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domingo, 31 de agosto de 2014

Homosexualidad y fe: ‘Jesús fue contracultural, pero no cambió la visión del matrimonio’

El pastor británico Ed Shaw da su contrapunto personal a la sensación que ha creado la ‘salida del armario’ de la cantante evangélica Vicky Beeching.
La conocida líder de alabanza musical británica Vicky Beeching daba a conocer recientemente su orientación homosexual. La cantante defiende que “Dios me ama tal como soy” y apoyará ahora más firmemente la causa ‘LGTB’. Ed Shaw, un pastor del Reino Unido que también ha explicado públicamente su atracción a personas del mismo sexo, le ha contestado recordando que no hay base bíblica para apoyar la práctica homosexual.
Vicky Beeching, británica, decidió anunciar públicamente su orientación homosexual en una entrevista concedida al diario The Independent. El reportaje-entrevista, escrito por el periodista Patrick Sturdick, muestra un tono muy agresivo contra la Iglesia de Inglaterra, comparándola incluso con Guantánamo o el fascismo por el hecho de defender una visión tradicional del matrimonio.
Pese al enfoque claramente progay, el artículo también recoge la historia de Beeching en primera persona, explicada por ella de forma muy honesta. La artista explica su “vergüenza” al darse cuenta a los 13 años que le atraían otras chicas, sus oraciones pidiendo un cambio que no fueron contestadas, las palabras de otros cristianos que le hirieron, y su decisión de dar a conocer su homosexualidad a los 35 años. También el estrés que le ha causado siempre confrontar su sexualidad con la realidad de ser una líder de alabanza popular en el entorno evangélico.
TEÓLOGA Y ARTISTA RESPETADA EN ENTORNO EVANGÉLICO DE EUU
Beeching creció en Kent (Reino Unido), asistió a una iglesia pentecostal, después a una iglesia anglicana de teología evangélica, estudió Teología en Oxford y al graduarse fue a EEUU tras ser contratada por la discográfica EMI. Ahora tiene 35 años. Es buena amiga de la hija del arzobispo de la Iglesia de Inglaterra, Justin Welby, quien defiende el matrimonio heterosexual. Tanto Welby como a su hija, explica Beeching en la entrevista, fueron los primeros en saber su orientación homosexual.
La artista es comentarista habitual en medios británicos, como Sky o Channel 4 y trabajará pronto como presentadora para BBC. Es autora de canciones populares en iglesias de habla inglesa, como “Glory to God forever”.
EL CONTRAPUNTO UN PASTOR CON TENDENCIAS HOMOSEXUALES
Ante el gran revuelo que ha creado la noticia en el entorno evangélico anglosajón (similar al que hubo cuando en 2010 otra artista cristiana, Jennifer Knapp, se declaró lesbiana), algunos líderes evangélicos han comentado el significado de la decisión de Beeching.
Destaca especialmente un  artículo de Ed Shaw, pastor evangélico británico, que también ha explicado públicamente su tendencia homosexual, pero que ha mantenido la visión bíblica de la sexualidad. Shaw, como la amplia mayoría de evangélicos, considera que las relaciones sexuales y el matrimonio deben ser entre un hombre y una mujer.
EL joven pastor es uno de los impulsores de  LivingOut, una iniciativa online que reúne a cristianos con tendencia homosexual pero que deciden no llevarla a la práctica (puede leer más sobre ello en este artículo).
“HIPOCRESÍA” QUE HA HECHO DAÑO
“Vicky Beeching ha hecho esta semana lo que yo hice como pastor cristiano el año pasado: ser abierta y honesta sobre su atracción a personas del mismo sexo”, empieza explicando Shaw.
“Parece que nuestra decisión tenía el mismo objetivo: aportar nuestra perspectiva personal al debate tan necesario que debe haber en la iglesia sobre este tema. Comparto con ella el deseo de retar y cambiar mucho del acercamiento al tema [de la homosexualidad] que se percibe en el entorno evangélico. A menudo hemos necesitado, y fracasado, arrepentirnos del mal hecho de las actitudes hipócritas hacia el pecado homosexual y el estar roto: ha habido veces en las que hemos actuado como si sólo las personas gays se equivocaran en términos sexuales. La realidad, sin embargo, es que no hay ni un solo miembro de iglesia que no esté roto sexualmente de alguna forma u otra”.
Shaw considera que también la sexualidad de las personas heterosexuales está afectada por el pecado, ya que todas las personas están bajo los efectos de la Caída. Añade que otra forma de hacer daño a cristianos que luchan con su sexualidad ha sido “un triste falsa enseñanza que permitió que, por ejemplo, Vicky desarrollara sentimientos no saludables sobre sí misma, en lugar de descubrir su identidad en Cristo, más allá de sus emociones sexuales. La atracción sexual hacia personas del mismo sexo no es un pecado imperdonable”.
“JESÚS NO CAMBIÓ LA VISIÓN DEL MATRIMONIO”
 Sin embargo, Shaw entra a continuación a marcar la diferencia entre su posición y la de Beeching. “La historia de Vicky no es la historia completa”, argumenta. “Personalmente he experimentado mucho amor y aceptación genuina cuando compartí con otros evangélicos mi experiencia de atracción a personas del mismo sexo (…), la mala experiencia de Vicky no es la de todo el mundo y nosotros [refiriéndose a “Living Out”] estamos trabajando duro para asegurar una mejor reflexión teológica y un mejor cuidado pastoral en el futuro”.
Ed Shaw defiende su posición teológica. “Debemos aceptar que, para vergüenza nuestra, la iglesia no siempre ha acertado siempre en esta área. Pero trágicamente, es Vicky quien está equivocada en la moralidad de las relaciones sexuales gays”, cree.
“Simplemente, no estamos en condiciones de cambiar lo que la Biblia dice sobre la sexualidad, que está ahí para el matrimonio entre hombre y mujer (Génesis 1 y 2). No podemos alterar la imagen que Dios nos da sobre el eterno matrimonio entre Cristo y su iglesia (Apocalipsis 21-22)”.
“Pese a sus acciones contraculturales y sus palabras a mujeres, leprosos, cobradores de impuestos y gentiles, Jesús no cambió la visión del matrimonio, ni nosotros deberíamos hacerlo. Vicky y otros como ella se equivocan al intentar cambiar la esencia de lo que la iglesia ha enseñado siempre en esta área”.
“EL OTRO LADO DE LA HISTORIA”
Shaw termina su artículo diciendo que “debemos escuchar la historia de Vicky, pero entonces también escuchar a otros cristianos que sienten atracción hacia el mismo sexo pero que cuentan otra historia”.
“Nuestras historias raramente consiguen salir en los diarios a nivel nacional o en las noticias de televisión, pero una gran cantidad de nosotros nos mantenemos fieles a la enseñanza de la Biblia. Lo hacemos, no sólo porque creemos que la Palabra de Dios es buena, sino también, finalmente, porque creemos que nos muestra la ruta hacia el crecimiento humano y a la propia vida”.

