filosofía; Marx, la economía; y, para cerrar, Babette, la cocinera, acompañada de Tita, la de  Como agua para chocolate.  Esa variación es la definitiva, en donde todo se redefine de manera casi total: su acercamiento al saber de la cocinera es enfático. “El banquete se inicia con una decisión de amor”. Los sabores que ellas dominan controlan al mundo porque, a diferencia de un nutriólogo, amo y señor de las cantidades y las calorías: “La cabeza de la cocinera funciona al revés. No considera vitaminas, carbohidratos y proteínas. Su imaginación está llena de sabores. Sueña con los efectos que los sabores producirán en el cuerpo de quien coma. No quiere matar el hambre. Lo que ella desea es hacer el amor con quien come a través de los sabores. Cuando el hambre se satisface, el festival de amo llega a su fin. […] Me gustaría que el texto evangélico fuese otro: ‘Bienaventurados los hambrientos porque ellos tendrán más hambre’. ¡La cocinera desea que su invitado muera de placer!”. [6] 
La pasión de Alves por la cocina fue estimulada de manera monumental por la película danesa  El festín de Babette  (1987), al grado de que, cuando emprendió la aventura de abrir su propio restaurant, no otro fue el nombre del mismo. En otro momento, se explayó sobre el film con palabras que siguen resonando por su perspicacia y empatía:
 Cocinar es hechicería, alquimia. Y comer es ser hechizado. Eso lo sabía Babette, artista que conocía los secretos de producir alegría mediante la comida. Ella sabía que, después de comer, las personas no siguen siendo las mismas. Cosas mágicas acontecen. De eso desconfiaban los endurecidos moradores de aquella aldea, que tenían miedo de comer del banquete que Babette les preparó. Creían que era una bruja y que el banquete era un ritual de hechicería. Y tenían razón. Que era hechicería, eso mismo. Sólo que no del tipo que imaginaban. Creían que Babette haría que sus almas se perdieran. No irían al cielo. De hecho, la hechicería aconteció: sopa de tortuga, callos al sarcófago, vinos maravillosos, el placer ablandando los sentimientos y pensamientos, las durezas y las arrugas del cuerpo siendo alisadas por el paladar, las máscaras cayendo, los rostros endurecidos haciéndose bonitos por la risa, in vino veritas... [7]
Para él, esa es ahora la gran metáfora de la vida, el saber y el placer: la cocina, porque los ojos de la cocinera “son iguales a los ojos de un poeta”. [8]  La poesía es culinaria, la culinaria es filosofía, dice a continuación. “La poesía son palabras buenas para comer. El poeta es un hechicero alquimista que cocina el mundo en sus versos: en un simple verso cabe un universo”. [9]  Placer, sabiduría, poesía y cocina: espacios para degustar la existencia y el tiempo. Ése es el nuevo Alves, siempre teólogo y poeta.
Nota. Las fotografías que acompañan este artículo proceden de la revista  Brasilis ,  sitio dedicado por el gobierno brasileño a divulgar la vida y obra de personajes relevantes del país. 
 

 [1] R. Alves, Variações sobre o prazer. Santo Agostinho, Nietzsche, Marx y Babette. São Paulo, Planeta, 2011, p. 22. Versión de L.C.-O. 
[2] Cf. Leonildo Silveira Campos, “O discurso acadêmico de Rubem Alves sobre ‘protestantismo’ e ‘repressão’: algumas observações 30 anos depois”, en  Religião e Sociedade,  vol.28, núm.2, Río de Janeiro, Instituto de Estudos da Religião, 2008, pp. 102-137,  www.scielo.br/pdf/rs/v28n2/a06v28n2.pdf
   [3] R. Alves,  op. cit.,  p. 29. 
   [4] Ibid.,  p. 40.
   [5] Ibid.,  86. 
   [6] Ibid.,  p. 138.
   [7] Cf. R. Alves, “A festa de Babette”, en  www.releituras.com/rubemalves_babette.asp. 
   [8] R. Alves,  Variações sobre o prazer , p. 150.
   [9] Ibid.,  p. 151.
 
*Autores: Leopoldo Cervantes-Ortiz

Fuente: Protestante Digital 2013

martes, 22 de octubre de 2013

Encuentros inter-religiosos en el Luna Park. Datos y reflexiones (Parte 2)

