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miércoles, 25 de enero de 2017

Algunas lecturas sobre la Reforma Protestante (III)



Por. Carlos Martínez García, México
Son varias las opciones para leer en castellano escritos de Martín Lutero. Lo mejor es leer a un autor en la lengua que redactó sus obras, cuando esto no es posible, entonces las buenas traducciones son un recurso que permite conocer los planteamientos hechos por el reformador germano.
La Editorial Concordia ha publicado varios libros temáticos sobre distintas tópicos de la muy amplia producción de Lutero. Por su parte CLIE tiene en su catálogo algunos de los comentarios que hizo Lutero a libros del Nuevo Testamento, entre ellos el realizado a la Carta a los Romanos (aquí disponible en PDF). El comentario se basó en las lecciones dadas por Martín Lutero en la Universidad de Wittenberg durante 1515 y 1516. En 1522, al presentar la obra, Lutero consideró que “Esta carta es la verdadera parte principal del Nuevo Testamento y el evangelio más puro. Es digna de que todo cristiano, no sólo la sepa de memoria palabra por palabra, sino también de que se ocupe en ella como su pan cotidiano del alma. Pues nunca puede llegar a ser leída o ponderada lo suficiente; y cuanto más se la estudia, tanto más preciosa y apetecible se vuelve. Por tal motivo quiero hacer mi aporte y facilitar el acceso a ella mediante este prefacio –en cuanto Dios me ha dado capacidad– para que sea entendida mejor por todos. Porque hasta ahora ha sido oscurecida en forma lamentable con comentarios y toda clase de charlatanerías, si bien en sí misma es una luz brillante casi suficiente para iluminar toda la Escritura”.
Entre las antologías de Lutero existentes en castellano voy a referirme a tres de ellas. Teófanes Egido preparó la edición de Lutero, obras (Editorial Sígueme, Salamanca, 1977), cuya más reciente reimpresión es del 2016. Egido seleccionó 21 escritos de Lutero, que van de 1517 a 1546 (año en que murió). El volumen abre con las 95 tesis, incluye dos de los escritos de 1520 (a los que me referiré más tarde), recoge la posición defendida por Lutero ante la insurrección de los campesinos, incluye la importante “Misiva sobre el arte de traducir [la Biblia”], de 1530, en la que Lutero defendió su trabajo de poner la Palabra en la lengua del pueblo y los criterios usados para su labor de traductor. Para comprender mejor la dimensión del escrito es muy provechoso el estudio introductorio de Herón Pérez Martínez, investigador de El Colegio de Michoacán, para quien “Es uno de los documentos más importantes para la historia occidental de la teoría de la traducción junto con la matriz teórica tradicional que se hace arrancar de Cicerón sobre la traducción donde se enfrentan dos maneras de traducir: la traducción literal y la traducción según el sentido del texto” (“Misiva de Martín Lutero sobre el arte de traducir”, en Relaciones, número 138, primavera de 2014, pp. 153-178, disponible en aquí en PDF). 
En México la Secretaría de Educación Pública publicó en 1988 dentro de la Colección Cien del Mundo el volumen Escritos reformistas de 1520, que tuvo un tiraje de 10 mil ejemplares. El prólogo, selección y notas son autoría de Humberto Martínez, quien estudió filosofía en la Universidad Nacional Autónoma de México, posteriormente ingresó como profesor-investigador a la Universidad Autónoma Metropolitana, plantel Azcapotzalco, ha sido editor y traductor en el Fondo de Cultura Económica, y autor de varios trabajos sobre Lutero, según consigna el Diccionario de escritores mexicanos (UNAM-Instituto de Investigaciones Filológicas, tomo V, México, 2000, pp. 115-116).