Fuentes: The Independent, Protestante Digital, EAUK, Living Out

Editado por: Protestante Digital 2014

domingo, 24 de agosto de 2014

Bonhoeffer no participó en intento de asesinar a Hitler (III)

Por. Carlos Martínez García, México*
Thiessen Nation demuestra fehacientemente la consistencia en el pacifismo de Bonhoeffer a partir de su estancia en Nueva York (1930-1931) y hasta el día de su ejecución, el 9 de abril de 1945. 
Incluso quienes sostienen que Dietrich Bonhoeffer estuvo involucrado en alguno de los intentos de asesinar a Hitler no dudan de su pacifismo anterior a su pretendido compromiso con el magnicidio. Desde esta óptica fue la ominosa realidad del nazismo la que habría llevado a Bonhoffer a darse cuenta de que tal realidad demandaba una salida tan contundente como el asesinato del dictador. Para Bonhoeffer era claro que los nazis representaban un gran peligro no solamente para la sociedad alemana sino también para el orden mundial. De ahí su interés porque los cristianos supiesen leer correctamente los signos de los tiempos, antes que dejarse cautivar por las pretensiones supremacistas que con fervor religioso predicaba Adolfo Hitler. En un sermón del 14 de octubre de 1934, Dietrich advirtió: “sea que queramos verlo o no, sea que pensemos es correcto o no lo es, las iglesias están atrapadas en una lucha por su fe como no la hemos tenido en cientos de años. Esta es una lucha, estemos o no de acuerdo, acerca de nuestra confesión de Jesucristo como único Señor y Redentor del mundo”. Estas palabras adquieren toda su dimensión ante las reivindicaciones mesiánicas de Hitler.
Bonhoeffer junto con otros líderes de la Iglesia Confesante Alemana estuvieron activos en la construcción de alternativas que confrontasen la rendición al totalitarismo hitleriano por parte de los llamados Cristianos Alemanes. Una de esas alternativas fue la capacitación ministerial clandestina de lo que se conoció como el Seminario de Finkenwalde. De la experiencia en el proyecto, particularmente en el periodo primavera de 1935 al otoño de 1937, Bonhoeffer dejó constancia de lo que significó para el en el libro  Vida en comunidad.  El 16 de marzo fue ordenada por el régimen nazi la conscripción militar obligatoria. En el movimiento de la Iglesia Confesante hubo quienes no vieron en ello peligro alguno, porque, argumentaban, era una oportunidad de servir a la nación alemana sin, necesariamente, verse involucrado en acciones beligerantes. Entonces, de acuerdo con el acucioso biógrafo Eberhard Bethge, “el número de objetores de conciencia en la Iglesia evangélica Alemana en aquel tiempo podrían haberse contado con los dedos de una mano”. Los estudiantes en Finkenwalde debieron quedar en shock cuando supieron que entre esos pocos objetores se encontraba su profesor Dietrich Bonhoeffer, subraya Thiessen Nation, autor del libro que he venido reseñando.
Desde años atrás Bonhoeffer estaba muy interesado en el movimiento encabezado por Gandhi. Fue en 1934 cuando estuvo a punto de conocer directamente en la India la gesta pacificadora, “estaba motivado por el deseo de atestiguar la encarnación hecha por Gandhi del Sermón del Monte”, escribió Bethge. El viaje no se realizó porque Bonhoeffer aceptó quedarse en Alemania por petición de líderes de lo que vendría a ser la Iglesia Confesante, quienes consideraban importante la estancia del teólogo en momentos definitorios para los opositores a Hitler.
El obispo Theodor Heckel, director de la oficina de relaciones externas de la Iglesia Evangélica Alemana, hizo llegar un comunicado en el que advertía a las autoridades eclesiásticas sobre que Bonhoeffer podría “ser acusado [por el régimen nazi] de pacifista y enemigo del Estado”, por lo cual consideraba necesario para el organismo desvincularse del personaje. En agosto de 1936 fue notificado a Bonhoeffer que le estaba prohibido enseñar en la Universidad de Berlín. En septiembre de 1937 el Seminario de Finkenwalde fue cerrado por la Gestapo. En septiembre de 1938 contribuyó para sacar exitosamente de Alemania a su hermana y su esposo que era judío. Dos años más tarde, también en septiembre, le fue prohibido hablar en público, y en marzo del año siguiente supo que también le quedaba prohibido publicar sus escritos. Mark Thiessen Nation sostiene que hubo autores anteriores a Larry Rasmussen que dejaron entrever que Bonhoeffer fue condenado a muerte por los nazis debido a su participación en planes para asesinar a Hitler, es Rasmussen el autor del libro en inglés que más ha influido para presentar el tránsito de Bonhoeffer del pacifismo al tiranicidio.
El libro de Rasmussen se titula  Dietrich Bonhoeffer: Reality and Resistance,  y la primera edición es de 1972. La reedición más reciente, del 2005, reproduce sin cambios la de 1972. Rasmussen sostiene que Bonhoeffer dejó atrás el pacifismo y entre 1940 y 1943 se involucró en complots para tratar de acabar con el nazismo mediante el asesinato de su líder. El antes teólogo partidario de la vía no violenta habría cambiado su perspectiva durante el lapso que colaboró en la agencia militar de inteligencia alemana (la Abwehr, defensa), donde estuvo desde finales de octubre de 1940 hasta que fue arrestado el 5 de abril de 1943. A diferencia de quienes han sobrestimado las actividades de Bonhoeffer en la Abwehr, Thiessen Nation sostiene con evidencias que la participación de aquél fue menor y de escasa responsabilidad. Es cierto que en la Abwehr se incrustaron algunos interesados en conspirar contra Hitler y entre ellos varios dispuestos a participar en un atentado que terminase con la vida del tirano. De este hecho hay quienes han trazado una línea directa de vinculación entre Bonhoeffer y los decididos perpetrar el tiranicidio.