Por. Hilario Wynarczyk, Argentina*
 
En estos momentos el tema del diálogo inter-religioso y las aproximaciones entre algunos evangélicos y católicos adquiere cierta relevancia por la asunción de Francisco Primero, Papa, que fuera el Cardenal Jorge Mario Bergoglio, un auspiciador de esta clase de eventos. En el texto que sigue quiero exponer la crónica que escribí en el año 2009, del Quinto Encuentro Fraterno de Evangélicos y Católicos en el Espíritu, organizado por CRECES (Comunión Renovada de Evangélicos y Católicos en el Espíritu Santo). Aquella crónica fue publicada por Prensa Ecuménica y aquí le ofrecemos la segunda parte, el final de dicha nota.
 La religión pública en el Luna Park
En la Argentina en estos momentos el tema del diálogo inter-religioso y las aproximaciones entre algunos evangélicos y católicos adquiere cierta relevancia por la asunción de Francisco Primero, Papa, que fuera el Cardenal Jorge Mario Bergoglio, un auspiciador de esta clase de eventos. En la primera nota expuse la crónica del Quinto Encuentro Fraterno de Evangélicos y Católicos en el Espíritu, organizado por CRECES (Comunión Renovada de Evangélicos y Católicos en el Espíritu Santo), el 1 de mayo de 2009. En esta segunda parte vamos a referirnos al Sexto Encuentro, que tuvo lugar el año 2012, y también hemos de referirnos a varios hechos que siguieron después. Las ediciones anteriores del encuentro de CRECES tuvieron lugar en los años 2004, 2005, 2006 y 2007.
La unidad de los cristianos
La reunión de CRECES del sábado 13 de octubre de 2012, se extendió entre las 10 de la mañana y las 6 de la tarde, con un público estimado en 6000 asistentes y la participación de 100 ministros religiosos católicos y evangélicos, pero no contamos con informaciones para saber cuántos precisamente fueron los evangélicos.
Las alabanzas (canciones de alabanzas a Dios) estuvieron dirigidas por el pastor Sebastián Golluscio. Sacerdotes católicos y pastores evangélicos compartieron el mate, y también tomó mate con ellos el Arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio, exaltado a Sumo Pontífice seis meses después, en marzo del 2013.
Esta reunión llevó hasta sus niveles más altos la pretensión de crear una nueva forma de ecumenismo. El que conocemos como el Movimiento Ecuménico –centrado en la Teología Latinoamericana de la Liberación– reunió a partir del Concilio Vaticano II en la década de 1960 a católicos progresistas con evangélicos de iglesias del protestantismo mejor avenido con las lógicas culturales de la Modernidad y sus impactos teológicos: metodistas, luteranos, calvinistas y otros, considerados por la Iglesia Católica Apostólica Romana como hermanos, pero “hermanos disidentes”.
El movimiento galvanizado en CRECES aparece en cambio como uno de convergencia entre católicos estrechamente alineados con la dirección de su iglesia en la Argentina y en el Vaticano, de una parte,  y algunos evangélicos, de la otra parte, pertenecientes a las corrientes que no habían participado del Movimiento Ecuménico mencionado: pentecostales y bautistas (pero bautistas de la línea de la “renovación carismática”).
Esta convergencia a cincuenta años de aquel otro ecumenismo (el que todos conocemos como “el Ecumenismo”) encuentra su dínamo y razón de ser en el reconocimiento común del Bautismo del Espíritu Santo y la acción del Espíritu Santo, una acción real y actual, sobre la vida de las personas y las iglesias.
Entre los oradores tuvo un lugar destacado el padre Raniero Cantalamessa (capuchino, 78 años a la fecha del VI Encuentro de CRECES). De sus declaraciones en una conferencia de prensa surge también la idea de una convivencia de cristianos destinada (en segundo término, podríamos decir) a aislar a los fundamentalismos, como más adelante notaremos.
Con una notable formación académica, Cantalamessa se dedicó a la docencia por espacio de unos veinte años antes de dedicarse a tiempo completo al ministerio de la Palabra. Durante doce años fue miembro de la delegación católica para el diálogo con las Iglesias Pentecostales, y de ahí su fuerte conocimiento de las lógicas culturales de los evangélicos con los que se reune y con los que comparte un sentir acerca del significado existencial de Pentecostés. “Juan Pablo II lo nombró Predicador de la Casa Pontificia en el año 1980 y Benedicto XVI lo confirmó en dicho cargo en 2005. En calidad de predicador dirige cada semana, en Adviento y en Cuaresma, una meditación en presencia del Papa, de los cardenales, obispos, prelados y superiores generales de órdenes religiosos. Se le llama a hablar en muchos países del mundo, a menudo también por hermanos de otras denominaciones cristianas”[1]. Cantalamessa ha escrito además numerosos libros de historia y espiritualidad, traducidos a muchos idiomas.
Las exposiciones en el Encuentro en el Luna Park
La idea del amor y de una renovación “pentecostal” estuvo presente especialmente en el discurso del padre Ranero Cantalamessa: “Si todas las biblias del mundo desaparecieran y quedara solamente una línea para ser leída, ‘Dios es Amor’ es la frase resumidora. Toda la Biblia está ahí. El Espíritu Santo no es una idea de la realidad, es la realidad. Los cristianos queremos experimentar un nuevo Pentecostés. Dios es Amor. Estar llenos del Espíritu Santo es estar llenos de Dios. ¿Por qué nos creó Dios? Porque nos amaba. ¿Y por qué la encarnación? Porque Dios nos ama tanto que nos manda a su hijo por amor. Jesús es Dios, que nos ama de manera humana. En sus ojos, la gente de su tiempo sintió el amor de Dios. No se ama a Dios en abstracto. Jesús es el objeto directo del amor de Dios.”
A su vez el pastor Carlos Mraida (uno de los coordinadores del Consejo de Pastores de la Ciudad de Buenos Aires y pastor de la “Iglesia del Centro”) volvió sobre el tema de la renovación, desde otro ángulo: “Dios quiere hacer algo nuevo en esta ciudad y en esta Nación. Que los cristianos seamos militantes por la vida, la justicia y la equidad. Que seamos la voz de los que no tienen voz ni derecho a la vida. El Evangelio no se avergüenza ante el sistema que dice que la fe ya fue. Que ya no hay lugar para la fe”.
En otro pasaje, Mraida acentuó el enfoque escatológico: “Dios nos dio los ojos de la Promesa. Ojos proféticos. Leemos la historia desde el final para acá. Nosotros conocemos el final de la película. Dios es nuestra última esperanza porque somos su primer amor”.
Jorge Mario Bergolio, por entonces Arzobispo, fue ovacionado cuando se aprestó a hablar y colocó el acento en lo que sería más tarde un eje de sus apariciones públicas después de ser nominado Sumo Pontífice: “Jesús pasó más que nada su tiempo en las calles. El sigue pasando en medio nuestro. La gente no dejaba pasar oportunidad de estar con Jesús. De tocarlo, de apretujarlo, de recibir de él. No le tengo miedo a los que combaten a Jesús, porque ellos ya están vencidos. Le tengo más miedo a los cristianos distraídos, dormidos, que no ven a Cristo pasar. Hemos perdido dos cosas: la capacidad de asombrarnos ante las palabras del Señor. Estamos atiborrados de noticias que van dejando de lado la buena noticia. Hemos perdido la ternura. Jesús se acercaba a la llaga humana y la curaba. Recuperemos esas dos características: no nos acostumbremos a ver al enfermo, al hambriento sin asombro y sin ternura”.
Jorge Himitian (pastor de la congregación evangélica “Comunidad Cristiana – Condarco” y uno de los coordinadores del Consejo de Pastores de Buenos Aires) leyó ante la multitud la Declaración Común del Sexto Encuentro Fraterno, un documento difundido en cada edición de las reuniones masivas de CRECES: “El Espíritu Santo abrió nuestros ojos espirituales, y comprendimos cosas muy simples pero grandiosas. Cosas muy conocidas pero a la vez ignoradas. Comprendimos que la iglesia es más que un edificio material donde se rinde culto a Dios. Todos los que somos hijos de Dios, somos por lo tanto, hermanos. Cristo fundó una sola Iglesia, y quiere que su iglesia manifieste en el mundo la unidad y la santidad que caracterizan a Dios”.
Las exposiciones en la Conferencia de Prensa
Posteriormente hubo una Conferencia de Prensa, con forma de preguntas y respuestas, de la que participaron Norberto Saracco (pastor de la “Iglesia Buenas Nuevas”, rector del Instituto Teológico FIET y uno de los coordinadores del Consejo de Pastores de Buenos Aires), el padre Raniero Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia, como hemos dicho antes,  y el padre Fernando Gianetti, Párroco de N.S. de la Misericordia de la Arquidiócesis de Buenos Aires y Responsable de la Comisión Arquidiocesana de Ecumenismo y Diálogo Interreligioso del Arzobispado de Buenos Aires.
El padre Raniero dijo lo que significaba para él este encuentro de CRECES en el Estadio Luna Park de la Ciudad de Buenos Aires y volvió sobre términos-clave de las exposiciones aquí citadas, la renovación espiritual de Pentecostés y la profecía, e incluyó el tema del fundamentalismo, como una especie de frente opositor. Los siguientes son tramos seleccionados de la Conferencia de Prensa: “Yo lo he dicho en presencia del Papa, que lo que he visto en Buenos Aires es algo pionero: son cristianos que expresan su fe en conjunto. Católicos y evangélicos, sin divisiones. Esta expresión es como el Pentecostés. Los cristianos deben vivirlo así: como un nuevo Pentecostés”. “La Iglesia está siguiendo en forma muy atenta lo que está ocurriendo en Buenos Aires. Atentos a este signo, que creo yo, es un signo profético de los nuevos tiempos”.  “Así lo he expresado el viernes último, durante una meditación en presencia del Papa Benedicto XVI. Esta es la forma de alejar el fundamentalismo religioso: cristianos que se abrazan, que se encuentran a compartir su fe”.
En otro pasaje de su intervención en la Conferencia de Prensa volvió sobre el fundamentalismo con estas palabras y un giro más enfático: “Yo he mencionado en una meditación que le di al Papa Benedicto XVI precisamente lo que había vivido la última vez acá en el encuentro acá en Argentina. Hablé de la Nueva Evangelización que hubo en la historia de la Iglesia. Una, la evangelización de América Latina en el siglo XVI. Hablando de la evangelización hablé de los problemas actuales y mencioné este encuentro, de esta conversión que es un signo tremendo, hacia una comunión, una colaboración y dije en esa ocasión que me parece que este es el signo profético del porvenir, y es la manera de aislar los grupos fundamentalistas, polémicos y agresivos, la verdadera forma de dialogar entre los que ponen en el centro a Jesús y no a su Iglesia o denominación o su persona”.
El pastor Norberto Saracco, respondiendo a una pregunta a su vez volvió sobre el aspecto testimonial de la vida del cristiano: “Creo que la mejor manera de transmitir la fe es a través de una vida que refleje la fe. Me parece que todos coincidimos en que estamos cansados -y los jóvenes mucho más cansados- de mensajes huecos, de mensajes con palabras espirituales que, la verdad, no reflejan nada. Cansados de ver nuestras propias contradicciones permanentes, decir que creemos semejantes cosas y después vivimos de otra manera. Yo creo que la mejor manera de predicar en este tiempo y la mejor manera de que se acerquen a la fe, en especial los jóvenes, es que quienes vivimos en la fe tengamos vida coherente con lo que creemos, es una cuestión de coherencia. Esto no es nuevo, esto aparece en el propio evangelio cuando Jesús dice que seamos luz del mundo, la luz no está para esconderse. Entonces son distintas imágenes, que lo que quiere decir en última instancia es que la predicación más fuerte es la de nuestra vida, y creo que el llamado hoy a los cristianos es vivir una vida revitalizada en su fe en buen sentido, no en un fanatismo o cosas por el estilo, una fe coherente que se exprese cada día”.
El padre Gianetti, respondiendo a otra pregunta sobre la cual intervino primero el padre Raniero Cantalamessa, enfatizó la cuestión de la comunidad espiritual inter-religiosa, referida a católicos y evangélicos: “Si me permiten continuar lo del padre, compartimos en común la fe en Jesucristo que nos revela Dios como padre e hijo del Espíritu Santo. Creemos en el hijo de Dios nacido por la gracia del Espíritu Santo y la Virgen María, creemos en la misma Biblia, usamos la misma Biblia excepto por algunos libros del Antiguo Testamento. Compartimos el Bautismo, los siete primeros Concilios y tenemos mártires comunes”.
Aunque Gianetti no habló del fundamentalismo, seguidamente hizo una mención implícita a los perseguidores de los cristianos, que podrían incluir a los fundamentalistas, frente a los cuales los cristianos (en mi libre interpretación y sin usar las palabras de Gianetti) podrían conformar una especie de frente común: “Los cristianos son matados porque son cristianos, no por la denominación. En este momento los cristianos son las personas más perseguidas en el mundo. Quise decir esto para que se hable más de lo que nos une que lo que separa, estos son los núcleos fuertes de la unión”.
El encuentro de CRECES reflejado en un libro
La periodista Evangelina Himitián (hija del pastor Jorge Himitián, al que nos hemos referido aquí por su intervención en el VI Encuentro), publicó un libro titulado “Francisco, el Papa de la gente” (Buenos Aires, Aguilar). En el capítulo X, titulado “Un hombre de todas las religiones”, le dedicó un considerable espacio a las relaciones entre evangélicos y católicos auspiciadas por Jorge Mario Bergoglio y se refirió especialmente a la experiencia de los encuentros de CRECES (páginas 241-244). Allí resaltó el rol de Bergoglio: “En octubre de 2012, unas seis mil personas participaron del Sexto Encuentro Fraterno de Comunión Renovada de Católicos y Evangélicos en el Espíritu Santo (CRECES), del que Bergoglio fue mentor y garante. Sin que existiera diferencia entre pastores y sacerdotes, entre evangélicos o católicos, sino simplemente como hermanos, participaron del evento que tuvo por orador principal al padre Raniero Cantalamessa, el predicador de la Casa Pontificia, que viajó exclusivamente desde el Vaticano, para sumarse a esta experiencia. Bergoglio estuvo entre la multitud como un fiel más. Tomó mate, comió empanadas y cuando le llegó el turno de transmitir su mensaje, recibió una larga ovación”.
Un pasaje del libro (p. 244) deja entrever lo que parecería una suerte de “desclasificación de los evangélicos de la zona del estigma” o de los suburbios del cristianismo donde solían ser clasificados también como “sectas” –e inclusive sectas del imperialismo–[2]:
Al día siguiente  de ser nombrado papa, Francisco llamó a una colaboradora cercana, que ha sido una de las promotoras de los encuentros entre católicos y evangélicos. “Le quiero agradecer lo que está haciendo por la Iglesia con sus hermanos ‘los herejes’”, le dijo con toda ironía.
Algo significativo en este caso es el hecho de que el libro de Evangelina Himitian, publicado por Aguilar, un sello editorial de prestigio, se sitúa entre los varios que ya para el mes de julio del 2013, a cuatro meses de la asunción de Francisco Bergoglio como Papa, aparecieron en el mercado editorial de Buenos Aires. De Sergio Rubín y Francesca Ambrogetti, “El Papa Francisco: conversaciones con el cardenal Jorge Bergoglio” (Ediciones B). De Mariano de Vedia, “Francisco, el Papa del pueblo” (Planeta). De Mario Escobar, “Francisco: el primer Papa Latinoamericano (Océano). Del mismo Jorge Mario Bergoglio, “Nuestra fe es revolucionaria” (selección de textos de Bergoglio siendo Arzobispo y luego papa, por Claudia Carbajal; introducción y compilación integral Virginia Bonard, editorial Planeta). De Jorge Bergoglio y el rabino Abraham Skorka, “Sobre el Cielo y la Tiera” (Sudamericana).  Luego en agosto surgieron otros libros en Buenos Aires. De Jesús María Silveyra, “Francisco, un signo de esperanza” (Lumen). Del filósofo Alberto Methol Ferré y Alver Metelli, “Francisco. El Papa & el filósofo”(Biblos), un trabajo mayormente teórico de contextualización histórica y filosófica.
La visita al papa
El 29 de mayo de 2013 los seis pastores evangélicos más involucrados en este acercamiento al catolicismo en sus formas carismáticas, visitaron al papa Francisco en la residencia de Santa Marta en el Vaticano.
Pero el fenómeno de aproximación constituido por los encuentros de CRECES no alcanza una difusión predominante en el ámbito de las iglesias evangélicas. Y fuera de ellas no alcanza una magnitud significativa como para  modificar el estatus asimétrico de la Iglesia Católica y las Iglesias Evangélicas en el sistema jurídico argentino, que le brinda un sitio especial a la primera. Se trata de asimetrías por otra parte reforzadas desde lo no-jurídico por el capital simbólico de la Iglesia Católica que surge de su intenso involucramiento con la sociedad, la cultura y las instituciones, y con los problemas de injusticia socioeconómica que victimizan a los más pobres.
Por otra parte, si buscamos un acercamiento lo más objetivo posible al tema, es necesario tener en cuenta asimismo, que la visita de los pastores en el Vaticano (e implícitamente la participación en el encuentro de CRECES en el Luna Park) fue criticada por dirigentes del sector pentecostal, muy numeroso en el campo evangélico. El VI Encuentro también fue señalado desde algunos católicos, aunque con muy pocas pero incisivas palabras, como una forma de apostasía: “una apostasía con creces”.
Querría describir estas críticas pero no hay espacio ya en este artículo. Por este motivo, le dedicaremos un siguiente texto.