La mencionada obra se compone de A la nobleza cristiana de la nación alemana, La cautividad babilónica de la Iglesia, y La libertad cristiana. Estos tres escritos de 1520 muestran las conclusiones a las que había llegado Lutero en su querella contra Roma. Lo que inicialmente había sido en octubre de 1517 una crítica a la desatada venta de indulgencias, tres años después se había transformado en una abierta oposición al sistema teológico y eclesiástico encabezado por el papado.
El año de los escritos reunidos por Humberto Martínez, 1520, fue muy agitado y definitorio para Lutero. En mayo predicó el Sermón sobre las buenas obras, donde no desdeñaba las mismas pero remarcó que ellas no otorgaban la salvación ni la justificación, sino que debían ser resultado de la fe en la obra redentora de Jesucristo: “La primera y suprema de todas las buenas obras más nobles es la fe en Cristo” (texto disponible aquí). El 11 de junio publicó El papado en Roma, donde lanzaba duras observaciones sobre la institución angular del catolicismo romano. Cuatro días después León X decretó la bula Exsurge Domine, en la cual emplazaba a Lutero a retractarse. En agosto es publicada A la nobleza cristiana de la nación alemana y principios de octubre La cautividad babilónica de la Iglesia. El día de 10 de octubre es entregada a Lutero la bula decretada en su contra por León X. En noviembre publica Contra la execrable bula del Anticristo y La libertad cristiana. El 10 de diciembre Lutero quema públicamente la bula Exsurge Domine. Los tres escritos de 1520 seleccionados por Humberto Martínez son, a mi parecer, la columna vertebral de lo que Lutero escribió y publicó en aquél año definitorio.
Finalmente, por lo respecta a la presente entrega, sugiero la lectura de Martín Lutero, escritos políticos (Editorial Tecnos, Madrid, 1986, hay una reedición del 2008) donde Joaquín Abellán agrupó seis trabajos de Lutero que están precedidos de un estudio preliminar del antologista. Abellán seleccionó pequeñas obras de Lutero redactadas entre 1520 y 1526, ellas son: A la nobleza cristiana de la nación alemana, Sobre la autoridad secular: hasta dónde se le debe obediencia, Exhortación a la paz en contestación a los doce artículos del campesinado de Suabia, Contra las bandas ladronas y asesinas de los campesinos, Carta sobre el duro librito contra los campesinos, y Si los hombres de armas también pueden estar en gracia.
Abellán hace una pertinente advertencia, que nos previene de una lectura anacrónica del pensamiento político del reformador alemán: “Lutero es, ante todo, un teólogo cristiano y no un pensador político moderno. Las coordenadas de su reflexión sobre la autoridad son bíblicas y teológicas. En los textos bíblicos se encuentra la clave para entender su pensamiento político y en ellos fundamenta Lutero su doctrina de los dos reinos, pieza central de su pensamiento y de su posición ante lo político […] Él no tiene una reflexión sistemática sobre el Estado ni sobre el poder político. A Lutero le preocupa fundamentalmente la autoridad que ejerce el gobernante y se ocupa de ella desde un punto de vista cristiano. Su pregunta es si la autoridad es compatible con la condición del cristiano, si su existencia y función encuentran fundamento en los textos bíblicos. En estos mismos textos busca Lutero asimismo una respuesta al problema de los límites del poder”.
La próxima semana continuaré comentando algunas otras lecturas sobre la Reforma protestante y sus distintas expresiones históricas y teológicas.