De los aproximadamente 13 mil empleados de la Abwehr, unos cincuenta estuvieron involucrados en operaciones para intentar acabar con la vida de Hitler. Thiessen Nation llama la atención a un dato interesante y que ha sido poco aquilatado por los que involucran a Bonhoeffer en los atentados: la oficina central de la Abwehr estaba en Berlín, donde laboraban los principales conspiradores, y el teólogo lo hacía en la oficina de Munich, distante 300 millas de Berlín. Tal factor hacía sumamente difícil encuentros frecuentes con quienes estaban haciendo cuidadosos planes para liquidar a Hitler, encuentros que debían ser cara a cara y en secrecía evitando ser descubiertos por la eficaz inteligencia nazi.
En mayo de 1939 Bonhoeffer fue llamado a las filas militares, él viajó entonces en junio a Nueva York para evadir la conscripción. Pudo quedarse allí, pero decidió regresar a su país pocas semanas después porque si no, como escribió en carta a Reinhold Niebuhr, “no tendría derecho a participar en la reconstrucción de la vida cristiana en Alemania después de la guerra si no compartí las dificultades de la época con mi pueblo”. A su regreso a Alemania buscó ser capellán militar, pero su solicitud fue negada en febrero de 1940. Su siguiente movimiento para evadir el servicio militar, en el que necesariamente tendría que “matar a los enemigos de Alemania en el nombre de Hitler”, escribe Thiessen Nation, fue ingresar a la Abwehr.
Hubo 42 intentos separados entre sí por asesinar a Hitler. Según el recuento de historiadores como Roger Moorehouse ( Killling Hitler: The Plots, the Assasins, and the Dictator Who Created Dead,  Bantam Books, New York, 2005). Varios de esos intentos sólo quedaron en acciones iniciales que debieron ser desarticuladas por sus instigadores ante el peligro de ser descubiertos por los nazis. Cinco de los intentos de magnicidio conducirían a posibles conexiones de Bonhoeffer con los conspiradores. De los cinco complots, uno tuvo lugar en 1938 y otro en 1939. El primero fue orquestado por militares en desacuerdo con el rumbo que estaba tomando el gobierno encabezado por Hitler. El segundo planificado para el 11 de noviembre de 1939, con la participación de militares de alto rango, buscaba detener el belicismo hitleriano que dos meses atrás había invadido Polonia. Ambos atentados debieron ser cancelados por sus autores, al no tener condiciones favorables para realizarlos. Hasta ahora ninguno de los que presentan a Bonhoeffer como partícipe en algún atentado contra Hitler lo han vinculado con los intentos de 1938 y 1939, y no lo han hecho porque no hay evidencias.
Dos atentados más fueron los del 13 y 21 de marzo de 1943. El del día 13, llamado “Operación Flash”, consistía en colocar una bomba en el avión que transportaría a Hitler. La bomba fue colocada en la aeronave, pero no detonó y tampoco los operadores del intento fueron descubiertos. El 21 de marzo Adolfo Hitler daría un discurso en la celebración del Día de los Héroes en Berlín, tras el cual visitaría una exhibición de armas incautadas a los soviéticos. El encargado de darle el tour a Hitler fue Rudolf-Christoph von Gersdorff, alto oficial de inteligencia y al mismo tiempo comprometido con la resistencia anti nazi. Hitler apenas estuvo dos minutos en el tour (estaba diseñado para durar 30 minutos), y von Gersdorff no tuvo tiempo para detonar la bomba que llevaba entre sus ropas. De estos dos intentos se sabría tiempo después, y como en su momento no fueron descubiertos los gestores de los mismos no tuvieron represalias inmediatas. Como en los dos anteriores atentados, los de 1938 y 1939, en estos de 1943 tampoco existe evidencia alguna de que Bonhoeffer haya sido parte en su preparación y menos en la implementación de los mismos.
El más conocido de los atentados contra Hitler, y el más cercano a tener el éxito buscado por quienes lo llevaron a cabo, fue el perpetrado por Claus von Stauffenberg, el 20 de julio de 1944. Stauffenberg había estado en África bajo el mando de Erwin Rommel, donde el 7 de abril de 1943 a consecuencia de heridas en batalla perdió un ojo, la mano derecha y dos dedos de la mano izquierda. Por su valentía, Stauffenberg fue reconocido por el mismo Hitler, y tuvo acceso a las reuniones del dictador con su círculo cercano conformado por militares.
El 20 de julio de 1944, Stauffenberg participó en una de las reuniones antes aludidas. Sin ser percibido por los demás asistentes puso una bomba en el lugar, momentos después salió del salón de juntas y escuchó la detonación del artefacto. Stauffenberg pensó que había liquidado al tirano, pero éste sólo sufrió heridas leves. El fallido atentado ha sido recreado para el cine en el filme  Operación Valquiria,  con Tom Cruise en el papel de Claus von Stauffenberg. Para cuando Operación Valquiria tuvo lugar, Dietrich Bonhoeffer tenía un año y tres meses de estar encarcelado. Por lo tanto es más que evidente su ausencia en el atentado. Bonhoeffer, nos dice Mark Thiessen Nation, fue llevado a la cárcel por los nazis debido a su decidida participación en Operación 7, la cual consistió en sacar clandestinamente de Alemania primero a siete judíos y después a 14 para salvarles la vida.
Thiessen Nation demuestra fehacientemente la consistencia en el pacifismo de Bonhoeffer a partir de su estancia en Nueva York (1930-1931) y hasta el día de su ejecución, el 9 de abril de 1945. El libro de Mark Thiessen fue publicado en octubre del 2013, a diez meses de haber salido a la luz su afirmación de que el involucramiento de Bonhoffer en atentado alguno contra la vida de Hitler es un mito no ha sido desmentida. Y me parece que difícilmente lo será porque Bonhoeffer fue un constructor de paz y eso le costó la vida. Sus verdugos en Flossenbürg condujeron a Dietrich Bonhoeffer a la horca (hicieron que caminara desnudo hacia ella). Sus últimas palabras fueron una confesión de esperanza, una certeza para quien confiesa al Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz: “Este es el final, pero para mí el principio de la vida”. Amén


©Protestante Digital 2014

domingo, 17 de agosto de 2014

Bonhoeffer no participó en intento de asesinar a Hitler (II)