[1] Ésta y todas las citas textuales que veremos a continuación proceden todas de Consejo CRECES,  http://www.infocreces.com.ar
[2] Para poner en contraste estos datos el lector puede encontrar amplia información acerca de la clasificación de las iglesias evangélicas, sobre todo las de tipo pentecostal, en el paquete de las sectas del imperialismo de la “Revolución Neoconservadora de Reagan” en mi libro “Ciudadanos de dos mundos. El movimiento evangélico en la vida pública argentina 1980-2001”, publicado por la UNSAM EDITA, sello editorial de la Universidad Nacional de San Martín, a fines del año 2009. En ese libro analizo la construcción del estigma.


*Hilario Wynarczyk, es doctor en sociología y profesor de la Universidad Nacional de San Martín, UNSAM, en la ciudad de Buenos Aires, República Argentina. Reconocido como el sociólogo que más exhaustivamente ha estudiado a los evangélicos y en particular a los pentecostales en la Argentina, escribió dos libros que condensan los principales resultados de sus investigaciones sobre los temas de esta nota: “Ciudadanos de dos mundos. El movimiento evangélico en la vida pública argentina, 1980-2001” (UNSAM Edita, sello editorial de la Universidad Nacional de San Martín, 391 páginas) y “Sal y luz a las naciones. Evangélicos y política, 1980-2001” (Instituto Di Tella y Siglo XXI Iberoamericana, 222 páginas).
 
Fuente: Lupaprotestante, 2013.

viernes, 18 de octubre de 2013

Encuentros inter-religiosos en el Luna Park. Datos y reflexiones (Parte 1)

Por. Hilario Wynarczyk, Argentina*
En estos momentos el tema del diálogo inter-religioso y las aproximaciones entre algunos evangélicos y católicos adquiere cierta relevancia por la asunción de Francisco Primero, Papa, que fuera el Cardenal Jorge Mario Bergoglio, un auspiciador de esta clase de eventos. En el texto que sigue quiero exponer la crónica que escribí en el año 2009, del Quinto Encuentro Fraterno de Evangélicos y Católicos en el Espíritu, organizado por CRECES (Comunión Renovada de Evangélicos y Católicos en el Espíritu Santo). Aquella crónica fue publicada por Prensa Ecuménica.
La religión pública en el Luna Park
A la nota que aquí podremos leer le seguirá otra, en la que habré de referirme al Sexto Encuentro, que tuvo lugar el año 2012, y otros hechos posteriores. Incluiré entonces unas breves reflexiones personales.
Pero es interesante detenernos en otro aspecto de la cuestión que le da relevancia en estos días. Lo explicaré citando tramos del artículo de María Pagano titulado “El Luna Park ahora es de la Iglesia” (diario La Nación, 16 de septiembre, 2013, páginas 1 y 20).
“El Luna Park, escenario de memorables páginas de la historia deportiva, cultural y política de la Argentina, y uno de los íconos de la ciudad, pasa a manos de la Iglesia Católica”.
“La dueña de la mayor parte de la sociedad propietaria del estadio que vibró con las grandes victorias de Nicolino Locche, Carlos Monzón y Pascual Pérez, en el que cantaron Frank Sinatra, Liza Minelli y Luciano Pavarotti (…) lo legó en partes iguales a Cáritas Buenos  Aires y a los salesianos de San Juan Bosco (…)”.
“Ernestina de Lectoure, que murió el 9 de febrero pasado a los 95 años, tras una larga enfermedad, no tenía hijos. En su testamento dejó el 95 % de Stadium Luna Park Lectoure y Lectoure SRL, propietaria del estadio, a la Sociedad Salesiana de San Juan Bosco y a Cáritas, representada legalmente por el Arzobispado de Buenos Aires”.
En mi libro “Ciudadanos de dos mundos. El movimiento evangélico en la vida pública argentina” hice referencia también a una importante concentración de espiritistas en la década de 1950, permitida por el entonces presidente Juan Domingo Perón, que escandalizó a muchos católicos. Posteriormente desde la década del 90, el Luna Park viene siendo también el espacio de grandes reuniones de evangélicos.

No busquéis al que está muerto. Una multitud oró en el Luna Park de buenos aires. Quinto encuentro fraterno de evangélicos y Católicos en el Espíritu