Fuente: Protestantedigital, 2017

martes, 24 de enero de 2017

El ‘ya’ y el ‘todavía no’ del Reino



Por. Juan Stam, Costa Rica
Después de un largo silencio de la voz profética, vino Juan el Bautista con un mensaje radical: "Arrepiéntanse, porque el reino de Dios está cerca" (Mat 3:20). Jesús inició su propio ministerio con la misma proclama (Mat 4:17). Envió sus discípulos a anunciar ese mismo mensaje (Mat 10:7).
Con la venida del tan esperado Mesías comienza "el siglo venidero"; con la llegada del Rey, llegó el reino.
Para Jesús el reino no sólo se ha acercado sino que ha venido ya: "Si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a ustedes el reino de Dios" (Mat 12:28). "El  reino de Dios está entre ustedes" (Luc 17:20-21).
Con esto Jesús anuncia que el reino es ya una realidad.
Otros textos enseñan lo mismo en otros términos: "...ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que son los últimos tiempos" (1Jn 2:18, fines del primer siglo). "...[Nos] han alcanzado los fines de los siglos" (1Cor 10;11, ca. 53 d.C). ¡Desde que vino Cristo, y resucitó de los muertos, estamos en los últimos tiempos, los tiempos del reino!
Pero hay un detalle. El reino de Dios ha venido, pero el reino del mal no se ha ido.  Por ahora el reino de Dios vive en tensión, contradicción y combate.
No se ve mucho de la justicia y el amor del reino. Por eso Jesús nos manda buscar primero el reino y su justicia, y por eso oramos, "Venga tu reino [¡como si no hubiera venido ya!], hágase tu voluntad en la tierra", en nuestros países (Mat 6:10,33). Y por eso, sobre todo, Cristo volverá a traer la plenitud del reino.
Un pasaje bíblico que enfoca esta relación entre presente y futuro es Jn 5.24-29:
...el que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna [tiempo presente ya] y no será juzgado [tiempo futuro] sino que ha pasado de la muerte a la vida [tiempo pasado].
Ciertamente les aseguro que ya viene la hora, y ha llegado ya [el YA del reino] en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios y los que la oigan vivirán.
No se asombren de esto, porque viene la hora [el "todavía no" futuro, sin Ya] en que todos los que están en los sepulcros oirán su voz y saldrán de allí", unos para resurrección de vida y  otros para resurrección de condenación.
Esa fase final del reino se inaugurará, igual que la primera fase, por una venida de Cristo a la tierra.
Desde su cruz el ladrón penitente clamó, "Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino" (Lc 23:42; cf. Mr 13:26; 14:62).
"Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria" juzgará a justos e injustos (Mat 25:31). La venida del reino de Dios traerá, según Lucas 17:20-22, "los días del Hijo del hombre".
En su última cena Jesús declaró que no volvería a beber vino "hasta el día en que beba con ustedes el vino nuevo en el reino de mi Padre" (Mt 26:29).
Las escrituras anuncian importantes aspectos del reino de Dios que todavía no son realidad, sobre todo la resurrección del cuerpo y la vida perdurable como victoria final sobre la muerte (Jn 5:29; 1Tes 4:16).
En la plenitud venidera, el reino del mundo vendrá a ser reino de nuestro Dios y de su Cristo (Ap 11:15).
En la plenitud del reino no habrá dolor ni tristeza, hambre ni enfermedad, injusticia ni guerras. Las expresiones "heredar el reino" o "entrar al reino" parecen referirse, por lo menos a veces, al "todavía no" del reino de Dios, como también las expresiones "vida venidera" (1Tm 4:8), "ira venidera" (Lc 3.7) y "mundo venidero" (Heb 2:5).
En las figuras gráficas de Emil Brunner, la primera venida de Cristo sin la segunda sería como una gradería que termina en el aire, sin llegar a ningún segundo piso, o como un cheque que nunca se puede cambiar.
Según el pensamiento bíblico, Cristo mismo traerá esa fase final del reino. A nosotros no nos toca traerlo, ni tampoco "construir el reino". Lo que nos toca es ser levadura del reino para "leudar" la historia con las fuerzas del reino que vino y vendrá.
Con eso no vamos a construir una sociedad perfecta que podríamos identificar como el reino de Dios en la tierra. Menos pretenciosamente, luchamos por lograr sociedades más justas e igualitarias, conforme al reino que Cristo trajo y traerá.
CONCLUSIÓN
Una interpretación balanceada e integral del reino de Dios, sin reduccionismos.
En el ensayo anterior Evangelio del reino y de Cristo: ¿dos o uno solo? nalizamos las dos formulaciones básicas del evangelio: el evangelio del reino y el evangelio del Crucificado y Resucitado.
Insistimos en que son dos perspectivas sobre un mismo evangelio y en la urgente necesidad de mantener las dos en su debido equilibrio.
La teología tradicional redujo el evangelio casi exclusivamente a la salvación personal por la fe en Cristo. Ahora la teología comprometida está en peligro de caer en el reduccionismo opuesto, de un evangelio del reino no cristocéntrico.
En este ensayo señalamos una tensión bipolar en el mismo evangelio del reino, entre el Ya del reino que vino (histórico) y el Todavía No del reino que vendrá (escatológico), entre la Venida de Jesús y su retorno.
La teología tradicional priorizaba casi exclusivamente la Segunda Venida y la vida eterna futura. Ahora la teología progresista a veces, ignorando el Todavía No del reino, está en peligro de reducir el mensaje del reino a un simple programa de acción social.
Nuestra fidelidad al evangelio significa el debido equilibro entre el "ya" presente del reino y el "todavía no" de la promesa en su plenitud venidera.

