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martes, 31 de mayo de 2016

La tensión entre “vivir en” y “no ser” del mundo



Por.  Antonio Cruz, España
Es evidente que Cristo pronunció sus bienaventuranzas pensando no sólo en los apóstoles y demás personas que estaban allí presentes escuchándole, sino también en todos los demás discípulos cristianos que, a lo largo de los tiempos, conocerían tales palabras y se las aplicarían a sus vidas en cada época. Las bienaventuranzas son como un retrato típico del cristianismo constituido por ocho colores diferentes, cada uno de los cuales presenta un matiz distinto y, a la vez, todos se complementan entre sí. 
En ellas descubrimos ciertos aspectos del discípulo de Jesús que tienen que ver con algo muy importante para la vida diaria. Se trata de cómo reaccionamos ante la persecución, la crítica, la difamación, el acoso, los problemas generados por enemigos, etc., pero siempre sólo y exclusivamente causados por el deseo de identificarnos con el reino de Cristo.
El cristiano, aunque viva en sociedad como el resto de la gente, aunque trabaje, consuma, pague sus impuestos a la hacienda pública y una hipoteca por su vivienda o genere residuos como todo hijo de vecino, en realidad, desde el punto de vista bíblico, no pertenece al mundo. No es como los demás porque posee una naturaleza espiritual diferente. Es lo que el Señor Jesús le dice al Padre en oración: Yo les he dado tu palabra, y el mundo los aborreció; porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo (Jn 17:14). Ahora bien, esta tensión entre “vivir” en el mundo y “no ser” del mundo genera inevitablemente problemas de relación con nuestros semejantes que no son cristianos. También Cristo nos advirtió claramente de esta situación: No penséis que he venido para traer paz a la tierra. No he venido para traer paz sino espada. Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre y a la nuera contra su suegra. Y los enemigos de un hombre serán los de su propia casa (Mt 10:34-36). 
El evangelio crea tarde o temprano división acentuada entre los cristianos y aquellos que no lo son. Dicha división de criterios, valores y formas de entender la realidad es el germen de la persecución. A lo largo de la historia siempre ha sido así y aunque hoy, principalmente en el mundo occidental, se abogue por la tolerancia y el respeto a la pluralidad, lo cierto es que la persecución nunca ha dejado de existir. El no cristiano tiende a burlarse, difamar o acosar al cristiano, sencillamente porque éste es diferente. 
La vida del creyente sincero se caracteriza por el deseo de lealtad a Jesucristo. Se trata de experimentar esa preocupación constante por vivir y hacerlo todo por Cristo, por que sea él quien domine o dirija toda la existencia del individuo, y no la propia persona. Esta es precisamente una de las razones por las que se le persigue, porque imita a Jesús y vive por él. El cristiano resulta molesto al mundo por causa de Cristo. De ahí que nuestro deseo constante debe ser vivir para Jesús y para glorificar su nombre, aunque en ocasiones fracasemos como humanos.
Nuestra vida debería estar más dirigida por el más allá y menos por el más acá. Me explico. Tendríamos que pensar con mayor asiduidad en el cielo y en la vida venidera; intentar que nuestra existencia terrenal estuviera más dirigida por pensamientos trascendentes, por ideas de eternidad y no sólo por lo material, inmanente, cotidiano y finito. A veces, los árboles no nos dejan ver el bosque. Los problemas prácticos de cada día roban ese tiempo precioso en el cual podemos analizar nuestra historia en la perspectiva del destino eterno. El ruido no nos permite, en ocasiones, escuchar la maravillosa sinfonía a la que estamos convidados. Pero la fe es la constancia de las cosas que se esperan y la comprobación de los hechos que no se ven, como bien escribió el autor de la epístola a los Hebreos.
Los hombres y mujeres mencionados en el capítulo once de dicha epístola tuvieron un denominador común en sus vidas que los unía a todos y los proyectaba como una saeta esperanzada hacia el futuro. Abel, Enoc, Noé, Abraham, Sara, Isaac, Jacob, José, Moisés y todos los demás, anduvieron siempre errantes por los desiertos, montañas y cuevas de la tierra sin construir nunca habitáculos sólidos y duraderos, sin echar raíces, sino sabiendo que este mundo no era digno de ellos. Preferían la tienda nómada hecha de pelo negro de cabra al castillo de roca, porque sabían que su verdadera habitación no estaba en este lugar temporal. Su techo era el firmamento repleto de estrellas que podían contemplar durante la noche. Esto les permitía pensar en el más allá y en la ciudad celestial cuyo arquitecto es el Creador. Tal era su gran secreto.
He aquí otra diferencia fundamental entre el cristiano y quien no lo es. El incrédulo hace verdaderos esfuerzos por no pensar nunca en la muerte ni en lo que hay detrás de ella. Esta costumbre de la negación de la realidad de la muerte que se experimenta hoy, quizás con más intensidad que en otros tiempos, está detrás de la ansiosa búsqueda de evasiones y placeres que caracteriza al mundo actual. El ser humano no quiere pensar en el mundo venidero, por eso camufla la cesación de la vida. Vive como si nunca tuviera que morir. A los niños en las escuelas se les explica muy bien, con todo lujo de detalles, cómo vienen sus hermanitos al mundo, pero nadie se encarga de decirles cómo desaparecen sus abuelos o adonde van a parar. La muerte es hoy un asunto tabú para la sociedad occidental. El hombre contemporáneo no está tan preparado para morir como el de otras épocas, de ahí la necesidad de evitar el tema del sufrimiento y la muerte. En vez de enfrentarse a ella cara a cara o de asumir la temporalidad humana, a veces se eligen soluciones fáciles y evasivas como la eutanasia.
Sin embargo, este no querer pensar en la finitud de la vida no parece que haga más feliz al ser humano. Al contrario, lo incapacita para su existencia terrena porque aprender a morir implica también descubrir el valor de la propia vida. Esta puede ser también una causa sutil de persecución contra los cristianos ya que nosotros hablamos mucho de tales asuntos.