 El primer día de la semana, muy de mañana, vinieron al sepulcro, trayendo las especies aromáticas que habían preparado, y algunas otras mujeres con ellas.  Y hallaron removida la piedra del sepulcro; y entrando, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Aconteció que estando ellas perplejas por esto, he aquí se pararon junto a ellas dos varones con vestiduras resplandecientes; y como tuvieron temor, y bajaron el rostro a tierra, les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? (Lucas 24.1-5)
Carácter del encuentro
El Cardenal Jorge M. Bergoglio, fue aclamado por una multitud de casi 6000 personas en el Luna Park, el día viernes 1 de mayo de 2009, Día del Trabajador. Luna Park, el mismo en el que la noche anterior, “la Tigresa” Marcela Acuña ganó el título mundial de box femenino. La multitud asistía al Quinto Encuentro Fraterno de Evangélicos y Católicos en el Espíritu, organizado por CRECES (Comunión Renovada de Evangélicos y Católicos en el Espíritu Santo), desde las 9 de la mañana hasta las 7 de la tarde, bajo el lema “Reconciliados en Jesús”.
Una gran parte de ese público, formada por evangélicos, posiblemente no tendría una experiencia anterior de contacto con la figura de Bergoglio, sus creencias religiosas y sus misas. Supongo que Bergoglio fue aclamado como una figura pública. Es desde ese ángulo que deberíamos enfocar, en mi hipótesis, el impactante saludo de la multitud a su presencia.
La alocución del cardenal, sumamente breve, presentó las características típicas de la oratoria de cualquier pastor evangélico. Dijo solamente unas pocas palabras, abrió la Biblia, le indicó al público una lectura, y enfocó el tema de la búsqueda del Jesús muerto, cuando deberíamos buscar el Jesús que vive. Bergoglio tomó como eje un relato de los evangelios en las versiones de Marcos y Lucas, acerca del modo en que las mujeres que habían venido con él de Galilea, y algunas otras mujeres con ellas, lo buscaban en el sepulcro, y, a mi entender, dio en el dínamo del encuentro, el Jesús de poder, y la unción del Espíritu que cura la mente atormentada, la familia desunida, el cuerpo lastimado, el alma sin esperanza. Su referencia más concreta a la sociedad argentina, consistió en decir “que podamos construir una nación reconciliada y que nuestras diferencias no sean belicosas”.
A la inversa, no hubo en este encuentro manifestaciones de culto mariano (sustancialmente inherente a la fe católico-romana). Se trató de una masiva reunión Cristocéntrica y pneuma-céntrica (perdón, lector, por la palabra, pero “pneuma” significa “espíritu”, “soplo” espiritual, “soplo” vital).
La reunión del Luna Park fue precedida por otra, los días miércoles y jueves, en una casa de retiros de la Iglesia Católica en la localidad de Pilar, donde se encontraron setenta ministros religiosos, evangélicos y católicos.
Sin embargo, sería inexacto expresar que el encuentro del Luna Park fue ecuménico, como se desprendería del reporte de uno de los principales diarios de la ciudad de Buenos Aires. O en todo caso, fue “ecuménico” si utilizamos el término en sentido extenso. Pero en su modo estricto, la expresión alude a un movimiento que, surgido desde el Concilio Vaticano II, en pleno apogeo de la  Guerra Fría, a comienzos de los 60, atrajo mayormente a los pastores de las iglesias herederas de las tradiciones de la reformas luterana, calvinista y anglicano-metodista. En esa época muchas iglesias evangélicas, del tipo bautista y pentecostal, entre otras, no compartieron las actividades con los católicos. Ahora en cambio, los evangélicos presentes en el Luna Park, provenían de este último sector renuente al Movimiento Ecuménico. Por eso, quizás sería mejor hablar de un encuentro inter-religioso, por lo menos hasta el momento en que la palabra “ecumenismo” vuelva a hallarse dotada de un significado específico, adquirido en otra época, cuatro décadas después del surgimiento del Movimiento Ecuménico, en otro contexto, con diferentes actores.

Dinámica del encuentro

Por la densidad de sus alocuciones, hubo otras figuras centrales en el encuentro del Luna Park. El obispo católico Joseph A. Grech, capellán con dedicación plena para la Renovación Carismática en la arquidiócesis católica de Melbourne, Australia, que tuvo a su cargo dos predicaciones del evento; el reverendo Omar Cabrera Jr., que preside la iglesia pentecostal Visión de Futuro, con epicentro en la ciudad de Santa Fe y notable extensión hacia varias provincias de la Argentina y la Capital Federal; la señora Kim Phuc, Embajadora de Buena Voluntad de la UNESCO; el pastor Carlos Mraida, de la Iglesia Bautista del Centro, de orientación renovada-carismática; el pastor Jorge Himitián, heredero de la rica tradición de la Comunidad Cristiana formada alrededor de los armenios en la Ciudad de Buenos Aires y otros lugares de la Argentina; el sacerdote católico Alberto Ibáñez Padilla, que desde hace cuatro décadas lleva adelante una actividad de interacción alrededor de la renovación carismática con evangélicos como Jorge Himitián.
En el plano organizativo del evento, desempeñaron importantes roles, el pastor pentecostal Norberto Saracco y Fernando Gianetti, padre cura encargado del área de Ecumenismo de la Arquidiócesis de la Ciudad Autónoma de la Ciudad de Buenos Aires.
El encuentro en su totalidad, fue dinamizado por un coro y banda; la música estuvo a cargo del Grupo Triju. El tono del encuentro reunía a través de la música, el canto, y el acompañamiento corporal del público, las características propias de un gran encuentro de evangélicos entusiastas. Pero había algunas monjas muy jóvenes, cantando y dando brincos al son de la música, igual que el resto de la multitud presente, en la práctica que los evangélicos suelen denominar ritual de adoración y alabanza. La música y el canto unido de la multitud verdaderamente producían un “subidón” de adrenalina.
A su tiempo, el pastor Carlos Mraida hizo las únicas detalladas extensiones analíticas del concepto de reconciliación hacia aspectos de la vida cotidiana de los argentinos: el individuo, la familia, la brecha entre los ricos y los pobres, la política de los partidos. La afirmación más contundente de Mraida fue que los políticos deberían reconciliarse con los intereses de la gente. “Si no lo hacen, el efecto bumerán se volverá contra ustedes y otra vez oiremos el grito popular: que se vayan todos”. (Ese “que se vayan todos” es toda una marca en la cultura cívica argentina, que marcó las protestas colectivas al final del gobierno de Fernando de la Rúa en el 2001, pero también, veinte años antes, las que hubo en la Plaza de Mayo después del desastre de Malvinas, en la primera mitad del año 1982; un par de meses antes, nada más, multitudes similares en la misma Plaza festejaron la invasión de las islas Malvinas, planificada por los jefes de la dictadura, para reintegrarlas al patrimonio nacional).

Kim Phuc, víctima de la guerra de Vietnam

El discurso de Kim Phuc merece una nota específica en esta crónica. Lo que sigue se basa en sus palabras, ilustradas con un documental.
Cuando Kim Phuc tenía 9 años, el 8 de junio de 1972 fue alcanzada por el fuego del napalm en una localidad cerca de Saigón (y un año más tarde en el continente latinoamericano comenzaría una etapa de dictaduras militares). El napalm destruyó sus ropas y quemó parte de su cuerpo. Quedaron registradas en ese momento, la filmación de varías bombas que caían desde un avión estadounidense, la fotografía instantánea de una niña desnuda y presa del pánico, que al día siguiente recorrió el mundo, y la filmación a color de la niña desnuda mientras huía. A su lado corrían sus hermanos y primos. Todo sucedía en un camino asfaltado y atrás se veían casas. El fotógrafo de guerra Nick Ut, que retrató a la niña, también la salvó llevándola en sus brazos a un hospital (más tarde fue galardonado con un premio Pulitzer). En una secuencia de la filmación aparecía un chico de tres años, primo de Kim, llevado en brazos por su abuela, con un colgajo en una pierna. El colgajo parecía una media desprendida pero era piel. Para entenderlo mejor debemos saber cómo trabaja el napalm. Produce entre 800 y 1000 grados de temperatura,  arde bajo la piel según el testimonio de Kim,  y es difícil de apagar.
Tres días después, Kim fue trasladada a un hospital para quemaduras, en Saigon. Durante catorce meses recibió diecisiete operaciones. Con su desgracia la niña se convirtió en un símbolo de la guerra y un medio de propaganda. La foto de esa niña hizo gran impacto también en la sociedad norteamericana y en la oposición interna de ese país a la guerra. Oficiales militares del régimen vietnamita la llevaban a entrevistas. Pero en su interior Kim no era feliz, se sentía sola, aislada y controlada, y así lo expresó en su discurso en el Luna Park. Y pensaba que nunca tendría un novio, un marido, hijos.
Más tarde, sucedieron otros hechos cruciales en su vida. En 1982 abandonó la religión tradicional vietnamita y se convirtió al cristianismo. Esa Navidad leyendo la Biblia sintió y creyó que Jesús puede ser el salvador, que ayuda a vencer el dolor emocional y físico. En 1984, cuando tenía 21 años, le hicieron la última de las operaciones en un hospital en Alemania, recuperó la libertad para mover el cuello y luego decidió que quería ser médica.
Kim obtuvo una entrevista con el Primer Ministro de su país y logró por su intermedio una beca para estudiar medicina en Cuba. Por eso Kim aprendió español, que habla con buena sintaxis pero una fonética trabajosa. En la isla se puso de novia, se casó, y consiguió viajar de luna de miel con su marido a Moscú en 1992, cuando ya tenía 29 años (para entonces había alcanzado su fin el ciclo de la Guerra Fría con el desmembramiento de la Unión Soviética). En el camino de regreso a la isla, cuando el avión se detuvo en Canadá para cargar gasolina, ambos desertaron. Actualmente, Kim vive en Montreal, es feliz con su marido y tiene dos hijos.
En 1996, fue invitada a un acto en Washington, en el que se encontró con veteranos de Vietnam y les dirigió un discurso de reconciliación. Luego pudo reunirse con el oficial que había comandado el lanzamiento de las bombas. En el origen de la historia, el mismo día de junio de 1972, John Plumier, regresó convencido de que había cumplido con su misión, al comandar un ataque supuestamente dirigido a neutralizar refugios de enemigos. Al día siguiente conoció por los diarios la fotografía de Kim, que de inmediato había recorrido el mundo. Posteriormente el capitán Plumier no avanzó más en su carrera y marcó su vida con el alcoholismo y matrimonios fracasados. Finalmente también se hizo cristiano y llegó a ser pastor de una congregación del interior de su país. El encuentro de Kim y este hombre, era en cierto modo el encuentro de dos víctimas de la guerra.
En 1997 Kim creó una fundación especializada en atender niños víctimas de la guerra, mediante la provisión de cuidados médicos, prótesis y atención psiquiátrica. Ella misma conserva rastros de quemaduras en el brazo izquierdo. Pero hubo otro daño que la cirugía no pudo corregir. Durante largo tiempo tuvo en su conciencia la imagen de algo así como una taza de café oscuro. Esa taza de café oscuro y amargo simbolizaba el trauma que no podía borrar. Por medio de la fe y el perdón basado en la fe, logró que esa imagen desapareciese de su mente. En este punto reside el mensaje que Kim trasmite a la manera de una evangelista: la reconciliación, la restauración, el perdón, la paz.
Como en toda reunión de evangélicos, el público hace una ofrenda para sostener el culto. Esta vez la ofrenda fue recolectada solamente para la fundación que dirige Kim (el evento fue costeado con las entradas de los presentes, cuyo valor era de veinte pesos, y con otros recursos de las iglesias). Ante el llamado a la ofrenda, el público depositó en las cajas 42.453 pesos, un reloj y un anillo. Quizás se trata de un promedio de ofrendas de seis a ocho pesos por persona. Como Embajadora de la Buena Voluntad de la UNESCO, Kim fue recibida también por el Ministro de Relaciones Exteriores de la Argentina y apareció en la televisión y los diarios locales.
El suyo fue el menor de los discursos, posiblemente, desde el punto de vista del nivel de su retórica, llena de lentitudes idiomáticas. Pero comunicó el testimonio personal de mayor impacto acerca del tema central, la superación del dolor y la reconciliación. Luego Bergoglio pronunció el discurso con el que dimos inicio a este reporte.
 