Por. Carlos Martínez García, México*
La cuestión judía para Bonhoeffer era tema para dilucidar teológicamente, causa para movilizarse políticamente contra el totalitarismo nazi, pero también un asunto que le tocaba personalmente.
En la  primera parte de esta serie  consigné que ha sido una falsificación histórica sostener el involucramiento de Dietrich Bonhoeffer en atentado alguno para matar a Hitler. Así lo sostienen, y a mi parecer demuestran, los autores del libro a cuya reseña di comienzo la semana pasada.
Durante su tiempo en Nueva York, en 1930-1931, Bonhoeffer tuvo lo que llamó su gran liberación, uno de cuyos componentes fue la transformación en su entendimiento de “la Biblia, especialmente el Sermón del Monte”. Esta sección del Evangelio de Mateo, en palabras del propio Dietrich, “me liberó [y] desde entonces todo es diferente”, confío en misiva del 27 de enero de 1936 a su novia. Sobre la influencia de la experiencia neoyorquina dejó constancia años más tarde, cita Mark Thiessen Nation, en escrito fechado en noviembre de 1942: “ha sido de muy grande significado para mí hasta el día de hoy”.
En tres conferencias dadas por Bonhoeffer en 1932 se pronunció claramente por el involucramiento de las cristianas y cristianos en la búsqueda de la justicia y la construcción de la paz. Lo hizo el 26 julio, en la Conferencia Juvenil por la Paz, en Checoslovaquia. Entonces enfático sostuvo que “el orden de la  paz internacional  es el mandato de Dios para nosotros hoy”. El 29 de agosto, en Suiza, durante la Conferencia Internacional Juvenil del Concilio Universal Cristiano, planteó que ante los ánimos puestos al servicio del odio era imprescindible que los seguidores de Cristo fuesen agentes de justicia, verdad y paz. Finalmente, en diciembre, desarrolló el tema “Cristo y la paz”, ante el Movimiento Estudiantil Cristiano Alemán. Fue concluyente: “El mandamiento, ‘no matarás’. La palabra que dice, ‘ama a tus enemigos’, nos han sido dados simplemente para ser obedecidos. Para los cristianos, cualquier servicio militar, excepto como personal de ambulancias, y cualquier preparación para la guerra, están prohibidos”.
En un sermón (15 de enero de 1933), que Mark Thiessen Nation llama “escalofriantemente previsor”, basado en Mateo 8:23-27, Bonhoeffer dijo a sus oyentes que “la Biblia, el Evangelio, Cristo, la Iglesia, la fe, son un gran clamor contra el miedo en la vida de los seres humanos”. Hizo un exhorto: “aprendamos a reconocer y entender la hora de la tormenta”. Dos semanas después de este sermón era elegido Adolfo Hitler como canciller de Alemania.
Tras la muerte del presidente Hindenberg (2 de agosto de 1934), Hitler tomó el control del gobierno germano e intensificó las medidas para hacer realidad el supremacismo ario, que ya de por sí estaba imponiéndose mediante leyes y decretos discriminatorios. El 7 de abril de 1933 fue promulgada la Ley para la Reconstrucción del Servicio Civil Profesional, la que excluía a los no arios de los empleos gubernamentales. Esta Ley afectaba directamente a las iglesias, ya que los clérigos eran considerados servidores públicos. Además, cualquier clérigo que bautizara judíos sería sujeto al despido.
En contraste ante el silencio de la mayor parte del liderazgo cristiano, Bonhoeffer hizo pública su posición en el ensayo  La Iglesia y la cuestión judía, escrito a mediados de abril (apenas unos días después de la Ley que prohibía trabajar en el servicio público a los no arios), y publicado en junio. Bonhoeffer remarca en su escrito tres formas de actuación de los cristianos en la nación alemana de entonces: 1) Existen razones legítimas para oponerse al Estado cuando éste no actúa propiamente en su rol de Estado para todos. 2) La Iglesia tiene la obligación incondicional de ayudar a las víctimas del Estado. 3). Si la Iglesia observa que el Estado está dirigiendo a la sociedad hacia la destrucción, debe detener las ruedas del Estado destructivo.
La cuestión judía para Bonhoeffer era tema para dilucidar teológicamente, causa para movilizarse políticamente contra el totalitarismo nazi, pero también un asunto que le tocaba personalmente. Gerhard Leibholz, su cuñado, y Franz Hildebrandt, muy querido amigo, eran judíos.