Fuente: Protestantedigital, 2016

lunes, 30 de mayo de 2016

Ministerios femeninos en Iglesia Presbiteriana de EEUU



Por Leopoldo Cervantes-Ortiz, México
Sin ánimo de revivir rencillas ni malos entendidos (ocasionados por el conflicto vivido hace cerca ya de cinco años en el seno de la Iglesia Nacional Presbiteriana de México, INPM, y ya superado[1]) o de producir polémicas inútiles sobre el espinoso tema de la ordenación de mujeres a los ministerios eclesiales, compartimos la noticia de las celebraciones por los 60 años de la primera ordenación de mujeres al ministerio pastoral en la Iglesia Presbiteriana de Estados Unidos (finalmente, iglesia “madre” de la INPM), a las cuales nos sumamos sin dudarlo.
La nota de la Rev. Dra. Rhashell Hunter, directora de los Ministerios Raciales y Femeninos de la Agencia Presbiteriana de Misiones, publicada en el Presbyterian News Service, da cuenta de lo acontecido durante todos estos años y provoca una serie de reflexiones e inferencias que es muy difícil dejar de hacer.
Lo mismo sucede al saber de los aniversarios respectivos en denominaciones de otros países y latitudes.[2]
Primeramente, se refiere al modo en que las generaciones presbiterianas actuales y pasadas asumen la presencia o ausencia de estos ministerios en esa iglesia estadunidense: “Para algunos, nunca existió un momento en que no hubiera ministerios de mujeres. Pero otros recuerdan cuando no había predicadoras ni modelos femeninos en los seminarios y en las escuelas de divinidades, ni tampoco mujeres dedicadas al cuidado pastoral, al menos no profesionalmente”.[3]
En un ambiente, como el mexicano, en el que esta posibilidad sigue aún cerrada, reconocer que la primera situación sigue vigente no deja de causar sentimientos encontrados y profundas nostalgias al saber que la tradición reformada, presbiteriana y particularmente en la instancia que vino a este país a establecer comunidades de fe las ha abierto desde hace tiempo. La misma publicación que da a conocer este festejo se ha ocupado de los diversos pasos dados en ese caminar.[4]
El nuevo recuento agrega historias (en nuestro caso, faltantes) que enriquecen la perspectiva de una denominación tantas veces denostada por su apertura y “liberalismo”, pero que ha dado testimonio de congruencia y respeto por la dignidad de las personas.
La historia personal va más allá de la anécdota y muestra las dificultades “operativas” que tuvo que afrontar la institución referida:
Hace pocos años, la Rev. Cynthia Campbell, pastora de la Iglesia Presbiteriana Highland, en Louisville, Kentucky (www.hpclouisville.org), y ex presidenta del Seminario Presbiteriano McCormick (http://mccormick.edu), fue la conferencista principal del Instituto de Liderazgo de Clérigas, en Big Tent. Campbell hizo memoria del día en que fue ordenada por la Iglesia Presbiteriana de Estados Unidos (PC)USA, por sus siglas en inglés), el 30 de junio de 1974. “Una cosa que recuerdo bien fue el certificado de ordenación. El secretario permanente del Presbiterio de San Gabriel tuvo que añadir una “S” a la impresa “Él” en el certificado [he, she]. Del mismo modo, se encimó un her sobre el “su” [him] que se había escrito en una máquina de escribir eléctrica IBM”.