Publicado en Cordialmente, revista on line de PASTORESxlaGENTEBuenos Aires, Argentina, 23 septiembre, 2013.
 
*Hilario Wynarczyk, es doctor en sociología y profesor de la Universidad Nacional de San Martín, UNSAM, en la ciudad de Buenos Aires, República Argentina. Reconocido como el sociólogo que más exhaustivamente ha estudiado a los evangélicos y en particular a los pentecostales en la Argentina, escribió dos libros que condensan los principales resultados de sus investigaciones sobre los temas de esta nota: “Ciudadanos de dos mundos. El movimiento evangélico en la vida pública argentina, 1980-2001” (UNSAM Edita, sello editorial de la Universidad Nacional de San Martín, 391 páginas) y “Sal y luz a las naciones. Evangélicos y política, 1980-2001” (Instituto Di Tella y Siglo XXI Iberoamericana, 222 páginas).

domingo, 13 de octubre de 2013

La salvación universal y el papa Francisco

Por. Leonardo de Chirico, Italia*
Los Papas anteriores comunicaban su pensamiento únicamente mediante las páginas impresas de sus encíclicas y sus discursos oficiales. Uno de los principales cambios que está introduciendo el Papa Francisco es revertir el equilibrio; él habla más a través de la prensa. Hace poco, su respuesta al editor del periódico italiano  La Repubblica  y las entrevistas concedidas a diferentes publicaciones jesuitas demostraron esta tendencia y el interés generado entre los medios de difusión es evidente.
Cuanto más habla el Papa Francisco, más clara resulta su teología.Siempre ha dicho que los dogmas tradicionales y el Catecismo están en el fondo de lo que él afirma y que nada sustancial cambia en sus comentarios sobre la infinita misericordia de Dios y la bondad dentro de cada ser humano. Pero, esto es verdad solamente en parte.
Diferentes intérpretes católico romanos siempre han jugado con la tarea de poner distintos acentos en la misma partitura y Francisco está poniendo deliberadamente su acento preferido  -fortissimo-  en otro dogma fundamental. En vista de su marianismo y del enfoque de su mentalidad sobre la misión, ya elaborados, los dos últimos informes escritos y las entrevistas han arrojado más luz sobre su punto de vista básico de la relación entre la naturaleza y la gracia.
“UNA CERTEZA DOGMÁTICA”
Hablando a los periodistas, compañeros suyos jesuitas, procedentes de todo el mundo (19 Set.), el Papa Francisco dijo muchas cosas y estos comentarios están atrayendo una gran cantidad de reseñas positivas. A continuación nos centraremos en una en particular:
“Tengo una certeza dogmática: Dios está presente en la vida de cada una de las personas. Dios está en la vida de todos. Aun cuando la vida de una persona haya sido un desastre, incluso si está destrozada por vicios, drogas o algo más, Dios está en la vida de esta persona. Tú puedes, tú debes intentar buscar a Dios en cada vida humana. Aunque la vida de una persona es una tierra llena de espinas y maleza, siempre hay un espacio en el cual la buena semilla puede crecer”.
Este Papa no es alguien a quien le guste el lenguaje dogmático, al menos en la superficie. Sin embargo, aquí utiliza el lenguaje más enérgico posible. Realmente quiere significar lo que está diciendo. Dios está en la vida de cada uno.
Esta declaración sin reservas plantea preguntas sobre lo que piensa el Papa de la naturaleza del pecado en la vida humana y de la realidad de nuestro “alejamiento” de Dios en nuestro pecado (p.e. Romanos 3:23). Mientras enseña que los que creen en El serán salvos, la Biblia dice claramente que somos enemigos de Dios porque somos pecadores y, por lo tanto, estamos bajo su juicio. En su lugar, el Papa quiere afirmar el dogma de que Dios está presente porque siempre existe algo “bueno” residual en el hombre.
“OBEDECER A LA PROPIA CONCIENCIA”
Otro comentario efectuado por el Papa Francisco refuerza su punto de vista dogmático acerca de la inherente apertura del hombre a la presencia de Dios. En respuesta al editor de  La Repubblica  (11 Set.), escribe lo siguiente:
“Me pregunta si el Dios de los cristianos perdona a alguien que no cree y no busca la fe. Premisa de que, y esto es lo fundamental, la misericordia de Dios no tiene límites si uno vuelve a él con un corazón sincero y contrito; la cuestión para alguien que no cree en Dios radica en obedecer la propia conciencia. El pecado, también para los que no tienen fe, existe cuando se va contra la propia conciencia. Escucharla y obedecerla significa, en realidad, decidir frente a lo que se percibe como bueno o malo”.
Poniéndolo más sencillo: obedecer la propia conciencia es lo que Dios tendrá en cuenta en la concesión del perdón. Nótese que aquí el Papa no está hablando de los que nunca han oído el evangelio, sino de aquellos que no creen sabiendo lo que hacen. Aparentemente, ir contra la propia conciencia cuenta más que ir contra la revelación de Dios. A pesar de que la Biblia enseña que no hay excusa delante del justo juicio de Dios (p.e. Romanos 2:1), Francisco dice en esta ocasión que la conciencia es el último juez a quien Dios someterá a sí mismo. La conciencia humana es el factor determinante para el perdón de Dios.
EL ESQUEMA DE LA “GRACIA DENTRO DE LA NATURALEZA”
Estas dos declaraciones, o sea, que Dios está en cada persona y obedecer la propia conciencia es lo que realmente importa son, en consecuencia, parte de un “dogma” coherente de bondad humana y salvación universal. 
Lo que es importante observar no es tanto los detalles de cada afirmación, sino más bien la visión teológica general que se encuentra en su núcleo. Tradicionalmente, el catolicismo romano ha trabajado dentro del esquema naturaleza-graciadependiente en gran medida de su tradición tomista pontificalmente ratificada. Según esta metanarrativa teológica, la naturaleza, aunque defectuosa debido al pecado, es elevada por la gracia a su fin sobrenatural y el sistema sacramental de la Iglesia es la forma en que la gracia opera esta elevación.
Además, en el siglo XX, este esquema fue modificado significativamente y recibió un importante respaldo en el Vaticano II. Mientras que el esquema antiguo implicaba que la gracia necesitaba ser “adicional” a la naturaleza, la nueva versión reclama que la gracia es ya parte de la naturaleza y trabaja dentro de sí misma, no como algo extrínseco sino intrínseco a ella. La gracia es inherente a la naturaleza y a través del sistema sacramental de la Iglesia se despliega cada vez más.
Un defensor de la estructura “la gracia dentro de la naturaleza” fue Karl Rahner (1904-1984), también jesuita. Su visión del “cristiano anónimo” afirma que a cada ser humano, por el hecho de serlo, ya se le concede la gracia y por tanto es cristiano, aun cuando no sea consciente de ello o no quiera serlo.
Si bien no utiliza el idioma rahneriano, el Papa Francisco opera dentro de un marco “dogmático” similar. Dios está presente en todas las personas y la conciencia de cada uno es lo que en definitiva contará. A pesar de todo su atractivo misionero y su actitud misericordiosa, lo que Francisco dice no son buenas nuevas para las personas centradas en el Evangelio.
   
 
Fuente: Protestante Digital 2013

viernes, 11 de octubre de 2013

Seminario e Iglesia: ¿Espacio de igualdad o de exclusión?