El 11 de abril de 1933 murió el padre de su cuñado. Éste le solicitó a Bonhoeffer que oficiara en el funeral. Alguien le sugirió que antes de aceptar consultase el asunto con su superintendente general, quien tajantemente le dijo que no dirigiera la ceremonia fúnebre. Bonhoeffer declinó la invitación de su cuñado. Meses después (23 de noviembre de 1933), en carta a su hermana Sabine y su esposo, Dietrich confesaba avergonzado que seguía atormentado por su negativa y añadió: “Para ser franco, no puedo pensar qué me hizo comportarme como lo hice. ¿Cómo pude estar tan terriblemente temeroso en ese tiempo? […] Todo lo que puedo hacer es pedir que perdonen mi debilidad de entonces. Sé con certeza que debí haber actuado de forma diferente”.
El anterior episodio, como asienta Thiessen Nation, posiblemente contribuyó para que la experiencia de vergüenza por su debilidad haya “fortalecido a Bonhoeffer para decidir hablar y actuar sin miedo en relación con los judíos, quienes, lo sabía bien, se encontraban en creciente peligro en Alemania”.
La gran mayoría de los liderazgos eclesiásticos, agrupados en los llamados Cristianos Germanos, se alinearon con las pretensiones y prácticas de Hitler. En el agitado abril de 1933 el protestantismo fue convocado para la “sincronización de la Iglesia y el Estado”, consistente en poner a tono la identidad cristiana con la ideología nazi.
Una minoría, en la que estaba Bonhoeffer, fue en sentido contrario a quienes se rindieron ante el totalitarismo hitleriano. En mayo, once pastores de Westfalia hicieron una declaración coincidente en varios puntos con el artículo de Dietrich ( La Iglesia y la cuestión judía ). Rechazaron la exclusión de las iglesias de cristianos descendientes de judíos, y la tuvieron por herética y cismática. Consideraciones parecidas hizo el emergente Movimiento Juvenil Reformado (MJR), y Heinrich Vogel en los  Siete artículos de doctrina evangélica.  En julio 24 y 25 hubo una reunión del MJR en la que Martín Niemoller asumió un rol significativo para que el grupo articulase una confesión de fe.
De agosto 15 al 25, del mismo 1933, seis teólogos y pastores, entre ellos de manera destacada Dietrich Bonhoeffer, redactaron la Confesión de Bethel, que confrontaba la sumisión de los Cristianos Germanos al nazismo. La Confesión de Bethel, fue la única, afirma Thiessen Nation, que “Bonhoeffer ayudó a formular”. La Declaración Teológica de Barmen, redactada en su mayor parte por Karl Barth, fue aprobada por el movimiento aglutinado en la Iglesia Confesante en mayo de 1934. El documento de Barmen iba en el mismo sentido que la Confesión de Bethel, ambos denunciaron al régimen nazi como contrario a los valores del Evangelio.
La confesión de Bethel rechazó “la falsa doctrina de que la voz del pueblo [seguidor de Hitler] pudiese ser la voz de Dios. Es la voz que clama tanto ¡Hosanna! Como ¡Crucifícalo! Su respuesta fue: ‘No este hombre [Cristo], sino Barrabás’”. Clarificando su posición ante el afán totalitario del nazismo y su discurso racial redentorista, el documento principalmente autoría de Bonhoeffer apuntaba: “rechazamos la falsa doctrina del Estado cristiano en cualquiera de sus formas […] El Estado no puede presumir de traer salvación a los seres humanos. No puede usar a la Iglesia como su fundamento moral y religioso. Es una falsa doctrina pensar de la Iglesia como alma o conciencia del Estado […] La comunidad de aquellos que conforman la Iglesia no es determinada por la sangre ni, tampoco, por la raza, sino por el Espíritu Santo y el bautismo”.
Nota: En el artículo de la semana pasada, la parte inicial de la reseña y comentario al libro  Bonhoeffer the Assasin? Challenging the Myth, Recovering His Call to Peacemaking,  ofrecí que la segunda parte contendría el recuento documental que desmiente la afirmación hecha por varios autores en el sentido de que Bonhoeffer formó parte de algún complot para asesinar a Hitler. Es tan pormenorizada la revisión hecha por Mark Thiessen Nation, el responsable de los capítulos históricos en la obra, sobre que tal afirmación es una distorsión de la realidad, que he decidido referirme a ese cúmulo de datos en mi próximo artículo. También intentaré ocuparme de las observaciones, preguntas y opiniones vertidas por algunos lectores del primer artículo.
*Autores: Carlos Martínez García
©Protestante Digital 2014