El cruce de la experiencia individual e institucional es toda una lección para quienes desde fuera observaron ese proceso en su momento. La Iglesia Presbiteriana estadunidense tuvo que recorrer su propio camino, acerca del cual no se supo mucho en los países latinoamericanos, acaso porque las preocupaciones eran otras y la necesidad del trabajo misionero señalaba prioridades distintas: afianzar la identidad, asegurar la presencia, proyectar planes a largo plazo…
 Los nombres relevantes están ahí y la ruta de los aniversarios se mira ahora retrospectivamente: “Este año marca también el 60º aniversario de la ordenación de Ancianas docentes en la (PC)USA. El 24 de octubre de 1956, la Rev. Margaret Towner fue ordenada como la primera ministra mujer en la Iglesia Presbiteriana”. A mediados de siglo, en plena Guerra Fría, esta iglesia (la del Norte) dio el paso al frente como parte del concierto de los avances del mundo reformado en esta materia, no sin conflictos de por medio: el Presbyterian Heritage Center documenta en una línea del tiempo los pasos difíciles que desembocaron en esa decisión histórica.[5]
En ese contexto, no deja de registrarse la humilde reacción de la primera pastora, quien asumió su tarea como un llamado divino a la fidelidad y el servicio: “A pesar del reconocimiento y la atención recibidos —su foto apareció en la revista Life y en otras publicaciones—, ella dijo que ‘optó por evitar ser el centro de atención y continué mi trabajo en la congregación local’. Towner celebró recientemente sus 91 años, y aunque ya se encuentra ‘honorablemente retirada’ [como se estila en la denominación], aún está activa en su presbiterio”.
Rev. Rachel Henderlite (1965)
 Poco después, en el otro ámbito presbiteriano de ese país, llegarían a la misma determinación: “La Rev. Rachel Henderlite fue la primera mujer ordenada como Anciana docente en la Iglesia Presbiteriana de Estados Unidos (o Iglesia del Sur), en 1965. El año pasado se conmemoraron 50 años de tal evento, otra fecha importante en la historia presbiteriana. En 1965, el año de la marcha de Selma y de la primera protesta contra Vietnam en un campus universitario, Henderlite (1905-1991) fue ordenada como Ministra de la Palabra y los Sacramentos”.
Otros nombres y fechas importantes recogidos por Hunter son los siguientes: Katie Geneva Canon, primera mujer afro-americana ordenada como Anciana docente en 1974; Rebecca Reyes, primera hispana ordenada como Anciana docente (1979); Elizabeth Kwon, quien transfirió su ordenación desde Japón, primera clériga coreana-estadunidense (1979); y Holly Haile Smith Davis, primera nativa ordenada como Anciana docente (1987).
Fue preciso “subir” poco a poco los “escalones” o niveles de los oficios eclesiales hasta alcanzar el paquete completo de ministerios. Había que recorrer la escala en orden: primero las diaconisas, luego las ancianas y finalmente las pastoras. “En 2015-2016 se celebran también 110 años de la ordenación de Diaconisas y 85 de las Ancianas. Sarah Dickson fue la primera Anciana y su colega Tillie Paul Tamaree fue la primera nativa, ambas ordenadas in 1930, además de numerosas diaconisas durante los pasados 110 años”.
Bien podrían aplicarse a otras iglesias las palabras finales de la nota, sin olvidar las historias de quienes siguen esperando la oportunidad de lograrlo: “Hay otras mujeres pioneras cuyos nombres no están en los registros, incluyendo inmigrantes que aún hoy, han llegado a ser las primeras en sus grupos étnicos y culturales en ser ordenadas en las iglesias. Hay clérigas nuevas y experimentadas, ancianas y diaconisas, que están trazando nuevos caminos en este medio eclesiástico cambiante. Seguimos los pasos de muchas mujeres conocidas y anónimas que han difundido de manera constante y fiel las buenas nuevas de Jesucristo y que han tenido un impacto significativo en nuestra iglesia, nuestra comunidad y en la cultura estadunidense”.