Por. Luis Eduardo Cantero, Argentina*
Es indudable que mucho del quehacer teológico que se estructura en las iglesias surge en gran manera de la educación teológica recibida en las facultades de teología de las diferentes confesiones religiosas (…).
En Argentina hay muchos seminarios e institutos de formación ministerial, los hay para todo tipo de opción. Como en Colombia, existen fundaciones universitarias teológicas, antes seminarios, institutos o escuelas de formación pastoral, prácticamente de todas las confesiones evangélicas que tienen cierta representatividad debido al número de miembros o iglesias.
El objetivo de esta reflexión no pretende analizar ni juzgar a priori las diferentes confesiones o instituciones. Pero, ya que colaboro en algunas de ellas, como la Fundación Universitaria Seminario Teológico “A”, Seminario “B” e Institutos Bíblicos AD y Wesleyano de Colombia y de América Latina,[i] sí puedo afirmar que el currículo de dichas instituciones educativas mantiene programas bíblicos, teológicos y pastorales de calidad, aunque reducidos a un quehacer teológico denominacional y a afianzar los dogmas o confesiones de cada una de ellas, que pueden ser conservadoras clásicas, carismáticas o neopentecostales, lo cual las lleva, de alguna manera, a ignorar las diversas realidades del país.[ii]
Se imparten asignaturas que eluden incorporar un apoyo más integral a la hora de enfrentar problemas sociales graves, como pueden ser el desempleo, los desplazados, etc., así como situaciones de comunidades eclesiales específicas que requerirán nuevos modelos pastorales capaces de atender todas las necesidades de sus miembros y de los que parecen excluídos: las lesbianas, los homosexuales, los no creyentes, los políticos, entre otros. Es urgente, por tanto, la revisión de nuestros currículos educativos y el análisis honesto y serio de los contenidos programáticos, y considerar si éstos tienen que ver con pura información, o más bien tienden a establecer puentes contextuales y pertinentes para el desarrollo de los diferentes ministerios y de los dones de las personas que se capacitan en dichas instituciones; sin olvidar la búsqueda de una vida mas plena para el género humano en el cumplimiento de la misión del Reino de Dios.
¿Y las iglesias por donde van?
A partir de los años 60 y 70 del siglo pasado, debido al gran auge de la teología de la liberación en América Latina que irrumpió en nuestro país, en especial en Medellín, las iglesias evangélicas fueron desafiadas a plantearse nuevos modelos beligerantes unidos al nuevo proyecto de liberación. Esto ocasionó divisiones internas en varias denominaciones históricas, entre ellas la presbiteriana y la interamericana.
Hoy, las divisiones son de carácter neopentecostal, con una tendencia de expulsión de demonios, culto de sanación, apostolado y teología de la prosperidad en las iglesias con tradición conservadora, por ejemplo, y para citar algunas: las iglesias bautistas, interamericanas, bautistas independientes, presbiterianas, anglicanas, Alianza Cristiana Misionera,  etc. El resultado de esta batalla campal e ideológica fue la creación de dos bloques: uno liberacionista, que optaba por el proyecto liberador, y otro conservador, que optaba por el dogma (actualmente estos dos bloques continuan, y se ha añadido un tercero que defiende la teología de la prosperidad).[iii]
Los sectores fundamentalistas conservadores se  replegaron y se encerraron en sí mismos –todavía se mantienen en esa posición. El otro bloque, mas abierto, formado por las iglesias históricas presbiterianas e interamericanas de Laureles en Medellín (como por ejemplo en Colombia) han conseguido sobrevivir a pesar de la exclusión de los sectores fundamentalistas conservadores.
Esas iglesias que se insertaron en el proceso liberador fundaron centros de educación teológica con nuevos paradigmas de reflexión e iluminados por la teología de la liberación, tales como la solidaridad cotidiana expresada en compartir el dolor, la esperanza y la lucha de clases, así como la defensa de una vida y un salario dignos[iv]. En cambio, el bloque conservador se centró en fortalecer sus centros de formación teológica con el objetivo de contrarrestar dicho movimiento. El tema de la teología de la liberación empezó a debatirse “pues lo que siempre se vio como hijos de Dios, ahora se veía como desertores de la “Verdadera doctrina cristiana”, herejes, hijos del Diablo”[v].
A pesar de la riqueza temática liberadora que se generaba en ese momento, no se lograron grandes cambios en los sectores conservadores. El ámbito curricular de estas instituciones teológicas conservadoras continuaron centradas en la formación de líderes y pastores tradicionales. La critica al poder eclesial centralizado y a la exclusión de las mujeres, entre otras cosas, quedó archivado.
En la actualidad, no podemos hablar de democracia participativa en los diferentes sectores de la sociedad si en nuestras iglesias e instituciones educativas no existe una participación igualitaria de los sujetos sociales que las componen. Muchas instituciones eclesiales y paraeclesiales actuales desarrollan una fe puritana (con tendencia a la New Age hacia una mentalidad positiva reflejada en los sermones del éxito y del lucro), una visión espiritualista de la vida que procura conservar sus doctrinas y dogmas[vi] que excluye, en muchos casos, a mujeres, niños, desplazados y gays, entre otros.
Si realmente comprendiéramos la iglesia como cuerpo de Cristo y a cada uno de nosotros como miembros de ese cuerpo, o lo que es lo mismo, como parte esencial de una unidad comunitaria[vii], deberíamos profundizar, desde nuestros centros de formación teológica, en esta comprensión amplia de que el pueblo de Dios debe participar desde la igualdad en los diferentes ministerios de la misma. El apóstol San Pablo nos dice:
“(…) Y el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor. Porque nosotros somos colaboradores de Dios y vosotros sois labranza de Dios, edificios de Dios”[viii].
A estas alturas nos podemos preguntar qué valor tiene esta reflexión. Sin embargo, nos parece relevante, ya que intentamos comprender el desafío al que nos enfrentamos. Si, como pastores, lideres y maestros evangélicos, queremos vivir como ciudadanos de segunda clase, como personas incapacitadas y pasivas que enseñan las cosas porque toca o, sencillamente, no hemos aprendido o no nos atrevemos a leer críticamente la Biblia, la historia y hasta nuestra propia teología, simplemente nos hemos convertido en loros que repiten un discurso de lo que oyen o han aprendido.
Si hubiésemos aprendido a hacer teología desde los presupuesto de la teología latinoamericana nos habríamos ahorrado un sinnúmero de palabreros (carismáticos, fundamentalista, etc.) que han provocado una división teológica (Teología de la prosperidad, de la unción, etc.) y no estructural de nuestras denominaciones evangélicas colombianas y latinoamericanas.  Pero, si queremos estar al nivel de otras teologías latinoamericanas necesitamos estar al lado de ellas; para lo cual, debemos liberarnos del miedo, del fundamentalismo, del qué dirán (…) [ix]. Como evangélicos latinoamericanos necesitamos creer y actuar basándonos en las demandas del Reino de Dios, con una nueva mentalidad, con una nueva disposición, despojándonos de nuestros complejos, nuestros temores y creyendo que todo lo podemos en Cristo que nos fortalece[x].

[i] De este grupo de instituciones de formación teológica, no incluyo a la Corporación universitaria Reformada de Colombia, antes Seminario Teológico Presbiteriano y Reformado de la gran Colombia, por ser una institución que ha sido la voz profética de la teología evangélica liberadora colombiana, además ha tenido históricamente un convenio firmado con la Universidad Bíblica Latinoamericana de Costa Rica, que le permitió reincorporar en sus programas los delineamiento de la filosofía y visión de la ubl. Amilkar, Ulloa, Oikoumene cetela.  Medellín: Catálogo de la comunidad de educación teológica ecuménica latinoamericana – caribeña, 1999, p: 108 – 115.
[ii] Luis Eduardo Cantero, “Educación teológica y género: Desafíos a las instituciones teológicas latinoamericanas evangélicas. Estudio de caso colombiano, en Revista Teología y cultura, año 9, vol 14 (noviembre, 2012), pp. 137 – 152.
[iii] Cantero, op., cit., p. 141
[iv] Ejemplo a citar PROMESA, hoy recinto universitario de la Universidad Bíblica Latinoamericana en Medellín y el Seminario Teológico Presbiteriano y Reformado de la Gran Colombia, hoy Universidad Reformada de Colombia, Barranquilla, ha firmado un convenio con otras universidades para ofrecer títulos de grado y postgrado: Especialización y Maestría. Estos centros, el tema de pobreza, marginación y exclusión empezó a debatirse pues lo que siempre se vio como un don divino era confrontado como fruto de la injusticia social. Amilkar Ulloa Entrevista Medellín: Promesa, marzo 20 de 1999.
[v] Joaquín, Espinosa  Diálogos ecuménicos.  Medellín: Iglesia Evangélica Interamericana, 6 de junio de 1999.
[vi] Pablo, Moreno  Una relectura de nuestros principios y creencias bautista a la luz de tiempos nuevos.  Medellín: Ponencia presentada en la XLVII Asamblea anual de la Convención Bautista colombiana, enero 5 – 9, 1997.
[vii] Véase Hechos 2: 44 – 47.
[viii] I Corintios 3: 8 – 9, Versión Reina Valera, 1960.
[ix] Luís Eduardo, Cantero,   “Desafíos teológicos para una eclesiología bautista contextual. Elementos fundamentales para hacer misión.” Revista signos de vida, CLAI, Quito, Ecuador, # 39 marzo (2006), p. 7 ss.
[x] Filipenses 4: 13, Versión Reina Valera, 1995.

*Luis Eduardo Cantero, pastor, teólogo y filósofo, Doctorando en Historia de América Latina por la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, España.
 