Fuente: Protestantedigital, 2017

jueves, 19 de enero de 2017

Martin Luther King, un hombre que dejó huella



Una de las figuras que marcaron el siglo XX para bien fue la del pastor evangélico Martin Luther King Jr. El 15 de enero de cada año se recuerda su figura, aunque en Estados Unidos siempre se dedica el tercer lunes del mes de enero a su conmemoración.
Pastor evangélico y activista político, Premio Nobel de la Paz en 1964, Martin Luther King Jr. nació en Atlanta (Georgia) el 15 de enero de 1929. Fue pastor de la Iglesia Bautista Ebenezer en Atlanta, así como lo fueron su padre y su abuelo.
Nació en Atlanta, Georgia y desde muy joven se manifiestó como un luchador nato por la defensa de los derechos de la población negra. Como presidente del Consejo Directivo de la Asociación de Cristianos del Sur se negó a emplear la violencia para conseguir estos objetivos, abogando por una resistencia pasiva.
Esta actitud le hizo merecedor del Premio Nobel de la Paz en 1964. Un año después lograba que en los estados sureños se abolieran algunas leyes discriminatorias con la población negra. Pero esto no significó que se consiguiera la igualdad a pesar de su intensa lucha. Un tiro asestado por James Earl Ray acabó con su vida en 1968 en Memphis.
EL BOICOT AL AUTOBÚS
King se graduó en la Morehouse College de la carrera de Sociología Bachiller de Artes B.A. en 1948 y del Crozer Theological Seminary con un B.D. en 1951. Recibió su Doctorado de Filosofía Ph.D. de Boston University en el año 1955.
En 1954, King fue elegido pastor de la Iglesia Bautista de Dexter Avenue en Montgomery, Alabama. Lideró en el boicot al bus de Montgomery en 1955, el cual empezó cuando Rosa Parks rehusó acatar la ley Jim Craw, que obligaba a las personas de color a ceder su asiento a personas blancas. La situación se volvió tan tensa que la casa de King fue atacada. El Dr. King fue arrestado durante esta campaña, la cual finalizó con la decisión de la Corte Suprema de los Estados Unidos de separar los autobuses entre estados.
Continuando con la campaña, en 1957 King participó en la fundación de la Conferencia Sureña del Liderazgo Cristiano (SCLC, siglas en inglés), un grupo creado para organizar el activismo por los Derechos Civiles.
MANIFESTACIONES EN TODO EL PAÍS
King continuó liderando la organización hasta su muerte, una posición criticada por el más radical y democrático Comité de Coordinación Estudiantil de la No violencia. El SCLC obtuvo esta afiliación principalmente de comunidades negras asociadas con iglesias Bautistas.
King fue un defensor de las filosofías de la no violencia y la desobediencia civil, usada satisfactoriamente en India por Gandhi, y aplicó esta filosofía a las protestas organizadas por el SCLC. King aplicó estos principios en la protesta no violenta contra el sistema racista conocido como Jim Craw.
La respuesta racista desde diferentes entornos a las marchas pacíficas crearon una ola en pro de los Derechos Civiles en la opinión pública, lo que fue clave para la aprobación de los Derechos Civiles a principios de la década de los Años 1960.
NOBEL DE LA PAZ
El 14 de octubre de 1964, King se convirtió en el ganador más joven del Premio Nobel de la Paz, el cual le fue entregado por liderar la resistencia no violenta al fin de los prejuicios raciales en los Estados Unidos.
En 1965 King empezó a expresar dudas sobre el papel de los Estados Unidos en la Guerra de Vietnam. En febrero y de nuevo en abril de 1967, King se expresó fuertemente contra el papel de los Estados Unidos en la guerra. En 1968, King y el SCLC organizaron la “Campaña de la Gente Pobre” en defensa de los derechos de los más desfavorecidos. La campaña culminó en una marcha en Washington demandando ayuda económica a las comunidades más pobres de los Estados Unidos.
ASESINATO DE M.L. KING
En la tarde del 4 de abril de 1968, King, de 39 años de edad, salió a tomar un poco de aire en un balcón del Hotel Lorraine, el único de Memphis que aceptaba negros. El predicador había ido a esa ciudad de Tennessee para apoyar una protesta de trabajadores de la limpieza.
King, afectado por la depresión, ya había pasado la cima de su carrera y el movimiento de protesta pacífica se enfrentaba a la impaciencia de grupos más jóvenes que proclamaban el “poder negro” y bordeaban el recurso de la violencia.
“Dios ha permitido que llegara a la cima de la montaña y desde allí he visto la tierra prometida”, dijo la noche anterior a su muerte King ante los fieles congregados en Mason Temple. “Y es posible que no vaya a la tierra prometida con ustedes”. Añadió: “Estoy feliz esta noche. Nada me preocupa. No temo a hombre alguno. Mis ojos han visto la gloria de la venida del Señor”, añadió.
LAS CONSECUENCIAS DE SU MUERTE
Una bala, disparada desde el otro lado de la calle, le penetró por la mejilla derecha y le alcanzó la columna vertebral. King murió poco después en el Hospital St. Joseph.
El asesinato en el violento año de protestas que circundaron el mundo provocó disturbios en 125 ciudades de Estados Unidos en los que murieron 46 personas, 2.800 resultaron heridas y más de 26.000 fueron arrestadas.
El hecho de que el hombre acusado, juzgado y condenado por el asesinato de King, James Earl Ray, muriese en 1998 en prisión tras negar su culpabilidad ha alimentado variadas teorías de conspiraciones que incluyen desde la mafia a grupos supremacistas blancos y diversas agencias del Gobierno.
Los conceptos de desobediencia civil, resistencia y protesta pacífica encarnados por el pastor bautista King han marcado las bregas de figuras como el polaco Lech Walesa, la guatemalteca Rigoberta Menchú, los sudafricanos Desmond Tutu y Nelson Mandela, y en Argentina Adolfo Pérez Esquivel y las Madres de Plaza de Mayo.
En 2012, el presidente de Estados Unidos Barack Obama inauguraba el Memorial de Martin Luther King, un monumento de piedra en el que se recuerda su vida y algunos de los mensajes más relevantes de su carrera.

Fuente: Protesantedigital, 2017