Y es que, para el caso de las presbiterianas mexicanas, tuvo que ser en el país vecino donde se ordenaría por primera vez una pastora con estudios teológicos en el país azteca: Rosa Blanca González-Miranda, en febrero de 2007.[6] Más tarde, en febrero de 2010, la Iglesia Evangélica Española ordenaría a Eva Domínguez Sosa.[7]
La historia continúa y aún depara muchas sorpresas, es verdad, pero también es cierto que la tradición reformada nunca ha cejado en la compleja búsqueda de la aplicación del llamado universal de Dios a los ministerios formales y reconocidos. Estamos, pues, ante un capítulo completo de la historia de las iglesias reformadas en el mundo.
Notas bibliográficas
[1] Cf. L. Cervantes-O., “New Mexican church group ordains first women pastors”, en Reformed Communiqué, Comunión Mundial de Iglesias Reformadas, diciembre de 2012, p. 11, www.academia.edu/15690821/New_Mexican_church_group_ordains_first_women_pastors_2012_; y “National Presbyterian Church of Mexico (INPM) excommunicates seven pastors for defending the ordination of women to the priesthood”, en Latin American Ecumenical News, septiembre-noviembre de 2012, núm. 1, p. 3, https://issuu.com/clai/docs/latinamericanecumenicalnews_december2012.
[2] Cf. “30 anos de ordenação da pastora Edna Moga Ramminger”, en Portal Luteranos, 11 de noviembre de 2012, www.luteranos.com.br/conteudo/30-anos-de-ordenacao-da-pastora-edna-moga-ramminger; Lynette Wilson, “Después de 30 años como sacerdotes, las mujeres de Brasil miran hacia el episcopado”, en Episcopal News Service, 18 de junio de 2015, http://episcopaldigitalnetwork.com/ens/2015/06/18/despues-de-30-anos-como-sacerdotes-las-mujeres-de-brasil-miran-hacia-el-episcopado/; y Marco Rostan, “El papa, las mujeres y el pastorado femenino en la Iglesia Valdense”, en ALC Noticias, 18 de mayo de 2016, http://alc-noticias.net/es/2016/05/18/el-papa-las-mujeres-y-el-pastorado-femenino-en-la-iglesia-valdense/
[3] R. Hunter, “PC(USA) celebrates 60 years of women’s ordination”, en Presbyterian News Service, 24 de mayo de 2016, https://pres-outlook.org/2016/05/pcusa-celebrates-60-years-womens-ordination/.  Versión: L.C.-O.
[4] Véase: James H. Smylie, “Women Ministers (1955-1966) and Margaret Towner”, en Presbyterian News Service, 6 de febrero de 2006, https://pres-outlook.org/2006/02/women-ministers-1955-1966-and-margaret-towner/; Eunice Blanchard Poethig, “Women’s Ordination: Past, Present & Future, DVD”, en Presbyterian News Service, 27 de noviembre de 2006, https://pres-outlook.org/2006/11/womens-ordination-past-present-future%C2%9D-dvd/;  y “50 years ago – Church’s first woman minister”, en Presbyterian News Service, 11 de mayo de 2015.
[5] Cf. “This day in Presbyterian history”, en www.phcmontreat.org/ThisDayInHistoryIndex-May.htm.
[6] Cf. “Another first”, en Horizons, mayo-junio de 2007, http://horizons.pcusa.org/magazines/2007/hrznmyjn07/mosaic.pdf.
[7] Cf. “Ordenación pastoral de Eva Domínguez Sosa (IEE, Granada)”, en Protestante Digital, 3 de marzo de 2010, http://protestantedigital.com/ciudades/24258/noticias_breves_destacadas

Fuente: Protestantedigital, 2016.