Fuente: Lupaprotestante, 2013

lunes, 7 de octubre de 2013

Rubem Alves y el placer: en sus 80 años (I)

Por. Leopoldo Cervantes-Ortiz, México*
Sin renegar nunca de su tradición protestante, a la que dedicó varios textos memorables en los que exploró las luces y sombras de esa herencia, se ha mantenido a distancia de las iglesias. 
No quiero novedades. No voy a comprar departamentos o terrenos. No quiero viajar por lugares que desconozco. Eliot: “Y al final de nuestras largas exploraciones llegaremos finalmente al lugar de donde partimos y lo conoceremos entonces por primera vez…”. Eso es. Volver a mis orígenes, a las cosas de Minas que tanto amo…, la cocina, los jardines de tréboles, la malva, las granadas e los manacás, las montañas, los riachuelos, las caminatas … [1]  R.A.
El 15 de septiembre pasado el escritor, teólogo, educador y psicoanalista (entre tantas otras cosas que se puede decir de él) Rubem Alves cumplió 80 años.
Para conmemorar el acontecimiento, varios de sus lectores/as y amigos de diversos países armamos un pequeño  homenaje que puede leerse en internet. Algo similar hicimos en otra ocasión, ante la cual Rubem reaccionó con enorme sorpresa al advertir que en muchas iglesias evangélicas latinoamericanas su nombre no es extraño y se le lee con admiración y gran provecho. Ello porque después de su “alejamiento institucional” del protestantismo se suponía que quedaría al margen de cualquier contacto con dichas comunidades. Pero afortunadamente no es así, pues sus seguidores suman legiones en varios espacios y hasta existen varios grupos en las redes sociales que comparten sus textos y sus libros, dejando constancia de la manera en que “el nuevo Alves”, no necesariamente el que fue uno de los pioneros de la llamada “teología de la liberación”, hoy en su faceta de “cronista”, los alimenta con su libérrimo y sumamente creativo estilo literario.
Y es que, en efecto, lejos quedaron los años en que este pensador y sabio escribía de una manera plana o “chata”, como él mismo ha dicho, pues llegó un momento en que decidió abrirse a la literatura y a la poesía en particular, para descubrirse como un autor renovado, dispuesto a hablar de las cosas de la vida con una simplicidad y una belleza que jamás imaginó.
Porque en los años sesenta Rubem Alves soñaba con “hacer la revolución” y a esa utopía dedicó gran parte de sus escritos e ilusiones. En 1974, como parte de un proceso de fuerte introspección que lo llevó incluso al diván del psicoanálisis, pergeñó un texto que lo liberó, para siempre, de todas las cargas ideológicas y morales que lo tuvieron sometido durante tanto tiempo. “Del paraíso al desierto” es el título de esas reflexiones autobiográficas en donde describe, sin entrar necesariamente en detalles concretos, la experiencia por la que atravesó y que lo preparó para que casi 10 años después, en 1983, descubriera por fin las bondades del juego, del cuerpo y la belleza, aunque hay que decir que ya desde sus libros iniciales se anunciaba el rumbo que tomaría su reflexión y su vida.
Sin renegar nunca de su tradición protestante, a la que dedicó varios textos memorables reunidos en  Dogmatismo y tolerancia  (1982; Mensajero, 2007) en los que exploró las luces y sombras de esa herencia, se ha mantenido a distancia de las iglesias, pero sigue haciendo una teología que ya no admite límites ni fronteras, porque se funda en la libertad de la imaginación.
Sus palabras son diáfanas: “Soy protestante. Hoy, muy diferente de lo que fui. No hay retornos. Tan diferente que muchos me contestarán, negándome la ciudadanía en el mundo de la Reforma. Algunos me denunciarán como espía o traidor. Otros permitirán mi presencia, pero exigirán mi silencio. Lo cual me hace dudar de mí mismo y sospechar que, quién sabe si yo sea de hecho un apóstata. Sin embargo, por ahí, protestantes de otros lugares me confirman, oyéndome, dándome las manos, el pan y el vino...”. Podría decirse que llevó la teología de la liberación hasta sus últimas consecuencias ahora que se ha convertido en un “distribuidor de felicidad” gracias a la “antropofagia literaria” que practica y que promueve gracias a los sacramentos textuales que reparte por doquier y por los que entre en comunión con millones de personas.
Educador de tiempo completo, con el paso de los años decantó sus observaciones para derivar en una escritura lúdica, cien por ciento dedicada a explorar los intersticios de la vida en todas sus manifestaciones y a salpicar de poesía todo lo que vive y le interesa.
 Una muestra de ello es su  Libro sin fin  (2002) ,  que en una nueva y preciosa edición con el título  Variações sobre o prazer. Santo Agostinho, Nietzsche, Marx y Babette  me ha traído desde Brasil mi amigo Ismael y que llega todavía en medio de las celebraciones de su 80º aniversario. Personalmente, y luego de seguir su trabajo durante ya más de 15 años, este libro es uno de los más representativos porque refleja la libertad que ha alcanzado como escritor y reúne muchos de los temas que obsesivamente ha desarrollado en estos treinta años que también se cumplen de su renacimiento como persona y como fabulador de mundos imaginarios pero ciertos, pues tal como reza la cita de Paul Valéry que no se ha cansado de repetir: “¿Qué sería de nosotros sin la ayuda de las cosas que no existen?”.
En el prefacio explica las razones por las que ha elaborado este libro tan personal, plagado de citas desplegadas en los márgenes y hasta con una bibliografía final que recuerda sus años mozos, cuando ya hacía gala de un arte reflexivo exquisito, provocador y sin concesiones. Alves dice que  Variaciones sobre el placer  es fruto de la conciencia del fin, de la certeza de que su tiempo se acaba, y de que es necesario y hasta obligatorio plantarse frente al lenguaje y obligarlo a decir “las cosas del alma”, las que siempre han estado ahí y esperan salir.
“Sentí, entonces, que no me gustaría que lo que había escrito quedase enterrado. A fin de cuentas, lo que escribo es parte de mí. Pero sabía, al mismo tiempo, que mis esfuerzos para terminar el libro serían inútiles. Jugué, entonces, con la idea de publicar el libro tal como estaba, sin terminar. En eso se parece a la vida. Ella nunca está terminada. Termina siempre sin que hayamos escrito el último capítulo” (p. 13). Y así, este gran maestro en plenitud de facultades que desliza sus ideas en el tiempo y el espacio “abandonó” este ejercicio lúcido y lúdico para dejar constancia de su fidelidad a la escritura que le han enseñado sus poetas y autores de cabecera.
Y así fue que este  libro sin fin  quedó inconcluso, con todo y que en sus más de 180 páginas brota el aliento de alguien que se pone a cuentas con sus autores favoritos y sus influencias más entrañables, tal como lo anuncia el subtítulo: San Agustín (a pesar de los pesares), Nietzsche (el autor permanente de la mesa de noche, siempre a la mano porque vaya que ese  The portable Nietzsche,  de Walter Kaufmann lo ha acompañado siempre), Marx (a quien ha leído y releído de una manera sumamente peculiar; para probarlo está ese otro volumen:  Qué es la religión,  que no envejece con el paso del tiempo) y Babette, la cocinera francesa que le abrió otras ventanas vitales a aquellas mujeres luteranas… Un libro sin el más mínimo desperdicio, un Alves que se sincera con todos y acomete la memoria con variaciones de teología (en primer lugar), filosofía, economía y el arte culinaria, otra de sus grandes aficiones.

   [1] R. Alves, “Prefácio. Eu não deveria ter tentado escrever este livro”, en Variações sobre o prazer. Santo Agostinho, Nietzsche, Marx y Babette.  São Paulo, Planeta, 2011, p. 12. Versión de L.C.-O.
 
*Autores: Leopoldo Cervantes-Ortiz

©Protestante Digital 2013

jueves, 3 de octubre de 2013

¿Reformar lo irreformable?