jueves, 14 de agosto de 2014

Bonhoeffer no participó en intento de asesinar a Hitler (I)

Por. Carlos Martínez García, México*


Es una total distorsión de los hechos y pruebas documentales que Bonhoeffer fuese parte de Valquiria, o de cualquier otro intento de asesinar a Hitler. 
Desde su título el libro llamó mi atención. El mismo iba contra lo bien conocido sobre que Dietrich Bonhoeffer fue condenado a pena de muerte por haber sido parte de un intento de matar a Adolfo Hitler. Me propuse leer el libro en cuestión y lo que sigue resume la tesis principal de la obra.
El volumen tiene el título  Bonhoeffer the Assasin? Challenging the Myth, Recovering His Call to Peacemaking  (¿Bonhoeffer el asesino? Reto al mito, recuperación de su llamado a construir la paz). Son tres los autores: Mark Thiessen Nation, Anthony G. Siegrist y Daniel P. Umbel, y la casa publicadora Baker Academic, Grand Rapids, Michigan, 2013.
Thiessen Nation tuvo a su cargo los capítulos históricos, en los cuales traza las etapas de la vida de Bonhoeffer, con especial atención a las evidencias que apuntan hacia la ausencia del teólogo alemán en complot alguno para terminar con la vida de Hitler. Siegrist y Umbel analizan el tópico de la ética en la teología de Bonhoeffer a lo largo de la obra de éste, sus planteamientos iniciales, desarrollo y planteamientos hacia el final de su vida.
Dietrich Bonhoeffer tuvo una corta vida, apenas de 39 años, nació en 1906 y fue ejecutado en 1945. El interés de Thiessen Nation no está en hacer una biografía pormenorizada sobre ésos 39 años, sino en documentar el itinerario de Bonhoeffer que le llevó tanto a ser un decidido opositor al totalitarismo nazi como a su convicción de resistirlo por medios no violentos.
La opción pacifista y pacificadora no siempre fue el camino que hizo suyo el teólogo germano. Por ejemplo, casi al final de un año (marzo 1928-febrero 1929) como pastor asistente de la comunidad de habla alemana en Barcelona, Bonhoeffer dio una conferencia sobre ética cristiana, en ella consideró que en los tiempos que corrían era inaplicable el Sermón del Monte y dio argumentos sobre la legitimidad de aniquilar a los enemigos que ponían en peligro la integridad familiar y la de la nación alemana.
Thiessen Nation anota: “Las evidencias sugieren que para 1929 Bonhoeffer estaba en un serio itinerario teológico (y espiritual), itinerario durante el cuál él sería transformado durante el año escolar de 1930/31, cuando estuvo en la ciudad de Nueva York”. ¿Qué pasó en esos casi doce meses en los que hizo estudios teológicos, enseñó en las aulas y tuvo contacto con iglesias cuya feligresía era tan distinta a la conocida por él en Alemania?
En sí misma la experiencia del año escolar de Bonhoeffer en el renombrado Union Seminary no fue muy gratificante, como dejó constancia en sus críticas escritas. Sin embargo las relaciones establecidas con otros compañeros de estudios y congregantes de una iglesia afroamericana resultaron para él muy aleccionadoras y enriquecieron su pensamiento teológico.
Cuatro nuevos amistades en Nueva York tuvieron en Bonhoeffer un impacto transformador: Paul Lehman, norteamericano que hablaba fluido alemán y quien mantendría contacto con aquél casi hasta su muerte; Erwin Stutz, suizo y comprometido estudioso de Karl Barth y clave para mantener el vínculo entre éste y Dietrich; Jean Lasserre, pastor reformado francés, con él tuvo Bonhoeffer “su primer encuentro con un pacifista cristiano de su generación […] Lasserre lo confrontó con la aceptación del mandato pacifista de Jesús, el cual nunca antes había considerado [seriamente]”; Frank Fisher, afroamericano que conectó a Bonhoeffer con la Abyssinian Baptist Church, congregación afroamericana grande en Harlem y situada relativamente cerca de Union Seminary.
Las contantes conversaciones con Lasserre llevaron a Bonhoeffer “a un nuevo entendimiento del Sermón del Monte […] también fue Lasserre quien dio el impulso inicial el gran libro de Bonhoeffer, [El costo del] Discipulado”, afirma Eberhard Bethge, discípulo, amigo de muchos años y biógrafo del teólogo germano. El gran libro de Bonhoeffer al que apunta Bethge existe en castellano publicado por Ediciones Sígueme con el título  El precio de la gracia. El seguimiento. 
En compañía de Jean Lasserre, Bonhoeffer viajó a México a principios del verano de 1931. Ambos dieron conferencias y charlas públicas sobre la paz.
En una carta a su novia, Elizabeth Zinn, de fecha 27 de enero de 1936, Dietrich Bonhoeffer le confía el proceso de cambió que comenzó en Nueva York y continuó intensamente por un tiempo, hasta darle nuevas perspectivas de sí mismo y el significado de la fe cristiana. Escribió: “vine a la Biblia por primera vez. Es terriblemente difícil para mí decir esto. Había predicado muchas veces, había visto mucho de la iglesia, había dado sermones y escrito sobre ella, pero todavía no había llegado a ser cristiano”. Es cuando, sigue Bonhoeffer, “la Biblia, especialmente el Sermón del Monte, me liberó. Desde entonces todo es diferente. Estoy claramente consciente de ello; incluso quienes me rodean lo han percibido. Esa fue la gran liberación”.
No sería la única vez que Bonhoeffer dejaría constancia sobre la que llamó su gran liberación. A partir de entonces fue un teólogo y activista firme partidario de la no violencia, la construcción de la paz, como vía duradera para la transformación social. Fue un férreo opositor al nazismo y sus postulados supremacistas, pero no se involucró en conspiraciones para asesinar a Hitler.
El mito sobre la participación de Bonhoeffer en el intento de magnicidio contra Hitler se sigue propagando con mucho éxito. Varios autores han difundido tal mito, más recientemente la leyenda la ha sostenido Eric Metaxas, quien escribió originalmente en inglés una biografía que se ha hecho popular, por lo que estuvo en la lista de best sellers en 2010. Dicha obra fue traducida al español y publicada en nuestra lengua en 2012 por Grupo Nelson ( Bonhoeffer: pastor, mártir, profeta, espía ). En un impreso promocional del libro los editores difundieron que el teólogo alemán “es reconocido y recordado tanto por sus obras sobre espiritualidad así como por su ejecución en 1945 en un campo de concentración debido a su participación en el complot para asesinar a Adolf Hitler […] El biógrafo también brinda detalles de su participación en el famoso complot Valquiria y en Operación 7, el esfuerzo para el contrabando de judíos en la neutral Suiza”.
Dietrich Bonhoeffer sí participó en acciones para salvar a judíos enviándolos secretamente a Suiza. Pero es una total distorsión de los hechos y pruebas documentales que fue parte de Valquiria, o de cualquier otro intento de asesinar a Hitler. Lo prueba nítidamente el libro de Thiessen Nation, Siegrist y Umbel ( Aquí en Amazon) . De esas copiosas evidencias me ocuparé en la próxima entrega.