Por.  Samuel Escobar, España*
La toma de posición de Küng respecto a su iglesia la expresa bien el título de su primer capítulo “¿Una iglesia enferma, incluso moribunda?”
Un notable artículo del teólogo católico Hans Küng en  El País  del jueves 26 de setiembre me ha traído a la memoria mis lecturas de este verano y una reflexión que quiero compartir con mis lectores. Vamos primero al artículo en cuestión que lleva como título “La prueba decisiva de Francisco”. Comienza afirmando: “El Papa muestra valentía civil” y hace referencia a su presencia entre los pobres de las favelas de Rio de Janeiro y por otra parte a su buena disposición a abordar un diálogo abierto con críticos no creyentes. Cita a Eugenio Scalfari, del periódico romano de izquierda liberal  La Repubblica , quien en un artículo planteó 12 preguntas al Papa, entre ellas una relativa a la cuestión del poder temporal que la Iglesia Católica Romana siempre ha buscado. La pregunta es aguda y precisa: “¿Representa por fin el Papa Francisco la primacía de una iglesia pobre y pastoral sobre una iglesia institucional y secularizada?”
Küng señala hechos notables en las palabras y gestos de Francisco como la renuncia a la pompa, el estilo que acentúa la figura del servicio más bien que del señorío, las reformas frente a los escándalos financieros, y el esfuerzo por reformar la curia. Pero para Küng, Francisco “aun tiene por delante la prueba decisiva de la reforma papal”, y define ésta como el desafío de la pobreza. Con un breve y acertado trabajo exegético este teólogo suizo nos muestra que en los evangelios sinópticos el concepto de “pobre” se extiende más allá de la referencia a la pura carencia económica. Los “pobres en espíritu” de Mateo serían también quienes sufren angustia interior: “Jesús llama a sí a todos los afligido y abrumados, también a quienes han sido abrumados con la culpa.”
Küng ubica entre estos pobres en espíritu a tres grupos dentro de la Iglesia Católica Romana de hoy: los divorciados, las mujeres y los curas casados.
Le gustaría ver que Francisco permitiera que los divorciados que se han vuelto a casar “puedan ser readmitidos a los sacramentos cuando lo desean de corazón.”
Le gustaría ver un cambio también en cuanto a las mujeres “que debido a la posición eclesiástica respecto a los anticonceptivos, la fecundación artificial y también el aborto, son despreciadas por la Iglesia y en no raras ocasiones padecen miseria de espíritu.”
Finalmente sería deseable un cambio respecto al celibato del clero. Comenzando por el caso de “los sacerdotes apartados de su ministerio por razón de su matrimonio” Küng avanza a decir que si bien la Iglesia puede preservar un celibato libremente elegido por los sacerdotes, “una soltería prescrita por el derecho canónico contradice la libertad que otorga el Nuevo Testamento, la tradición eclesiástica ecuménica del primer milenio y los derechos humanos modernos.”
Reflexionando sobre esta propuesta del famoso teólogo del Concilio Vaticano II, creo que ha puesto el dedo en tres llagas que sí que son un desafío para el nuevo Papa. Y me viene a la mente también la idea de que en estos tres puntos las iglesias evangélicas en España afrontan igualmente serios desafíos pastorales.
Mirando las cosas con honestidad reconozcamos que como evangélicos no contamos con definiciones claras y aceptadas por las diversas iglesias en varios de esos puntos. Aquí tenemos un tremendo desafío exegético, teológico y pastoral que esperamos identificar en el futuro.
Según Küng este nuevo papa ha demostrado hasta aquí gran sensibilidad, empatía por las necesidades humanas y coraje civil: “Esas cualidades le facultan para adoptar decisiones necesarias y que marcarán el futuro respecto a estos problemas, en parte pendientes desde hace siglos.”
Esta referencia a las posibilidades de que el papa Francisco implemente reformas en su iglesia me lleva a dos libros que leí en el verano y que me condujeron a una reflexión intensa e inquietante. En primer lugar leí del historiador evangélico Mario Escobar Golderos el libro  Francisco: el primer papa latinoamericano(Grupo Nelson, Nashville, 2013, 159 págs). Es un libro ágil que se lee sin dificultad y que tendría que ser lectura obligada para todo evangélico que quiera estar bien informado. El autor ha conseguido procesar una gran cantidad de información y presentarla de forma legible y atractiva. En sus trece capítulos Mario Escobar nos ofrece un retrato de Jorge Mario Bergoglio, hoy simplemente el papa Francisco, quien ya ha dado mucho que hablar a la prensa mundial.
En la primera parte, “El día de primavera que cambio mi vida”, Escobar narra en cuatro capítulos una breve biografía de Bergoglio, su niñez y juventud en su Argentina natal, el surgimiento de su vocación sacerdotal, sus estudios, y su carrera eclesiástica como profesor, sacerdote y luego obispo en los difíciles tiempos de la dictadura militar argentina en las décadas de 1970 a 1990. Los cuatro capítulos de la segunda parte, “El cardenal de los jesuitas”, son especialmente valiosos para el lector evangélico poco familiarizado con la historia y las instituciones católicas y nos llevan hasta el cónclave del 2013 en el cual Bergoglio llegó a ser papa. Los cinco capítulos de la tercera parte presentan “Los cinco retos del nuevo papa Francisco.”
El libro de Mario Escobar no es el típico libro evangélico que a cada paso se detiene a señalar los contrastes entre Catolicismo y Protestantismo. Conforme avanzaba en su lectura yo tenía la impresión de que este exitoso novelista e historiador abriga cierta esperanza de que el papa Francisco consiga llevar adelante algunas de esas urgentes reformas que le hacen falta a la Iglesia Católica Romana.
Por nuestra experiencia de evangélicos en España, y el talante ultra-conservador y triunfalista del Catolicismo español, percibimos mejor la urgencia y al mismo tiempo la dificultad de la tarea de reformar que el papa tiene por delante. Como lo ha señalado la prensa últimamente los obispos españoles están entre los que tienen menos disposición a aceptar las reformas.
Al terminar de leer el libro de Mario Escobar cayó en mis manos un libro de Hans Küng, el teólogo con el que he empezado este artículo, que se publicó en alemán en el año 2011 y ha aparecido este año en castellano. Su título me atrajo, pues es un interrogante audaz y acertado:  ¿Tiene salvación la Iglesia?(Editorial Trotta, Madrid, 2013).
Son 199 páginas y se trata de un diagnóstico valiente y bien informado por un hombre que conoce como pocos la teología y la historia del Catolicismo. Mientras leía este libro recordaba yo la mezcla de asombro y esperanza que me había causado cincuenta años atrás la lectura del primer libro que hizo mundialmente conocido a Küng  El concilio y la unión de los cristianos  (1960).
La toma de posición de Küng respecto a su iglesia la expresa bien el título de su primer capítulo “¿Una iglesia enferma, incluso moribunda?” Su análisis es demoledor: “La Iglesia católica atraviesa la más profunda crisis de confianza desde la Reformay nadie puede pasarlo por alto: en el centro de la Iglesia se encuentra – esto tiene que ser visto también en Alemania – Joseph Ratzinger, el actual papa quien, aunque originario de la tierra de la Reforma, vive en la Roma papal desde hace tres décadas, y lejos de conjurar la crisis, la agudiza.”(p.17).
Utilizando el símil médico de la salud y la enfermedad, los siguientes capítulos tienen títulos muy sugestivos:”Diagnosis del sistema romano. Anamnesis y diagnóstico”, “Los gérmenes de una enfermedad crónica”, “Rehabilitación con recaídas” , “Una gran operación de salvamento” y “Terapia ecuménica”. Con la precisión de un cirujano que domina su estilete Küng va sacando a luz los entretelones del sistema romano y sus miserias, mostrando las raíces históricas de algunos de los problemas más serios que enfrenta la Iglesia hoy. Me parece que esos panoramas históricos son utilísimos para entender el alcance de la autocrítica que Küng propone.
Por ejemplo, refiriéndose a la época de la Reforma protestante y la división del Cristianismo que trajo, dice Küng: “Pero a quien haya estudiado toda esta historia no le puede caber duda al respecto: no es al reformador Lutero, que también cometió errores, sino a  la Roma refractaria a toda reforma – y a sus cómplices alemanes – a quien hay que achacar la principal responsabilidad de que tras el cisma entre la Iglesia de Oriente y la Iglesia de Occidente, se produjera un cisma entre (dicho a grandes rasgos) la mitad septentrional y la mitad meridional del imperio, que luego, a causa de la expansión colonial de las potencias europeas se prolongaría en Norteamérica y Sudamérica.” (p.84 cursivas del autor).
La negativa a reformarse y la arrogancia con que actuaba Roma la ve también Küng en la forma en que el Catolicismo enfrentó los desafíos de la Modernidad en el siglo 17:“A pesar de todo el ornamento barroco, el catolicismo contrarreformista era a todas luces una religión conservadora y restauracionista que, vista en conjunto, seguía siendo la religión de los pueblos latinos, que (a excepción de Francia) estaban económica, política y culturalmente estancados. En el catolicismo, se quiera o no, el papa decide sobre la interpretación de la Biblia y no tolera innovación alguna. A la inversa, la ‘libertad del cristiano’ de los protestantes contribuye decisivamente a la acentuación moderna de la responsabilidad personal, la mayoría de edad y la autonomía.” (p.89).
Este cuadro de la gravedad de la enfermedad que sufre la Iglesia Católica Romana es un trabajo magistral, una obra de madurez y de valentía. A pesar de ello, Küng no ha salido de la Iglesia Católica, pero describe su postura con claridad meridiana: “El que mi fe haya permanecido inconmovible se lo debo a una instancia más elevada (y a muchas serviciales personas): no a la fe en la Iglesia como institución, sino a aquel Jesucristo cuya persona y causa siguen siendo – en la buena tradición de la Iglesia, pero también en la buena liturgia y la buena teología – el motivo originario que, a despecho de toda decadencia y corrupción, nunca se ha perdido ni se pierde sin más. El nombre Jesucristo es algo así como el ‘hilo dorado’ en el tejido siempre confeccionado de nuevo de la historia de la Iglesia, a menudo tan resquebrajada y sucia” (p.49).
Es así como Mario Escobar nos presenta un cuadro breve pero comprensivo de la personalidad del nuevo papa y de los desafíos con que se enfrenta. Por otra parte la obra de Küng nos permite ver las dificultades, yo diría la imposibilidad, de la tarea reformadora que le ha impuesto su elección. Sin embargo la lectura cuidadosa de Küng nos puede ayudar como evangélicos a ver algo de la tarea de reforma que tenemos nosotros por delante, nosotros que creemos en la  Ecclesia reformata semper reformanda .    
Autores: Samuel Escobar*
©Protestante Digital 2013