©Protestante Digital 2014

jueves, 7 de agosto de 2014

Protestantes en Brasil, siglo XVI

Por. Emilio Monjo Bellido, España*
Desde Ginebra vendría un joven estudiante de teología, Jean de Léry (luego sería pastor en Francia; ya que se libró de la matanza de San Bartolomé). Tuvo que vivir un año con los nativos; aprendió mucho, y lo escribió. 
Solo unas notas para acercarnos a la presencia protestante en Brasil (siglo XVI); que dicho así suena bien, pero bien mirado el asunto chirría bastante. Un desastre. Un ejemplo de la situación religiosa protestante (francesa) del momento, con sus claros y oscuros, donde se muestra el naufragio de un modelo con el que solo se podía hacer ciudadanía convirtiendo en eclesiástica toda la vida social.
Un desastre; pero eso ha continuado. Lo que produjo la perversión de la Iglesia romana, se reactiva en estas iglesias protestantes, que ya para finales del XVI aparecen como instituciones del nuevo Templo, con sus sacerdotes, ancianos y autoridades religiosas, en las que prima la religiosidad externa.
En más de una ocasión, y aquí va otra, he propuesto la necesidad de indagar en esa secuencia de transformación en la que la Reforma primera se convierte en “confesionada” (si me permiten el término), o como han señalado los profesores Antonio Rivera y José Luis Villacañas en tantas formas y contextos, en una religiosidad de la gnosis, donde la comunidad es comunidad de “santos”, y estos son certificados por medio de un sistema gnóstico con forma protestante.
Esto arruinó el modelo primero (en el que se encuentra nuestra Reforma española, ya dicho tantas veces). Se convirtió a los documentos confesionales, a los ritos y formas locales, a los teólogos de “autoridad”, en lo que nuestro Antonio del Corro llamó “un quinto evangelio”, que se usaba como medida de ortodoxia. Eso no es la cristiana y católica reforma de vivir la Escritura en la Redención gratuita, sino un nuevo papismo.
No es extraño que, con el tiempo, como pasa hoy, su padre los crió (sí, aquel cuyo libro de familia Cristo mostró a los fariseos) y ellos se juntan.
De forma muy resumida, esa presencia en Brasil empieza en 1557, cuando el extrañísimo personaje Nicolas Durand de Villegagnon (1510-1571), caballero de Malta, vestido de (¿cómo podré poner “convertido”?) hugonote, que llegó a Vicealmirante de Francia, fue enviado por el Almirante Gaspard de Coligny, con órdenes del rey Enrique II (que protestante, protestante, no era) para establecer asentamiento en la bahía de Guanabara, actual Río de Janeiro (descubierto el sitio por los portugueses el 1 de enero de 1502, por eso Janeiro). Este sujeto terminó en Francia combatiendo contra los hugonotes; pinten el cuadro, y verán qué pinta tan extraña tiene.
En la expedición comandada por este Villegagnon iban gente variopinta, entre artesanos, marineros, etc., pero ninguna mujer. Siempre tuvo un pozo sobre la realidad sexual, en el que bebía su santurrona imaginación, y quería que todos bebieran. Cómo se le desorbitarían los ojos, ya bastantes dispersos, cuando vieron que los nativos del lugar, muy hospitalarios, estaban siempre, todos, en cueros vivos.
La estancia de la expedición está llena de episodios, que podemos llamar ridículos, si no fueren realmente trágicos para los que los sufrieron, debido a la manía de celibato forzoso que este sujeto quería imponer. Lo normal (qué miseria) era que con ello se juntaban los castigos, la prisión, las torturas; todo tipo de disciplinas, para formar una comunidad de “santos” a la medida y antojo del director. (Tampoco iban en la expedición pastores; Villegagnon hacía de director espiritual. Un desastre. Y esto es lo que se conoce como “presencia protestante en Brasil”.)
Si penoso era el gobierno, el lugar no iba a la zaga. De todos los sitios que pudieron elegir, frondosos y con buen agua, se quedaron el peor posible; árido e infecto. Allí se tenía que levantar la comunidad que imaginó aquel sujeto. Las cosas no fueron bien, como es predecible.
En un giro de su mente, a este sujeto se le ocurrió pedir a Ginebra pastores y gentes para la comunidad. Miseria. Las palabras eran excelentes. Y Ginebra envió a dos pastores y otros profesionales, ahora sí, algunos casados, a los que acompañaban sus esposas. ¿Solución? No, más líos y despropósitos.
Los que llegan se encuentran con las miserias y arbitrariedad del director. No tardan los conflictos. Se acabaron las buenas palabras de la carta a Ginebra. Ahora Calvino es una mala bestia, y lo que hay en Ginebra una secta. Terminaron todos a bofetadas. Discutían sobre qué pan había que usar en la Santa Cena, y otras cuestiones a cada cual más frívola. Y todo ello en medio de un “encuentro” (por poner algo) con los nativos, a los que se les tendría que anunciar el Evangelio. Un desastre miserable, resultado de las condiciones miserables de las que se instalaban ya en el Protestantismo.
Pero en el Protestantismo, nada que ver con la escolastización del mismo que ya empieza y que luego lo arruina, se ha sembrado la Semilla que permanece, y se muestra su fuerza también en estos lugares. En la expedición enviada desde Ginebra venía un joven estudiante de teología, Jean de Léry (1534-1611, luego sería pastor en Francia; como puede verse se libró de la matanza de San Bartolomé). “Gracias” a la arbitrariedad de Villegagnon tuvo que vivir un año con los nativos; aprendió mucho, y lo escribió.
Su libro del  Viaje a Brasil  (hay ediciones y está libre en internet, en francés) es todo un ejemplo de cómo uno se encuentra con su otro y se asume la relatividad de lo externo. La fe, con todas sus dificultades, se abre paso en las circunstancias. El camino de la fe, libre, que se encuentra en la Historia; aunque en este caso sea una “historia” penosísima, alejada de todos los referentes que se podían componer en Europa.
Junto con Léry también arribaron Jean de Bordel, Matthieu Vermeil, Pierre Bourdon y André la Fou. Quitado el último, zapatero, sin letras, que abjuró; los otros tres son los primeros mártires, así al menos se consideran, en Brasil.
Atrapados por Villegagnon (que ya dije, terminó luchando, como hacía aquí ya en este periodo, contra los hugonotes en Francia), encarcelados, se les presionó a que rechazaran su fe hugonote (en el buen sentido del término). Medio muertos, no lo hicieron, incluso uno de ellos redactó una confesión de fe, que es un modelo de cómo estaba de preparado en el conocimiento de la Escritura y de la Historia alguien que, como los otros dos, era un laico. Esto es muy destacable. Sin embargo, también hay que decir que esta confesión, pionera en aquellos suelos, adolece de una desproporción en los temas tratados, ocupando una espacio excesivo lo concerniente a la Santa Cena, pero es lógico si se tiene en cuenta la manía propia del tirano director de aquel asentamiento (que no se podrá ya decir que era “protestante” en absoluto).
Fueron ejecutados, arrojados al mar. Al poco tiempo la comunidad fue destruida por los portugueses. El tirano director se había marchado un poco antes, en 1558. Así acabó aquello. Si uno tiene en cuenta la pinta del cuadro en el inicio, se puede decir que se estableció con todos los ingredientes de su destrucción, a lo que no ayudó la incorporación posterior del grupo de Ginebra.
Unas notas solamente sobre este episodio, pero que muestran que el Protestantismo se estaba convirtiendo en un papismo con nuevo formato. Contra eso se levantó el propio Calvino, contra eso estaban levantados los nuestros, contra eso estamos levantados nosotros ahora. (¿Nosotros? Sí, todos los que están con los nuestros, somos muchos.)
A los “villegagnon” de turno, y a los pastores de rito y gesto, los creadores de iglesias construidas con lodo suelto, hermanos de los de misa y olla de toda la vida, ya la grieta se hace irreparable y se les cae el edificio, ya mismo.
La semana próxima, d. v., haremos juntos iglesia, de la que no se cae, la que los nuestros vivieron, como aquella “chiquita” de Sevilla. Al final es la que permanece, porque está en las manos de su Señor, en su cruz, no en ritos ni ceremonias; no en fuerza de camino humano (gnosticismo), ni de humana santidad, sino en la obra de quien es nuestra Santidad. Las otras iglesias de lodo suelto tienen a sus santidades, y les besan las manos. Caerán. 

Autores: Emilio Monjo Bellido

©Protestante Digital 2014

viernes, 1 de agosto de 2014

Diez leyendas urbanas comunes (y falsas) sobre los pentecostales

Por. J. Lee Grady, EEUU
Algunos investigadores anuncian 1000 millones de cristianos pentecostales en el mundo en 2025. Pese a los estereotipos, en absoluto se puede decir que sean marginales en la sociedad.
Si atendemos a la imagen que se difunde en las redes sociales y los medios (incluso algunos tan rigurosos como National Geographic) en EEUU podríamos sacar la idea de que todos los pentecostales son o charlatanes avariciosos, iluminados, marginados sociales o paletos rurales. Pero la verdad nunca suele estar en los estereotipos de los medios de comunicación.
Un pentecostal conocido, J. Lee Grady, ex editor de Charisma Ners, se niega a aceptar esta etiqueta generalizada y no se avergüenza de proclamar que es un cristiano evangélico que cree en el poder del Espíritu Santo. Pero reconoce que cuando se aplica en público el término “pentecostal” para describirse a sí mismo a menudo ve rostros con media sonrisa (si esto ocurre en un país de mayoría evangélica como Estados Unidos, es fácil pensar que este fenómeno no sólo se repite, sino que se multiplica en países de cultura católica o de otra creencia).
En un reciente artículo, expresa que “hay personas piensan que los pentecostales son personas ajenas a la realidad, sin cerebro, y que sufren ataques de falta de control durante los servicios religiosos. Se sorprenden al conocer la realidad de que existen numerosos cristianos pentecostales con titulación universitaria, prósperos negocios propios, o que ocupan cargos públicos, y que mueven a una gran cantidad de ONGs en el mundo”.
Para aclarar las cosas, aquí responde a las diez ideas falsas que se suelen aplicar a los cristianos pentecostales y que corren como leyendas urbanas entre los propios evangélicos tradicionales y –mucho más- entre el gran público que sólo conoce al movimiento pentecostal a través de los estereotipos y los prejuicios de los medios de comunicación.
1.-  Los pentecostales son movimientos e iglesias aisladas del resto de cristianos.
Hay pentecostales en prácticamente todas las denominaciones y familias evangélicas. Los pentecostales no asisten necesariamente a iglesias que están con la etiqueta de pertenecer a un movimiento o denominación pentecostal.
Desde la década de 1960 en los Estados Unidos, ha habido un creciente número de pentecostales en otras iglesias y denominaciones. Así, hay pentecostales anglicanos, pentecostales metodistas, y pentecostales bautistas.
Un reciente estudio del Pew Research Center 2011 reveló que los pentecostales representan más de una cuarta parte de todos los cristianos de hoy. Y el año pasado el líder de todos los anglicanos, el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, admitió que ha tenido la experiencia pentecostal de hablar en lenguas.
2.  Son unos ignorantes teológicos.
La idea de que los pentecostales son teológicamente ignorantes es una tontería si tenemos en cuenta que 300 de los más conocidos eruditos evangélicos son pentecostales. Los teólogos que participaron en la reunión anual de la Sociedad de Estudios Pentecostales en Springfield, Missouri, representaron más de 100 denominaciones y 200 instituciones académicas.
3.  Se trata de un colectivo formado principalmente por pobres y marginados sociales.
Cuando el avivamiento pentecostal comenzó en 1906 en Los Angeles, los integrantes y defensores del movimiento pentecostal es cierto que se caracterizaban en su mayoría por ser gente de clase socialmente baja, que adoraba a Dios en tiendas de campaña.
Pero hoy en día un gran porcentaje de los pentecostales estadounidenses pertenecen a la clase media o alta. Un ejemplo es el propietario de Hobby Lobby, David Green-quien ha sido noticia las pasadas semanas debido a que la Corte Suprema falló a favor de su compañía, que tiene un valor de cinco mil millones de dólares. El es pentecostal. Y en los países en desarrollo son pentecostales quienes están financiando proyectos misioneros ambiciosos
4.  Los pentecostales están metidos de lleno en el llamado evangelio de la prosperidad.
Hay sin duda iglesias y predicadores extravagantes que se denominan pentecostales -como Clarence McClendon y Noel Jones- que hacen alarde de su riqueza a la vez que piden más y más dólares.
Pero la realidad es que el evangelio de la prosperidad no es bien recibido entre la mayoría de los pentecostales. Por ejemplo, uno de los más prominentes predicadores pentecostales del país, TD Jakes (de Dallas) reprendió a estas “estrellas del reality show evangélico· y pidió a su congregación que “les apagasen".
5.  Los pentecostales manejan serpientes en sus cultos.
Muchos estadounidenses se han intrigado ante la rareza de la manipulación de serpientes en el culto religioso mostrada en un reportaje de National Geographic Channel. Pero es una rareza en desuso. Hay sólo hay unas 125 congregaciones en EEUU (entre cientos de miles) que pertenecen a este extraño grupo, y son grupos rurales y muy pequeños.
Es más, las denominaciones pentecostales han condenado formalmente este uso de serpientes como práctica de fe, una manipulación que comenzó alrededor de 1910 en EEUU.
6.  Entran en trance en los cultos y cuando se “habla en lenguas”.
Las personas que hablan en lenguas oran voluntaria y conscientemente, y pueden iniciar y detener sus oraciones cuando lo deseen.
Cuando los investigadores de la Universidad de Pensilvania estudiaron el fenómeno de hablar en lenguas, encontraron que en realidad produce una sensación de paz y bienestar en las personas que lo practican. The New York Times informó en 2006 que un estudio de los cristianos en Inglaterra sugirió que aquellos que hablaban en lenguas lograban "más estabilidad emocional”.
7.  Los pentecostales son republicanos y blancos.
Sí, Sarah Palin ha asistido a una iglesia pentecostal, y también lo ha hecho el ex Fiscal General John Ashcroft. Pero es un estereotipo absurdo asumir que todos los pentecostales son conservadores blancos.
Un gran porcentaje de los pentecostales estadounidenses son afroamericanos e hispanos, y muchos de ellos votaron a Barack Obama en las elecciones de 2008.
Lo único que los estudios sociológicos han demostrado es que los pentecostales son los cristianos evangélicos con mayor número de votantes en la nación, y que Obama no podría haber ganado sin el apoyo importante de este grupo.
8.  Los pentecostales son racistas.
Si bien es cierto que el racismo contaminó los primeros años de vida del movimiento pentecostal, hoy en día las iglesias pentecostales y carismáticas tienen más probabilidades de ser étnicamente mixtas que otros grupos denominacionales.
9.  Son moralistas, estrictos y mojigatos. 
Hubo una época en la que los pentecostales (junto con los bautistas conservadores y los llamados grupos de santidad) predicaron con fuerza contra todo tipo de ocio secular y todo lo que sonaba a diversión o entretenimiento. Las mujeres no podían usar pantalones ni maquillaje, los hombres no podían jugar a las cartas, y las películas se miraban con lupa.
Pero esto no describe los pentecostales actuales, que han entrado en el campo de las artes ( el actor Denzel Washington , pentecostal e hijo de pastores pentecostales). Muchos son deportistas profesionales de élite.
10.  Es una moda que está de paso. 
Los pentecostales sólo representaban el 6 por ciento de todos los cristianos en el año 1980. Hoy ese número ha aumentado al 26 por ciento. Y el Pulitzer Center informa que 35.000 personas se unen a las iglesias pentecostales cada día.
Algunos investigadores predicen que habrá 1000 millones de cristianos pentecostales en el mundo en 2025. A pesar de los estereotipos, en absoluto se puede decir que los pentecostales sean marginales en la sociedad.
 
Fuentes: Charisma News/Protestante Digital 2014